Capítulo 9

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Sin poder evitarlo, Takemichi terminó sentado sobre las piernas de Mikey en el suelo del elevador, mientras este sostenía sus manos tras su espalda, inmovilizándolo en su lugar. Aunque la fuerza no se había ejercido, había algo en su expresión y en sus palabras que habían sido suficientes para someterlo bajo su voluntad.

Sus pensamientos que como un rió desbordado corrían intentando sobrevivir a esta abrumante situación, se detuvieron al sentir el cálido beso de su aliento sobre su piel, para luego ser tomado y besado realmente por él. Al no ver resistencia, los labios de Mikey juguetearon salvajemente sobre él. Y antes de que pudiera detenerlos, pequeños sonidos escaparon de su garganta, desestabilizando complemente al rubio de ojos negros. Una sonrisa brilló en los labios de Mikey, y como un niño chiquito mordió el caramelo entre sus dientes, dejando una dolorosa marca sobre su piel.

—¡Agh...!

—Shh... —susurró una voz gutural en su oído, mientras manos curiosas intentaban sumergirse bajo su ropa.

Con su cuerpo a punto de colapsar bajo el hambriento deseo, Takemichi se recargó entre los brazos del rubio y como si su vida dependiera de ello, clavó sus dientes sobre su cuerpo desnudo lastimándolo. Debido al dolor y la sorpresa, Mikey perdió el agarre sobre Takemichi, permitiendo que este se liberara.

Al encontrarse libre, se levantó rápidamente del suelo. Ahora realmente entendía el refrán "el tiempo es oro". Presionando teclas al azar logró que el ascensor se moviera al fin. Como si ángeles hubieran aparecido frente a él, las puertas del elevador se abrieron, iluminando su rostro con esperanza.

Pero antes de que pudiera salir del estado divino en el que se encontraba, las puertas se cerraron nuevamente. A su lado, Mikey con una sonrisa sostenía una tarjeta negra frente al tablero, que había neutralizado cualquier instrucción dada anteriormente.

—¡Esto es un secuestro! —gritó mientras el brillo divino lo abandona—. ¡Te demandare por secuestro e intento de violación! ¡Es más, lo publicaré en redes para que todo el mundo sepa lo peligroso que eres! Y así ellos... no... harán... —las palabras se desvanecieron al ser acorralado por aquellos ojos, que con diversión lo observaban. ¿Estaba burlándose de él?

—Inténtalo —alentó—. Denúnciame si tienes las agallas.

—¡Lo haré!

No, realmente no pensaba hacerlo. Takemichi solo quería alejarlo de él. Las personas normales suelen huir cuando se habla de demandas y denuncias públicas. Aunque no lo descartaba completamente.

—Hazlo, y les diré a todos la clase de persona que es tu amigo.

—¿Amigo? No sé de qué hablas —su voz estaba perdiendo fuerza, el poco valor que había tomado, se estaba desvaneciendo como hojas en otoño.

—Si te niegas a obedecerme, les diré a todos que tu amigo se revuelca con un hombre comprometido. Aunque no me sorprendería que tú y Chifuyu fueran iguales, después de todo son mejores amigos, ¿no?

—¿Qué? —Takemichi miró a su alrededor, su mirada perdida vago durante unos segundos, intentando comprender el peso de esas palabras.

La mano que Mikey reacciono rápidamente, capturando la muñeca de Takemichi, que inconscientemente buscaba en su pantalón alguna señal de su móvil. Lo único que pudo pensar al sentir sus manos sobre él, fue en cuanto detestaba a ese tipo. Pero necesitaba respuestas, por lo que conservó la calma e ignoró su desagrado.

—¿Quién?

Alzó las cejas—. ¿Preguntas con quién duerme? Vamos, lo conoces; cabello negro y ojos marrón, siempre con una mirada altiva hacia los demás. Un chico encantador —susurró lamiendo uno de sus dedos. Takemichi se estremeció bajo el tacto lascivo de su lengua.

Juego de MascarasWhere stories live. Discover now