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No escogí enamorarme de ti

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No escogí enamorarme de ti.

Simplemente te vi y pasó.

Me enamoré de cómo tus ojos se iluminan bajo las estrellas hasta el punto en que ellas compiten contigo por quién es más deslumbrante.

Me enamoré de tu bella forma de ser. Esa persona que no le muestras al mundo por miedo a ser juzgada.

Te amo tal y cómo eres.

Desde ese día en el que te vi a través de mi ventana.

Desde el día en que me sonreíste y tomaste mi mano.

Te amé, te amo, y te amaré.

Incluso cuando tú dejes de amarme.

—O—

La charola entre las manos de Olivia tiembla cuando sus ojos azules se ubican con los míos. Se disculpa con Hadden cuando este le pregunta si todo está bien, y hace un pequeño mohín antes de esconderse de mí al correr detrás del mostrador y comenzar a introducir varios dígitos en la máquina que supongo son de la cuenta del muy imbécil delante de mí.

El nuevo hombre en mi lista negra voltea el rostro para ver lo que ha alarmado a la chica de rubios cabellos. Las cejas de Hadden se alzan hasta el cielo al verme y sujeta la taza de café entre sus manos antes de llevársela a la boca para beber largo.

Mi primer instinto es ir hacia él para reclamarle por toda la santa de estupideces que anda diciendo sobre mí cuando dos manos se ponen contra mi pecho. Pestañeo, topándome con los ojos esmeraldas de Olivia. Tiene la mirada repleta de ansiedad.

—¿Puedo saber qué miércoles haces aquí? —pregunta entre dientes.

Su cabello dorado ha sido recogido en un moño, pero debido al impulso en el que me detuvo, uno que otro mechón se ha caído y ahora está desordenado por todo su rostro. Sus mejillas se ponen rosadas al percatarse de ello a través del vidrio de la ventana. Pasa saliva como puede antes de volver a regresar su atención a mí.

—Te he hecho una pregunta, Taehyung Neon —espeta cuando no le respondo.

La brusquedad en su voz me hace temblar por dentro.

—¿Acaso este no es un lugar público? —contesto de regreso. Alzo ambas cejas —. ¿Existe alguna ley en este lugar que me prohíba la entrada?

—No, ninguna ley —responde igual de brusca que antes —. Pero pensaba que todavía te quedaban algo de valores y saber respetar mi dolor.

Paso saliva —. Quiero respetar tu dolor, por supuesto que sí. Pero al mismo tiempo me siento miserable de saber que estás pasándola muy mal por mi culpa. Quiero ayudarte.

—Me ayudas al dejarme sola y al quedarte lejos de mi vida —afirma —. ¿Tu novia sabe que estás aquí? ¿Sabe que has venido a buscarme? Lo que menos quiero es un escándalo en mi trabajo. Lo último que me falta es que me despidan por tu culpa y eso sería la cereza en este pastel de miseria que me has regalado.

Euforia Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt