1. El Inicio

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6 meses antes...

Hago una mueca de molestia, cuando Carlos se ríe de mí.
-No es gracioso Carlos. No quiero repetir curso otra vez, esto es una broma- digo mientras me cruzo de brazos haciendo un puchero.
-Venga Gabi no es para tanto. Seguro que te adaptas muy bien, como siempre. Harás nuevos amigos y estarás bien, ya verás- intenta consolarme mientras coloca su mano en mi hombro dándole un agradable toque de calor y ternura.
Carlos es el chico que me gusta. Llevo loca por él desde que lo conocí en el primer año de instituto, y aunque el instituto solo debería haber durado cuatro años, a mi ya se me alargó uno más en segundo curso, y desgraciadamente, ahora en cuarto, parece que se alargará otro más.
Carlos es alto y delgado. Su pelo se mezcla rizado con tonalidades rubias y castañas muy claras. Sus ojos son profundamente azules y sus rasgos son finos y elegantes. Es literalmente lo que siempre había deseado. Es simpático como el que más y tiene un corazón de oro, de verdad, es ideal. Pero no, no somos pareja, solo somos amigos. Lo hemos intentado en numerosas ocasiones y siempre ha salido mal. Así que nos mantenemos en una amistad con algún derecho momentáneo.
-Bueno Gabi, tengo que irme. ¿Nos veremos algún día este verano?- comenta Carlos con esa sonrisa de oreja a oreja que me encanta.
-Algún día- Respondo y lo abrazo antes de irme despidiéndome con la mano.
Este año ha sido duro. Empecé el curso con unas notas increíbles, pero igualmente enfermé a finales y no terminé el curso. En segundo no fue así, en esa edad lo único que me importaba era salir por ahí, fiesta, y solo fiesta. Volviendo a lo que estoy haciendo, meto la llave en la cerradura de mi puerta. Por fin he llegado a casa desde que me dieron la gran noticia y solo quiero tumbarme en la cama y dejar pasar el día.
-¡HOLAAAAA!- exclamo al entrar, pero no hay respuesta.
Así que estoy sola. Pues bueno, activemos el modo drama y metámonos en la cama. No termino de cumplir mi deseo cuando mi móvil vibra en la mesita:
Lara: GABIIIII!!!! Acabo de llegar de las vacaciones. Vamos al chiringuito esta tarde porfi, estoy deseando ver quien son los nuevos camareros.
Oh, madre mía. No tenía ganas de nada, pero es cierto, el cotilleo puede conmigo y estoy deseando ir. El chiringuito es un bar recreativo de mi ciudad en el que hay futbolín, diana, piscina. Todo esto al aire libre. Solemos pasar los veranos allí metidos todos los amigos de mi barrio y yo. Cada año cambia de gerente, y por lo tanto de camareros, así que el morbo de los primeros días siempre es: ¿Quiénes serán?
Yo: Okeyy! a las 18:00 allí.
Lara: Perfe.
Me encuentro mirándome al espejo, acomodando mi media melena castaña. Llevo un top blanco sin mangas y unos shorts. Salgo a la calle, me pongo mis gafas de sol y me dispongo a caminar hacia el chiringuito. El día es cálido y el sol no se pega demasiado, justo en un clima de finales de junio. En el camino encuentro a Lara. Ella es de estatura media, como yo. Su pelo es de un voluminoso y ondulado color negro, sus ojos son cafés y su nariz y su mandíbula son finas y esbeltas. Lara me parece preciosa, lo es y ella lo sabe. Por el camino seguimos hablando de todo un poco, ella me cuenta que ha ligado con un socorrista en sus vacaciones y que se ha quemado mucho con el sol y yo solo asiento y me río. Al final de tanta cháchara llegamos sin siquiera darnos cuenta. Las altas puertas de bambú se elevan sobre nosotras y cuando entramos todo es igual: a la izquierda muchas mesas, entre ellas situados los recreativos. Al frente una enorme piscina rodeada de césped y a la derecha, nuestro objetivo, el mostrador, al cual nos lanzamos como aves rapaces, hambrientas de un nuevo chisme. Necesitamos saber quiénes son, y disimular no es nuestro fuerte. Entonces cuando nos sentamos cada una en un taburete dispuestas a pedir algo, levanto la mirada y mis ojos se abren como platos.
-¡¡¡Sam!!!- conozco a uno de ellos del instituto - ¿Pero qué haces tú aquí?- le pregunto sonriente.
-Pues, he venido a ver si me saco un dinero el verano- habla mientras sale de la barra y se acerca a darnos un abrazo. - Y vosotras, ¿Qué tal?- oh no, no, no, me niego a hablar del tema - Bien. La verdad Sam, no esperaba verte aquí, que alegría- Dice Lara justo antes de que yo pueda mentir con algo como que he aprobado, yo solo asiento con la cabeza - Bueno chicas, me voy a seguir con mi trabajo, ¿Un par de cervecitas?- Oh si, si, si ahí ya nos vamos entendiendo -¡Poooor supuestooo!- exclamo alto y claro.
Y así pasa la tarde, cerveza, risas y anécdotas para aburrir. También hemos conocido al jefe y al compañero de Sam. El jefe se llama Jorge, es alto, su pelo negro oscuro está perfectamente peinado con lo que parece un gel fijador bastante resistente. Sus azulados ojos expectantes tras unas gafas, rondará los 40. Sin embargo, su compañero parece joven. Se llama Daniel, es muy alto y corpulento. Su cabello castaño se ve sedosamente liso peinado hacia atrás en un pequeño tupé. Sus ojos son brillantemente marrón claro, ocultos también tras unos cristales. Sus rasgos son bonitos y sus mejillas se bañan de lunares. Sus labios son finos y rosados. Además, parece simpático y no para de reír. Transmite buena vibra .
-¡Saaaaaam!- le grito desde fuera porque está lejos y quiero que me oiga.
-¡No griteeeees, ya voooy!- cuando llega a donde estoy, una sonrisa de superioridad se forma en mi cara y él me mira mal. -Vente esta noche con nosotras a la caseta- le digo cuando me presta atención -¿Qué es la caseta?- -Es un porche con bancos donde vamos los del barrio a pasar las noches de verano- añado sonriente, pero el me mira con ojos de cachorro castigado -Yo por mí sí, pero el que conduce es Daniel así que tendrás que convencerlo a él- Mi cara cambia de una sonrisa divertida a una mueca seria, para al instante retomar la diversión de mi rostro -¡¡¡Danieeeeeeeeeeeel!!!- grito a los cuatro vientos sin ningún pudor. Sus ojos se fijan en los míos y un atisbo de intimidación amenaza con aparecer, lo aparto enseguida y continuo con mi cometido -¿Puedes venir un momento?- Añado intentando adoptar un tono dulce que no parece ser muy creíble después del berrido anterior. Él asiente y se acerca. A esta distancia es más imponente, se ve más alto todavía, y yo le doy una sonrisa de angelito que parece hacerle gracia porque deja escapar una pequeña risa ronca de sus labios - Dime- su voz me gusta, es grave pero no demasiado, dulce pero no demasiado -Venid Sam y tú esta noche a la caseta- y cuando termino la frase pongo ojitos de corderito para aumentar la presión. Pero se ve que no hacía falta, porque enseguida aceptó. -Sí me lo pides así, no puedo negarme- mi sonrisa se engrandece y añado - Muy bien que haces. Pues dame tu número y os aviso después de cenar- él asiente, sonríe y coge mi móvil. No sé porque pero me siento nerviosa. Se agrega como Danielcito <3 y me devuelve el teléfono sin apartar los ojos de mí. Siento que el corazón se me saldrá del pecho y entonces vuelve a hablar, y cuando creía que los nervios se desvanecían, me encontraba ahí, nerviosa, con el corazón como un caballo desbocado por la simple frase que salió de sus labios.
-¿Sabes que eres la primera chica que me pide el número?-

ROTA (cuando el alma pide auxilio)Where stories live. Discover now