XXIV. Pelea! Pelea!

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El juego del veo veo era divertido cuando minho tenía menos de diez años y su padre lo sabia de antemano. Sin embargo, pedirle a su único hijo que jugarán durante los viajes largos era rutinario y un tanto necesario para convivir.

— Veo veo... algo azul — habló el hombre.

Minho miró a su derecha. — Uhm, déjame adivinar... — meditó su respuesta. Cruzaban un puente colgante que comunicaba dos regiones en la isla, todo era azul. Mar y Cielo. — ¿El mar?

— Correcto.

Aplaudió su victoria y continuó con el juego hasta llegar a Nersuh dónde los objetos se volvieron cada vez más obvios; rocas, árboles, personas, aves y transporte. No parecía ir más allá y en consecuencia el juego se fue extinguiendo conforme se acercaban a su destino.

La radio dejo de sonar por una interferencia dejando el interior del vehículo sumergido en silencio. Minho miraba por la ventana y sin ser común en ambos hombres, el silencio se disipó y dio rienda suelta a una serie de anécdotas.

— Vamos, en mi juventud yo también molestaba a quien me gustaba — confesó el padre entre risas.

Le había contado sobre changbin y su estúpida forma de ligar.

— Tu madre me mando directamente a la enfermería más de una vez por diversos golpes — agregó sin dejar de reír. — Me esforzaba por hacer que me notará y ella simplemente disfrutaba de su vida sin meterse con nadie

Minho no creía plenamente esas historias debido a que su madre era extremadamente dulce. — No creó que-

— ¡No me golpeaba! — exaspero el hombre. Un bache los hizo brincar. — Ella era ese tipo de chica que le sonreía a todo mundo y que respondía con dureza cuando era necesario. Yo era un cretino que muchas veces arriesgaba su vida por entretener.

— ¿Para sorprenderla?

— Efectivamente. Un día colgué de un árbol para poder bajarle un balón de fútbol.

— ¿Funcionaba?

— Bueno, no siempre lo lograba pero conforme pasaba el tiempo logré dejar de ser un cretino y me volví más... como decirlo...

— Maduro

— ¡Efectivamente!

Minho hizo diversas preguntas sobre la relación de sus padres en la juventud. Por alguna razón sentía una necesidad de saber como era sentirse atraído por alguien, así que después de unas cuantas historias de enamoramiento decidió confesar a su progenitor lo que llevaba sintiendo los últimos días.

Comenzó hablando de un amigo que se sentía nervioso cuando un chico en particular, haciendo énfasis en la o, se le aproximaba. Su padre inmediatamente dijo que era una respuesta común a una posible atracción y minho no pudo evitar atragantarse con su saliva.

— P-pero no creo que le guste...

— ¿No?

— Es decir... no creo que sea apropiado ser tan rápidos.

— Cuando alguien te gusta, las cosas pasan muy rápido y si no te apresuras... pueden romperte el corazón

— Pero me refiero a que son dos chicos...

El señor Lee detuvo el automóvil frente al garaje de su hogar. — ¿Y eso que tiene que ver?

Minho analizó la situación en la que se encontraba. Intentó mirar a su padre pero la severidad con la que lo miraba le crispo los vellos de la nuca.

— Nada... — murmuró con la cabeza gacha. Quitó el cinturón de seguridad y cuando intentó abrir la puerta el seguro hizo clic impidiéndole salir.

hippie -ˏˋ¡ minsung ೄWhere stories live. Discover now