50 - Como besar a Pimienta

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Aquella fue la cena más incomoda que hubiera tenido en mi vida. Estábamos solos Chanyeol y yo, frente a frente en las sillas literales de una mesa de 12 personas. Detrás de nosotros se encontraba un mozo, listo para cualquier petición que tuviésemos, callado en la soledad de un rincón. De ahí en fuera, Chanyeol y yo no esbozábamos palabra; nos quedamos callados, mientras que el ambiente se sentía como electrificado: hasta el respirar era incómodo. El sonido de los cubiertos tocándose mutuamente al cortar la carne, al momento en que yo tocaba el plato; todos aquellos sonidos generados por la cerámica me quitaban el aire. Ridículamente lo hacían.

- ¿Desea algo más, Joven Chanyeol? - habló el hombre de moño apretado y cara alargada desde la espalda de Park. El negó con la cabeza, y le agradeció con la mirada. Después de eso, el hombre simplemente caminó hacia la gran puerta del comedor, y fue directamente hacia la cocina. Ahora sí, Chanyeol y yo estábamos totalmente solos.

¿Debía hablar? ¿Debía de quedarme callada? ¿Cómo es que se supone que digieres esa clase de temas? En ese momento fue el primer día cuando de verdad extrañé a Ronny y su garganta periquita que por más que se lo pedías, no se callaba más de dos minutos y medio. Lo único bueno de eso es que nunca hay silencios incómodos durante una cena con mi hermana, así de fácil: siempre hay plática, siempre hay distracción. Extrañé estar en Italia: Si estuviéramos en casa de mi tía Nina, y hubiera ocurrido lo que ocurrió haya adentro, mi abuela estaría hablando ignorante de ese hecho, mi abuelo la escucharía con atención y mi hermana y mi abuela acapararían la conversación como usualmente lo hacían. En ese momento, la máxima comunicación que existía en la sala era la de alguna mosca con sus alas. Pasaron los minutos, y la comida se volvió cada vez más incomoda, más rápida y apresurada. Harta hasta la punta del último cabello de todo eso, simplemente dejé los cubiertos a un lado de mi plato.

- Se me quitó el hambre de repente. - dije, para después pararme de la silla. - Me mandas a llamar cuando quieras irte a Seúl, estaré en el cuarto de huéspedes. - Aquellas eran palabras que usualmente no saldrían de mí, sin embargo, bajo estas circunstancias lo único que quería era salir corriendo. Chanyeol ni se inmutó, simplemente miró absorto su plato de medio comer, y asintió casi sin querer hacerlo. Yo me giré, y caminé hacia la salida del comedor, subí las grandes escaleras principales hasta llegar al segundo piso, caminé a lo largo del pasillo, y llegué a la habitación de huéspedes. Abrí la puerta, para entrar y después encerrarme. Me quedé recargada en la puerta de madera por unos segundos, con los ojos cerrados maldiciendo por lo bajo. "Estúpida, Estúpida..." susurró la estúpida voz de mi cabeza. Abrí los ojos, y caminé hasta la cama para recostarme un rato. Había pasado tantas emociones en un solo día que hasta sentía el vértigo de una clase de combinación de todo lo ocurrido.

Deseé de pronto estar en casa. Y de un momento a otro, soñé que volaba. Me había quedado dormida.

...

Abrí gentilmente mis ojos, encontrándome a mí misma un poco desubicada. Miré a través de la ventana; la luz estaba en un ángulo de 60 grados, siendo de un color amarillo y naranja intenso. Estaba anocheciendo. Me sentía mal emocionalmente. Quería hablar con Chanyeol, simplemente eso. Bueno, no engañaba a nadie: Quería besarlo. Quería ir hasta su habitación y sacarle un beso, uno verdadero, sin que me importase nada como al momento en que nos estábamos a punto de besar. ¿Qué pasaría si corro hacia donde él estaba y lo besaba? Posiblemente moriría de vergüenza. Todo esto era muy, muy complicado. Llevé mis manos hasta mi cabeza, y miré hacia el suelo sentándome en la cama sin destender. Tenía que hablar con Chanyeol. ¿Cómo era posible que un desconocido haya influenciado de tal modo en mi vida? Todos empezamos como desconocidos, absolutamente todos. Es cuestión de acostumbrarnos a su presencia... Chanyeol es el desconocido más maravilloso que había conocido en toda mi vida. Tenía que hablar con él, y robarle un beso en el camino. Quizás dos. Me levanté de la cama, y caminé fuera de la habitación.

una escritora sin amor || chanyeol y túWhere stories live. Discover now