Sinners ⟢ kookmin au

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Yacía en el suelo, con su mano en su mejilla tras recibir un fuerte golpe a mano abierta por parte de su padre. El nudo en su garganta hizo que pequeñas lágrimas se asomaran por el borde de sus ojos, pero el enojo vivo como el fuego por sobre su pecho era grande, más que toda la tristeza junta en el mundo.

Desde su lugar, miró con cólera con al que se hacía llamar su padre. Lo miró con toda la rabia y el odio que podía sentir hacia su progenitor.

Y este no lo veía de manera distinta.

—¡Es hora de que entiendas cuál es tu lugar, Jimin! —bramó el hombre de mayor edad, apuntándolo duramente con su dedo—. ¡Eres un omega! Estás hecho para casarte, para dar cachorros, para atender a tu marido y a tu familia.

Escuchar aquellas palabras le hizo enojar aún más.

—¡No es la vida que quiero! —exclamó, poniéndose de pie, enfrentándolo—. ¡¿No lo entiendes?! ¡¿No lo ves?! ¡Nunca seré como tú quieres que sea porque no es lo yo quiero!

Aquellas palabras salieron con fuerza y decisión, porque nacieron desde lo más profundo de su ser.

La habitación se llenó de silencio, siendo el único sonido su respiración errática a la par de la intranquila de su padre. Por un momento pensó que todo había acabado.

Que equivocado estaba.

—¿No es lo que quieres? —un escalofrío junto con el desconcierto recorrió todo su cuerpo cuando escuchó la voz vacía de su padre, acompañado de una mirada tan oscura que por primera vez tembló—. Bien, yo no voy a dejar que seas la deshonra de la familia.

De pronto, el hombre tomó el trofeo de la mesa que con mucho anhelo había llevado a esa casa con orgullo. Vio como se acercó y luego...

—¡Aléjate!

Ahora se encontraba sentado sobre su cama, con el pecho doliéndole a horrores y con el aire siendo insuficiente para las emociones que experimentaba en esos momentos. Su rostro ya se encontraba húmedo, con algunas lágrimas cayendo por sus mejillas.

Y cuando cayó en cuenta de que se había tratado de una pesadilla, todo empeoró.

Jimin tomó con fuerza sus cabellos y no le importó nada al tirar de ellos con desesperación, con enojo y frustración. El llanto se hizo más fuerte al sentirse ahogado, atrapado.

Se dejó llevar tanto por ese sentimiento que apresaba su corazón, que terminó poniéndose de pie y se acercó a su tocador, tirando al suelo todo lo que se encontraba encima de él. Y después cayó, volvió al suelo como en sus pesadillas, consumiéndose por el dolor que tanto había tratado de ocultar.

—Jimin.

Su mirada rojiza y vidriosa viajó hasta el dueño de la voz que lo había llamado, encontrándose con la mirada preocupada de un Jungkook que había llegado a su habitación tras haber escuchado todo el ruido. Jimin quiso reír en esos momentos, porque de todas las personas, tuvo que llegar él, quien desde hace días no abandonaba su cabeza y a quien menos quería que lo viera en ese estado tan vulnerable.

Pero le fue imposible no abrazar con fuerza al alfa que llegó a él en busca de calmarlo. Fue imposible no llevar su nariz hacia su cuello y llenar sus fosas nasales de su aroma que tanto lo tranquilizaba y lo reconfortaba. Fue imposible para él no terminar de romperse, al sentirse protegido como nunca antes.