EL PRIMER ENCUENTRO

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Giardia siempre había sido diferente de otros reinos. Era una gran isla, un gran reino unificado y al mismo tiempo dividido en tres grandes capitales. La capital de Xila, situada en las playas. La capital de Crom, entre las montañas y por último, la capital de Dena, en las zonas boscosas y acantilados. Cada una de ellas dividida estratégicamente de acuerdo a las virtudes de sus habitantes.

La leyenda de los antiguos dioses contaba que las tierras que veían nacer a sus hijos y se alimentaban de ellas los bendecían con dones específicos. Dones que más tarde se pondrían al servicio de sus reyes. El palacio se encontraba en la montaña más alta de la isla. Imponente, construido como una fortaleza de guerra, hermoso y más brillante que el mismo sol. Allí, sólo personas cuidadosamente elegidas podían vivir acompañando al Rey, la Reina y sus pequeños príncipes. Por supuesto, únicamente con el fin de poner al servicio de los mismos, los dones brindados por su casta.

A pesar de tener un sólo Rey, cada capital era dirigida por una familia cercana a la sangre real. Eran las familias Nobles, quienes se encargaban de educar y guiar a sus niños y niñas para explotar la naturaleza de su don.

En la capital de Xila, el don brindado por los dioses, había sido la inteligencia. No habían personas más listas que ellos en todo el reino. Su trabajo en el palacio, era aconsejar a la corona sobre sus decisiones en el comercio y leyes que se ejercían sobre las capitales. Manteniendo una opinión neutra. Eran las personas más allegadas a los reyes. 

La capital de Crom había sido dotada de fuerza y destreza para la batalla. La guardia y ejército que vigilaban el palacio y la isla estaba conformada por los habitantes de allí. No eran personas con grandes músculos o personas altas y fornidas, pero cada uno de ellos contaba con la fuerza de más de diez hombres. Su trabajo era simple, cuidar de todos en el reino. Desde animales salvajes hasta las criaturas más extrañas arribando a la isla o dentro de ella.

La capital de Dena dotó a sus habitantes con la habilidad del habla. Eran los encargados de crear lazos amistosos entre capitales. Cualquier riña entre ciudadanos, cualquier amenaza contra los reyes o signos de rebeldía eran controlados por ellos. Podría parecer una tarea sencilla, pero la verdad era que nadie más que ellos podían establecer una verdadera conversación. Muchos decían que su verdadero don venía de la hipnosis. Y existían rumores que hablaban sobre su capacidad para entender cualquier forma de vida leyendo su mente. Personas sumamente amistosas y confiables, sin mencionar que se trataba de los más leales a la corona.

Cada década, el rey solicitaba una guardia nueva. Eso significaba, cuatro integrantes de cada capital, doce hombres que tendrían que pasar algunas pruebas para demostrar ser dignos de servir directamente al rey. Si alguno no lograba llegar al final, toda la guardia no podría avanzar hasta que algún miembro de la guardia anterior tomara su lugar. Por supuesto, significaba una gran vergüenza para la familia y clan de aquel miembro en su capital. La competencia era mucha, las oportunidades pocas, pero todos querían un lugar allí. ¿Por qué? Sólo una cosa.

Honor.

Pero Giardia no era tan única sólo por ello. Existían los jiwa. La palabra tenía un significado simple y hermoso.

Alma.

Cuando una mujer daba a luz, desde el primer momento en que sentía dolor en el vientre, tenía una misión. Ella tendría que encender una fogata que no se apagara hasta que el niño o la niña naciera y abriera los ojos al nuevo mundo. Una vez nacido, recogería aquellas cenizas, colocaría al pequeño dentro de un círculo dibujado con aquellas cenizas, y lo abandonaría en un lugar remoto. Muchos seres extraordinarios y peligrosos tratarían de hacerle daño. Pero habría uno, uno que se dedicase a cuidarlo. En el primer momento en el que aquel ser vivo entrara en el círculo y dejara sus huellas sobre las cenizas, pactaría un trato con el recién nacido. Dejaría de ser él. Se conectaría en cuerpo y alma con su nuevo dueño. Sería su propio guardián.

RUN TO YOU [Jeongcheol]Where stories live. Discover now