Nunca en mi vida me había sentido tan impotente.
No conocía de nada a Joonyoung, aparte de haberle saludado un par de veces a través de Skype. No tenía derecho a llorarle, no como los demás, pero lo sentía muchísimo por Eul y por Yeji, su hijita, la que llamaba a su padre por las noches y quería bailar para él delante de la webcam con su perro de peluche. Quería hacer algo para ayudar, aunque fuera alguna tontería, como limpiarles la casa o cocinar, pero ahí estaba, sentado en mi habitación, completamente solo, contemplando un amanecer impresionante, mientras todas las personas que había conocido en el cuartel y a las que apreciaba estaban sufriendo.
Alrededor de las nueve Sam me llamó y me dijo que bajara y buscara algo de comida. Me advirtió de que el local estaba hecho un desastre por la fiesta de la noche anterior y me indicó que, si a alguna de las chicas le daba por meterse conmigo, podía enviarlas a todas a la calle. Uf. Lo único que debía hacer sin excusa era permanecer dentro del edificio. Bajé por las escaleras, esperando ver algo así como los restos de un naufragio y evidencias de una orgía digna de la antigua Roma. En su lugar encontré a un grupo de hombres que bebían café, aplastados por el cansancio, y a varias mujeres con síntomas de resaca. Unas cuantas se abrazaban llorando, en un rincón. Entre estas últimas reconocí a Dahyun, la que había visto la noche anterior sentada junto a Sam. Se acercó a mí con precaución, como si esperara que fuera a caer sobre ella hecha una furia. Yo desde luego no tenía energía para eso ni me importaba ya gran cosa, en realidad.
—¿Tienes hambre? —me dijo, apoyándome las manos en los hombros y examinándome atentamente como si buscara, qué sé yo... ¿alguna lesión provocada por el miembro gigante de Sam? Ella debía de tener experiencia al respecto, pensé con melancolía.
—La verdad es que no, pero creo que me vendría bien comer algo —repuse.
—Te entiendo. Ven aquí —dijo ella y me condujo a una mesa llena de dónuts y una caja llena de vasos de café instantáneo de Starbucks.
—¡Starbucks! —exclamé—. ¿Y esto?
—Sabía que a los chicos les haría falta tomar algo —dijo Dahyun, encogiéndose de hombros— y elegí lo más sencillo. Come algo. Va a ser un día largo.
—¿Conoces a Eul? —pregunté. Había llamado a Chaeyoung hacía un rato, pero no me había contestado y no quería molestar. Lo último que necesitaban era preocuparse por mí, pero la verdad era que necesitaba saber cómo estaba. No podía ni imaginar lo que debía de estar pasando Eul. Dahyun se encogió de hombros.
—Sí, pero no muy bien —dijo—. No soy la clase de chica con la que ellos pasean en público, ya te puedes imaginar.
—¿Y eso te molesta? —pregunté e inmediatamente me mordí la lengua ante mi propia insensibilidad—. Lo siento, no debería haber dicho eso. Perdona.
—No te preocupes —dijo Dahyun con una débil sonrisa—. No pretendo convertirme en la propiedad de ninguno de ellos y, a pesar de lo que puedas pensar, he tenido más de una oportunidad de hacerlo. Aprecio mi libertad. Tengo mi sitio y hasta ahora me ha ido bien, aunque ahora tengo planes de mudarme. Aun así, esto... esto me ha dejado fatal. Siempre parecen tan fuertes que resulta increíble que algo pueda matarlos. ¿Sabes lo que quiero decir?
Asentí con la cabeza, pues lo sabía perfectamente. Recordaba muy bien que el día que conocí a Sam, me hizo pensar en Terminator.
—¿Conocías a Joonyoung? —pregunté y Dahyun asintió mientras se servía una taza de café.
—Sí —dijo, sin más detalles—. Estaba loco por Eul, ya sabes. Nunca la engañó. Sam es igual que él en ese aspecto. Lo de anoche no fue nada. Solo estábamos hablando. Espero que lo creas, pues es la verdad.
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› My property ꙳໋͙ HyunMin ⌕
General Fiction⸦⸧ Seungmin no necesita en su vida problemas como Sam. Pero el enorme, sexy y tatuado motociclista que se presenta en la casa de su hermano no está de acuerdo. Él quiere a Seungmin en su motocicleta y en su cama. Ahora. ५ adaptación boy love ©Sauri...
