Capítulo 19

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Hajime siempre creyó que otoño era refrescante y vivaz, incluso cuando durante esta época las hojas de los árboles se desprendían desnudando sus ramas y cubriendo la ciudad con ellas, no dejaba de preferirla por sobre el abrumador calor del verano y la intoxicante lluvia de colores que la primavera traía consigo. Pero ahora el tono gris que alguna vez lo reconforto no hacía más que sumergirlo, ahogándolo en las llamas del pasado que aún seguían presentes en su interior, ardiendo incluso más feroz que la primera de ellas.

Esa era la realidad de Kokounoi Hajime y la de todo aquel que seguía de pie, la constante de dolor y remordimiento era algo con lo que todos vivían sus vidas.

Incomodo por el hormigueo en su brazo, removió las vendas que cubrían su piel, permitiéndole respirar.

Quemaduras que debieron haber sanado hace tanto tiempo aun brillaban carcomiendo su piel, negándoles el derecho de sanar incluso cuando desesperadamente lo ansiaba.

Rápidamente coloco las vendas en su lugar, antes de que alguna enfermara corriera a regañarlo. Estar en el hospital era como asistir a un jardín de niños; siempre había alguien detrás asegurándose de que no dieras pasos en falso y abrieras nuevas heridas.

—Sueles pasar mucho tiempo aquí, ¿es por algo en particular? —preguntó sentándose en la banca junto a él.

Si había algo que odiaba más que la comezón y toda esta situación, era a la niña ahora sentada junto a él. La primera vez que la vio acercarse vestida de blanco con su cabello dorado cayendo como finos remolinos sobre sus hombros, realmente creyó que un ángel benevolente había venido por él.

Que gran error.

Esta niña estaba mas cerca de ser un demonio de mil años a un ángel compasivo y benevolente.

Las apariencias pueden ser realmente engañosas.

—Escuche de las enfermeras que es posible que llueva durante la noche, ¿quieres verlo conmigo? ¡Oh, tu vendaje! —sin siquiera preguntar tomo su brazo y termino por atar la venda que comenzaba a deslizarse. —Son realmente molestas, eh. —agregó tocando sutilmente sus muñecas.

—Lárgate. —escupió.

Sonriendo como si no lo hubiera escuchado, se cruzo de brazos y contemplo el cielo gris sobre sus cabezas.

—Hoy mamá trajo muchos libros, debiste verla estaba muy emocionada, creo que ya los leyó y estaba conteniéndose para no arruinarme la experiencia. Es tan linda. También trajo chocolates, pero... —volviendo la mirada hacia las manos vendadas de Kokounoi, hizo un puchero—, podrías ensuciarte al comer. No importa, podemos pedir prestados unos guantes, ¿crees que lo hagan? Tal vez tengamos que sobornarlos, sí.

Sin importar cuanto detestará oírla, muy en el fondo Koko se sentía aliviado de que hubiera alguien para apaciguar el abrumante ruido en su cabeza, ese que cada noche lo mantenía despierto hundiéndolo más en soledad.

—Eres muy molesta, ¿nadie te enseño que algunas veces es bueno y sano guardar silencio?

Ella se inclinó hacia él, con una sonrisa tan grande que Koko casi podía sentirla estampada contra su propio rostro.

—¿Eso es un no?

Antes de que pudiera articular respuesta alguna, fue levantando bruscamente de su asiento, encontrándose de frente con aquellos inolvidables ojos azules luciendo tan feroces como la última vez que los vio.

El bastardo de Akashi estaba vivo y más despierto que nunca.

—¿Es natural?

La mirada de ambos se desconectó, cayendo sobre la niña que con fascinación observaba a Sanzu. Koko podría jurar que tenía la misma expresión que cuando él la vio por primera vez. Y no podía culparla, Sanzu había vuelto a la raíz de cuando solo era un adolescente, luciendo como si el tiempo se hubiera rebobinado en él.

Soltándolo sin demasiada amabilidad, Sanzu se acercó hacia la niña y la observo fijamente a los ojos. Para sorpresa de Koko, ella no pareció intimidarse en lo más mínimo.

—¿Quién es esta mocosa?

—Ella es Aoi, una paciente del hospital y una menor de edad, así que cuidado.

—Los niños siempre son tan molestos. —escupió apartándose de ella.

—Aoi...

Interrumpiéndolo se levantó de la banca.

—Iré a ver a la Señora Gen, siempre le traen dulces los martes. —dedicando una última mirada a Sanzu se marchó.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Koko sin rodeos.

—Vine por la billetera de la Toman, evidentemente. Tú habilidad es lo único bueno que tienes.

—Toman ya no existe. —era la primera vez que lo decía en voz alta, la primera vez que se atrevía a pronunciar dichas palabras y aun así no tuvo el efecto que espero.

La expresión divertida de Sanzu decayó tan rápido como el aleteo de un colibrí. Pero aun así mantuvo la calma, algo que jamás hubiera visto en el Sanzu de hace un año.

—¿Tú también vas...?

Lo interrumpió.

—Se que es difícil. —mientras más rápido lo entendiera, más rápido acabaría. —Despiertas luego de tanto tiempo solo para tener que enfrentar todo esto de golpe, yo no podría.

—Koko...

—Pero debes hacerlo. Debes avanzar sin mirar atrás.

—No hasta que vea su cuerpo. Mikey sigue ahí afuera.

¿Es eso verdad? Muchas veces se lo pregunto, tanto que... solo pensar en eso consumía toda su energía.

—Espero que no —sorpresa destello en los ojos de Sanzu—, porque eso significaría que nos abandonó, que abandono a su hermana y a Draken, quien se está pudriendo en la cárcel justo ahora. Significaría que no le importo que Baji haya muerto o que Chifuyu se haya vuelto loco. Prefiero que este muerto a que eso sea una realidad.

—¿En serio crees que abandonaría a su hermana o a Draken? Son las personas a las que más ama, sin importar que tanto en la mierda este sumergido ellos son todo para él. No los abandonaría, no voluntariamente.

—Entonces que, ¿un agujero se abrió y se lo trago mágicamente? Porque también lo busqué y no encontré nada. No nos engañemos. Las llamas lo consumieron, ese es el final de la historia que intentas escribir. 





¡Hola!

Lamento la tardanza, estaba trabajando y el cerebro no me da para hacer dos cosas a la vez. (mentira, no estoy tan pendeja, en realidad es porque me da dolores de cabeza cuando actuó como un adulto y no puedo pensar en nada más que mi cama).

Aclaraciones:

-Paso un año desde el accidente del cementerio.

-Mikey desapareció como en cada arco del pinche futuro. XD

-Aoi tiene 15 años.

-Sanzu estuvo un par de meses en coma luego de lo que sucedió.

Y creo que eso es todo.

Se que es corto, pero espero que haya sido de tu agrado. (prometo que el siguiente será más extenso).

¡Adiós! 

Juego de MascarasWhere stories live. Discover now