tres

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"Quisiera poder odiarte.

Pero recuerdo que fuimos unos jóvenes con cabezas rellenas de fantasía y que guardábamos condensados sentimientos en nuestros corazones, que éramos tan ingenuos que pensábamos que tenerlos allí retenidos era lo mejor, sin saber qué tiempo después todo explotaría.

Fuiste la primera persona que se enamoró de mi, que se entregó a mi, que deseó tanto tenerme para siempre. Aunque sea egoísta. Yo también te quería solo para mi y para siempre, supongo que eso sigue en pie.

Mi piel reaccionaba a tus roces, mi boca buscaba la tuya, nuestros ojos estaban viéndose siempre.

¿Qué fue lo que nos arruinó? ¿Cómo algo tan mágico pudo verse perturbado?

¿Por qué dejaste que me hiciera daño? ¿Por qué no te creí cuando debí hacerlo?"

Era un viernes por la tarde, ChanYeol esperaba a su hermano en el portón de la universidad con un paraguas y una bufanda, el clima les daba un pequeño apretujón entre tanto y tanto, así que debían evitar enfermarse. Sabía que el pequeño Omega no portaba paraguas para la lluvia y que se niega a colocarse bufandas, que odia los gorros y aborrece los guantes, pero odia mucho más estar enfermo.

Una mueca en su rostro iba tornándose más y más seria y molesta a medida que el tiempo de espera subía y su hermano no se asomaba por esos lares. Estaba comenzado a creer que se le había escabullido y que seguramente estuviera en casa con sus chocolates calientes y su pijama enterizo, mientras que él está allí plantado como un estúpido.

E iba a creerse su propia suposición hasta que JungKook se acercó a él confundido.

—¿A quién esperas? -Dijo sin saludar abrochando su abrigo hasta donde la cremallera llegase, viéndole con los ojitos luminosos.

—A TaeHyung -Respondió en un suspiro- Se supone que salía hace media hora y por aquí no le he visto -Se quejó.

—Uhm, me pasé por su facultad y vi que estaban en un examen... -Murmuró alzándose de hombros.

Y luego quiso que Chan esquivase la pregunta del millón: "¿Qué hacías en la facultad de mi hermano?"

Porque sencillamente no quería ser un Alfa de lengua corta que se sonrojase al confesarle que quería verle, que quería llevarle a casa y que le esperaría hasta que terminase su control.

Pero ChanYeol rodó sus ojos.

—Entonces me iré a casa -Se rindió sacando las cosas del menor- Si te quedas por aquí, hazme el favor de darle esto y si puedes lo acercas a casa -Casi le ordenó plantándole sin excusas las pertenencias del Omega- JungKook, cuida de mi cachorro.

Ni siquiera se despidió el muy condenado.

Pero bueno, no tenía nada más que hacer y gracias a ChanYeol, ahora tenía una responsabilidad que quería desde el principio. Como si fuese bendecido por el destino, Jeon meneó su cuerpo en un baile victorioso al mismo tiempo que alababa a su orgulloso Alfa.

Se dirigió una vez más a la facultad del castañito, cerca de su clase para pillarle de salida y no perderlo de vista.

No llevaban mucho tiempo de conocerse y aún así hacía lo posible por acercarse a él, tenía algunos datos conocidos como sus horarios -gracias a ChanYeol-, sus gustos gastronómicos -le invitó un sándwich de pollo-, su día preferido -justo ese día-.

Y es que no tiene mucha más información, ¡porque TaeHyung no le habla!

Se sientan los cuatro en la misma mesa y sus ojos siempre están puestos en él, van a buscar la misma comida todos los días y siempre pide lo mismo, agacha su cabeza al comer y solo la levanta para buscar servilletas, no conversa con ellos y es exclusiva la vez que de sus labios salgan palabras enteras y alguna que otra frase.

El único paso que ha logrado para conocerle ha sido a la hora de buscar los menús, pues el de pequeña estatura propone temas de conversación. Le comenta sobre su día.

Y él, como un Alfa despistado y vulnerable ante un Omega que le gusta, no hace más que hacer el bobo.

TaeHyung ha de pensar que en verdad es un payaso.

Lejos de eso, se vuelve neutral y casi invisible cuando están en compañía de más personas.

Por más que Jeon intente ocultarlo, acepta que le gusta TaeHyung.

Le gusta su cabello, le gustan sus mejillas, sus labios, sus ojos detrás de esas gruesas gafas, le gusta verle sonreír aunque tenga brackets, le gusta su risa.

Pero JungKook sabe que realmente le llamó la atención por algo especial.

Su altura.

La gente suele tener maneras o gustos a la hora de elegir pareja, ¿cierto? A algunas personas les gustan otras que sean altas, o bajas, que sea mayor o que al contrario, tenga unos años de menos, que tenga el pelo largo, que tenga el pelo corto, que tenga los ojos azules, que tenga manos grandes, que tenga tatuajes... un etcétera de cualidades.

Pero Jeon tiene un gusto especial por las personas más bajitas que él. TaeHyung es pequeñito, tiene curvas y se ajusta a la complejidad de un Omega, lo que descubrió después solo fue un plus a su primer gusto.

Justo al momento de ponerse a pensar en él, el tiempo corrió a su favor muy rápido y cuando quiso ir en busca del castañito, él mismo se acercó a su sitio con una mueca en su rostro.

—¿Qué haces aquí? -Casi sin quererlo preguntó con una sonrisa, sus mejillas ganando un suave tono rojizo.

—Vine a recogerte, está lloviendo y no estás abrigado -Le riñó sacando su bufanda y gorro.

Tae le vio desde abajo con los luceros miel estrellados. Pasó la bufanda roja por su nuca, haciendo un nudo en los extremos para después apretarla un poco, ciñéndola a su cuello. Escuchaba con atención los latidos escandalosos de su corazón. Apartó sus cabellos marrones, enredándolos detrás de sus orejas, seguido de ello colocó el gorro con cuidado.

—¿Por qué vienes han descubierto estos días? Hace demasiado frío...

—Porque hay calefacción en las aulas -Respondió obvio.

—Pero fuera no hay calefacción, debes abrigarte o te vas a enfermar...

De la nada, JungKook le parecía un Alfa atento y servicial.

—Uhm, encárgate de cuidarme para que eso no suceda.

iridiscente | kooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora