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Fuiste tú quien me hizo darme cuenta de lo que era amar

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Fuiste tú quien me hizo darme cuenta de lo que era amar.

Eres tú la persona con la bendición de hacer que la oscuridad brille, Park Taehyung.

Tienes el regalo de poder convertir lágrimas en cielos estrellados.

La tristeza se convertirá en tus sonrisas.

No las escondas más.

—O—

Probablemente no sea la mejor idea dejar que Taehyung vaya por su cuenta a la casa de su padre, pero ha insistido en que es mejor que sea él quien arregle las cosas.

Esa decisión me deja a mí frente a mi hogar.

Pongo la mano sobre la manija una vez que mis dedos se han deslizado por la pequeña tableta digital para colocar la contraseña de cuatro dígitos. Mi padre tiene cuatro hijos, por lo tanto las fechas de nuestros cumpleaños son lo que forman los números que abren la casa.

Empujo la puerta de madera sumamente lento. Sé que mi olor me delatará con Mocha y terminará ladrando de su emoción hasta llamar la atención de mis padres. Dejo la pequeña maleta sobre el sofá de cuero blanco y con pasos lentos entro a la cocina.

Liam está sentado en el comedor. Mi primer instinto es comenzar a pedir disculpas por haberme ido en medio de la locura, pero se esfuma de golpe al percatarme del gran detalle: está acompañado de una muchacha de cabello rubio cenizo.

—Hola —me saluda amablemente —. De seguro no te acuerdas de mí, pero me llamo Catalina. Nos conocimos en el partido final del torneo escolar —me recuerda.

Se levanta de la silla para tomar mi mano. Me percato que está usando uno de los vestidos de invierno que diseñé para esta temporada navideña. El color rojo de la prenda resalta el verde de su mirada. Es una chica muy hermosa, de pies a cabeza.

—Gia, ella es mi novia —me explica Liam.

—Por supuesto que sí. ¡Mucho gusto! —La tomo desprevenida cuando la abrazo —. Liam me ha contado muchas cosas sobre ti. Pero no me había dicho que eras así de hermosa.

—Muchas gracias. Pero tú eres más hermosa —me dice. Le sonrío —. Soy una gran admiradora, por cierto. Amo tu trabajo.

—Gracias. Te queda mucho mejor que a la modelo de la revista —admito, apreciando la manera en que el vestido se pega a su cuerpo —. Muy bello.

Mi hermano aprovecha para lanzarse sobre mí y poner sus brazos en mi cuello. Su cálida bienvenida me hace suspirar con alivio. Lleva sus labios a mi oído para susurrarme lo mucho que me ha extrañado esta semana y media, y respondo al acariciar su rubio cabello.

—¿Y Tae? —pregunta.

—En su casa —contesto —. Fue a hablar con su papá. Pero ahora mismo regresa con Hose y Seok.

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