catorce

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Aquello era nuevo.

Tener pareja para TaeHyung era algo imposible hace un año, pero atisbó la posibilidad cuando le empezó a gustar JungKook y su cabecita y corazón formaron un complot para que la idea le gustase. Tanto así que su corazón quedó al mando de sus sentimientos todo el tiempo, mucho más si Jeon patrullaba la zona.

Él no sabía lo que era el amor, ese amor chispeante y asustadizo que se desprende cuando recién lo notas, trataba de deshacerse de él y de las mariposas de alas largas que le hacían cosquillas en el estómago. Porque él no sabía lo que significaba eso. Tampoco entendía el mecanismo de convivir con ese sentimiento, si un día despertaría y las mariposas estarían muertas y con las alas rotas, o si simplemente se avivaban con la presencia de alguien en especial.

Descubrió, después de navegar por las densas redes sociales y blogs de internet, que las mariposas eran producto de una reacción química y del sistema nervioso fusionándose con el aparato digestivo... una explicación un tanto tétrica que acabó con el Omega arrojando la laptop fuera de su alcance para que su curiosidad no le invitase a buscar otro tipo de reacciones químicas relacionadas con el amor.

Pero las mariposas ahora estaban sonsas y casi extintas. Cuando se acercaba a JungKook, pocas reaccionaban y cuando JungKook juntaba sus pieles, todas se volvían locas y no sabía si debía relacionar la emoción de las mariposas con su nuevo problema.

Las erecciones.
Nunca en su vida había visto su pene erguido.
Y de la nada, de un día para otro, estaba recto como un tronco y necio como cualquiera porque no se tranquilizaba hasta que no lo azotaba con agua fría.

Era nuevo para él.

Ese día, un lunes a las nueve de la mañana, TaeHyung salió de su segunda clase con intenciones de regresar a casa y dormir. Todo su cuerpo estaba en otro lugar, como si le hubiesen proporcionado una guerra a base de acuchilladas.

Le dio vueltas al porqué tenía esa sensación tan agotadora y deprimente, al porqué sus compañeros se le quedaron viendo cuando entró esa mañana a las ocho si normalmente nunca le ven, también debía buscar la respuesta al porqué JungKook llegó corriendo a su lado.

—Hey... -Titubeó con una casta sonrisita en los belfos que se mantuvo cuando el Alfa le apresó con fuerza, sintió cómo exploraba sus cabellos en busca de su aroma y fue reconfortante aferrarse a él- Yo también te extrañé... -Murmuró con su voz amortiguada.

—Pero no deberías estar aquí, estás a nada de entrar a tu ciclo de celo y estás paseando por la universidad -JungKook le dijo preocupado, con el Omega escondido en sus brazos veía a todos aquellos Alfas que se quedaban viendo la escena.

De pronto el chico de baja estatura comenzó a ser un Omega de provecho para algunos de la raza superior, unos cuantos que se vieron cautivados por el aroma que desprendía, por su nueva imagen, por el Alfa que le cuidaba. Era obvio que en la universidad la mayoría se centra en sus cosas, pero cuando alguien destaca lo suficiente como para molestar, es observado a detalle. TaeHyung ahora era lindo para unos cuantos, cuando para JungKook fue lindo desde que le conoció.

—¿Mi ciclo? -Balbuceó con los ojitos miel entrecerrados- Uhm... ¿mi celo empieza ya? -Volvió a hablar entre dientes, cansado y a nada de dejarse caer totalmente en los brazos del Alfa- No son fechas para mi celo, Alfa tonto... -Sus palabras fueron bajando el volumen hasta que dejaron de ser audibles.

Jeon le tomó por los hombros, sacudiéndole un poco pero terminó por cargarle cuando vio que sus ojitos ya estaban cerrados y sus expresiones se borraban al paso de los segundos y dejaban su rostro sereno. Debía llevarle a su casa, conocía que su madre no estaba en casa y ChanYeol estaba en clases, por lo que en la casa del castañito no habría nadie que pudiese cuidar de él.

Y se lo hubiera llevado, ya le tenía en sus brazos y estaba dispuesto a pedirle ayuda a sus padres para que le ayudasen pero frente a sus ojos se dibujaron dos siluetas con caras largas y lánguidas, salidas de una película de terror en la que el Alfa galán es el primero en morir terriblemente asesinado por un pequeño chico de pequeños ojos que actuaba a la par de otro mucho más grande.

La sonrisa tierna y a la vez maquiavélica del joven pelinegro le hizo vacilar en contestarle con la misma mueca aunque esta más fingida y poco sincera.

—Debes ser JungKook -Habló alzándose de puntitas para ver a TaeHyung en sus brazos, como un bebé acurrucado y bien sujeto por el mayor, sus mejillas ardieron en un rojo violento.

El más alto asintió con diversas dudas a raíz de sus palabras.

—Somos amigos de TaeHyung -Dijo el otro chico que le acompañaba, éste con una cara más madura y con pocas ganas de vivir, se notaba por las prominentes ojeras que se dibujaban bajo unos ojos inyectados de sangre- Soy SeokJin y él es JiMin... -Guardó unos segundos y estiró sus brazos en dirección al Alfa- Veníamos a recoger a Tae...

Ambos los había reconocido al instante, no por rostro pero sí por nombres. Cómo no hacerlo si su pequeño Omega se pasaba hablando con ellos por mensajes y en cada anécdota contada aparecían esos dos nombres dibujados con estrellitas y corazoncitos rosas y amarillos. Era la primera vez que les veía desde que conocía a TaeHyung, de eso hacía casi un año.

—O-Oh... -Su garganta se secó, veía a ambos Omegas con algo de miedo, eran los mejores amigos de su pareja y caerles bien debía estar entre sus prioridades.

El cuerpecito del castaño fue puesto en brazos de SeokJin, dejando al Alfa extrañado y tristón frente a ambos. Los otros ni siquiera se despidieron y no le dieron una explicación más detallada del porqué habían llegado de esa forma, no es como que la exigiese, era más preocupación al saber que dejó a su Omega en cuidado de esos dos.

iridiscente | kooktaeWhere stories live. Discover now