Minho conoce a Jisung en un huerto abandonado. Parece no ser para tanto pero pasa el tiempo y no puede evitar que aquel chico le invada con amor hasta los huesos.
Sana era bien conocida en aquella institución educativa como La enfermera Han.
Mujer de apariencia firme y solemne, con una cabellera castaña y rizada, un uniforme blanco impecable de dos piezas y unos labios abultados que siempre lucían un color carmín.
Cualquier persona se encontraba cautivada por su apariencia en cuanto la veían llegar, incluso los alumnos y profesores.
Sin embargo, la mujer gozaba en mostrar su actitud incorregible con el fin de intimidar. Estaba claro que los múltiples diplomas que colgaban de las paredes de la enfermería no tenían en vano el escudo militar a un costado del nombre; Han Sana.
— Que no me pasa nada
Entre los pasillos se murmuraba que aquella enfermera era ruda y cruda con sus métodos, y que no existe forma alguna de verla en alguna faceta "blanda".
— Pero Hannie, no has probado bocado y tu hermana lo hizo con mucho cariño
Como era habitual en los cotilleos, todos hablaban suponiendo y nadie sabía la verdad.
Jisung reconocía a su hermana como una mujer mandona pero sobre todo, una adulta que trataba de simular una figura materna.
— ¿Sabes que puedes decirme cualquier cosa?
Jisung bramo cansado — Lo sé...
Sana no desistió y volvió a preguntar si todo estaba bien. Recibió la misma afirmación y continuó con la tarea de cerrar con llave la puerta de la enfermería. Ya eran las ocho de la noche.
Jisung había adelantado el paso dejando a su hermana atrás. Bajo las escaleras rápidamente y corrió rumbo al estacionamiento. La tarde de aquel día había coqueteando deliberadamente con Minho y eso lo hacía sentir inquieto.
Estaba claro que le gustaba el pelinegro desde el primer momento que lo vio. Era un gustar que él catalogó como "pasajero" pero pasaron los días y Minho no lo ignoró como los demás.
— No se que te sucede pero deberíamos hablarlo
Sana lo alcanzó en el estacionamiento, Jisung ya estaba montado en la bicicleta.
— Tengo que llegar a lavar mi ropa interior, por favor apresúrate
La mujer dejó de vacilar y decidió sentarse en la rejilla trasera de la bicicleta.
— Ya te pusiste gruñón — se burló ella.
Jisung no demoró en pedalear rápidamente, su hermana a sus espaldas hablaba con toda tranquilidad sobre cómo fue su día.
El viaje transcurría sin novedad hasta que la enfermera nombró a cierto pelinegro.
— ¿Recuerdas al alumno que trató de trepar el muro del huerto? Pues es hijo de los nuevos profesores de la universidad... es un Lee
Jisung trato de no desviar su atención del camino pero cuando escucho lo último decidió parar en seco.
— ¿Lee...? — pregunto.
Sana le apretó los hombros de donde se sostenía. — Lee Minho, hijo de dos profesores de la universidad.
Jisung sonrió con amplitud.
Esa noche lavo su ropa interior mientras pronunciaba de mil formas aquel nombre. Tal vez era demasiado pronto para sentirse tan sofocado, pero quién podría culparlo de ser enamoradizo.
— Tienes un bonito nombre Minho —dijo por última vez antes de acurrucarse en su cama.
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Siento que minho escucharía caloncho (en especial palmar o amor papaya) mientras lava sus calzones. pidoperdon
