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He encontrado una razón para ser fuerte

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He encontrado una razón para ser fuerte. 

Me diste ganas de descubrir lo que era caer en un abismo. 

Un abismo que a otros les parece negro. Eso es porque son daltónicos.

Es un abismo manchado de múltiples colores. Azul, rojo, volviéndose una mezcla de púrpura claro.

Estás en todos los matices, Gia.

Un lienzo rebosante de tinta de colores.

Eso es lo que me ha hecho enamorarme de ti.

—O—

Últimamente siento que todo lo que hago es decepcionar a mi padre. 

Decepcionar a Axel significa fallarle a la persona que fue quien impidió que me convirtiera en alguien completamente opuesto a lo que soy hoy en día. Es el hombre que aceptó cuidar a dos niños a pesar de haberse prometido no tener hijos. No por ningún trauma personal, sino porque su vida de soltero era algo que quería mantener por el resto de sus años. 

Sin embargo, decidió cuidarme.

Me dio un hogar y se informó con millones de especialistas y consejeros para aprender de la noche a la mañana cómo ser padre, lo cual es algo que no se puede amanestrar de un día para otro. No creo que yo, de estar en su lugar, hubiera sido capaz de tomar aquel riesgo sin pensarlo dos veces. 

Axel dice que no necesitó tiempo para entender. 

Según él, me miró a los ojos y sintió que todo su mundo dejaba de girar a su alrededor para posar su atención en mí. 

A pesar de que en este momento luce molesto, con todo el derecho de estarlo, sé bien que no piensa las palabras que dijo en la calle. Son mentiras que su enojo le obligaron a decir y no lo culpo por ello. También he dicho cosas que no pienso cuando estoy bajo la influencia de la ira. 

Ji-Woo está terminando los arreglos del comedor junto a Alonso. Tienen dos meses de relación y al parecer todo está yendo de maravilla, ya que es la primera vez que mi hermana invita a uno de sus novios a pasar Navidad en la casa. Ambos me observan con asombro. 

—¡Tae! —Mi hermana corre hacia mí para abrazarme. El pequeño gesto me causa paz —. Qué bien que hayas llegado a tiempo. No sabes lo mucho que te he extrañado. —Me aprieta más contra ella.

—Yo también —contesto. Pego mis labios a su oído —. ¿Tú no estás molesta?

—No —responde en un murmullo —. Solo me debes mil dólares por un vestido.

Río ante el tono que decide usar.

—Además, creo que ya suficientes reproches tendrás por otros lados —añade con los hombros alzados —. Mi deber como tu hermana es apoyarte, así la hayas cagado a lo grande. 

Euforia Where stories live. Discover now