Capítulo 13

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—Si. —contestó Chifuyu sin atisbo de duda, sorprendiendo a Baji. —Nadie merece sufrir, ni siquiera tú. —acarició su mejilla, en un intento por detener sus lágrimas. —Y si crees que lo mereces, entonces pagaremos el precio juntos. ¿De acuerdo? En este barco somos dos, Baji, navegamos juntos o nos hundimos juntos, no hay otro camino para nosotros.

—Chifuyu...

—¿Dolerá? Lamentablemente sí... y mucho... —Baji asintió, sollozos que jamás imagino podían salir de su garganta, llenaban cada espacio de Chifuyu. —Pero lo enfrentaremos juntos, ¿me oyes? No importa cuanta veces intentes dispararme, seguiré aquí.

—Lo siento. —lloró. —Yo realmente...

—Lo se. —sus brazos envolvieron a Baji, atrayéndolo hacia él. —No tienes, no conmigo. —Baji suavemente se dejó envolver por Chifuyu, permitiéndose derrumbarse frente a él, por primera vez.

Su llanto lleno el vacío de la habitación. La última vez que había llorado así, tenia siete años y una vida. Creyendo en las palabras de sus amigos, pensó que, sin importar la altura, caería parado como un felino. Y siendo Baji no podía quedarse con la duda, así que un día, se subió al árbol más grande que pudo encontrar en la gran ciudad de un niño y escalo sin reparo hasta la punta. Para unos ojos que poco habían visto, el mundo se había extendido por primera vez frente a él. Abajo, complemente seguros, sus amigos lo alentaron a saltar, asegurando que "solo perdería una vida", vaya ridiculez, pero aun así salto y casi pierde un brazo por ello. Incluso podía recordar el rostro de su madre lleno de lagrimas mientras lo regañaba en la camilla del hospital.

Ahí, todo triste por no haber caído de pie, Baji vio a un chiquillo de ojos celestes observándolo desde la puerta. El intruso miraba con curiosidad su brazo enyesado. Sin pensarlo demasiado, Baji hizo señas al niño para que se acercara, quien, sin titubear camino hacia él, aun con ojos curiosos. El niño se sentó en la silla junto a la camilla y sonrió para el niño de ojos marrón.

—¿Duele? —los ojitos del niño pestañaron expectantes a su respuesta.

—¿Si te rompo el brazo duele?

Si, Baji siempre había tenido ese tacto tan encantador, incluso desde niño, no podía evitar ser tan "amable" con preguntas que consideraba sus respuestas tan obvias.

—Hmm... —el niño doblo su brazo de forma extraña una y otra vez, bajo la confusa mirada de Baji. —No. —contestó seguro.

—¡Si duele! ¡Casi me rompo el tímpano de tan fuerte que grite! —exclamó exasperado.

El niño de ojos celestes miro con desconfianza al niño en la camilla. Se bajo de la silla y salió de la habitación, sin decir nada. Baji quedo flotando en la nube de la confusión, hasta que el niño volvió con otro de cabello rizado y ojos azules.

Su niño señalo al desconocido el yeso en su brazo. El de rizos observo sin mayor sorpresa y sin entender nada volvió a mirar a su compañero.

—Takemichi, ¿lo ves? No duele. —declaró el niño de ojos celestes.

El llamado Takemichi negó deprisa. —Iza lloro... —le recordó a su compañero, mientras tocaba levemente el yeso de Baji. —Su pierna hizo crac. —dijo haciendo con sus manos como si partiera una rama en dos.

—¿Tampoco cayo de pie? —sus ojos brillaron al encontrar a otra ser como él.

—... es raro. —le comento al compañero a su lado.

—Sip. —asintió con una sonrisa.


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Juego de MascarasWhere stories live. Discover now