P a g a n o

| S E V E N

- ¿Qué diablos dices? Yo no he muerto.

-Físicamente no, tú alma en cambio, está más que muerta, ha muerto junto con las personas que mataste, pero no se trata de ti, se trata de tus logros. –sonrió grande, sus ojos brillando bajo la luna y los brazos extendidos, abiertos señalando alrededor. - ¡Vamos, disfruta de tu colección, Matt!

- Un demonio ha entrado en mi cuarto, en este momento tiene mi cuerpo a su merced ¿Y tú quieres dar un paseo por el cementerio local?

-Sí, era preciso venir y que vieras tus crímenes cobijados por la niebla, ¿Acaso no te gustan? ¿No son especiales para ti, Matt?

- Ni uno solo.

Aire saliendo de manera pesada por sus labios, negación en su voz. - Vaya decepción, creí que hacías de la muerte un arte, tal vez te falta un poco más de practica para que aprendas a amar tu pecado.

-Realmente no tenemos tiempo para esto, necesitamos volver ahora.

- ¿Volver para que el dolor te consuma desde el núcleo? ¿Para que su agonía se convierta en la tuya? ¿Para qué lo alimentes con tu miedo? –se acercó, su sonrisa extendiéndose imposiblemente más, su mano apretando firme su barbilla, sus ojos mirándome el alma. – Porque eso hará, tú no conoces al diablo Matt, pero él a ti sí, sabe de la sangre que ha manchado tus manos, del listado de nombres que llena tu lista negra, sabe de eso que escondes con vehemencia, tus secretos más enfermos, esa colección bajo tu sótano, esa carne que comiste y sabía ilegal, sabe todo y cuando lo enfrentes tus pecados te comerán vivo, no lo dudes.

-Pero él, dijiste que no, que él no iba a lastimarme.

-Él no, tus pecados son los que te harán caer, te comerán vivo, ya sabes, el dolor que generamos es el mismo que obtenemos, reglas básicas Matt.

- ¡¿REGLAS DE QUÉ?!

-Las reglas universales de vida y destino, por eso es importante que aprendas a amarlos, que te vuelvas uno con tus pecados, que no les temas, para cuando llegué el día de tu juicio recibas tu castigo con cara de gloria.