| AMNESIA

8 6 3
                                    


Habían pasado días, semanas y Satty no había vuelto, tampoco su memoria, al principio no recordaba un pequeño espacio negro en el tiempo y entonces simplemente olvidó todo acerca de la primera noche que pasó en el hospital, los primeros días, pues, según le dijeron ya llevaba tiempo ahí dentro y él sólo recordaba haber despertado en medio de esa fría y pulcra cama, con Saturno mirándolo preocupado y su memoria no podía descifrar qué había pasado en medio de aquellos hechos; también tenía la sensación de que había olvidado otras cosas, pero no sabía exactamente cuales datos eran los que le hacían falta, sólo tenía esa sensación de vacío colgando de su espalda y no sabía por qué.

Últimamente no sabía nada y eso lo fastidiaba de sobremanera, por lo que trató de aferrarse a la nueva rutina que ahora tenía, esa rutina que los doctores se habían encargado de crearle; cada madrugada esas voces lo despertaban a las tres de la mañana en punto y se la pasaban hablando con él hasta que la hora pasaba y podía volver a dormir, después su enfermera entraba a las siete a su cuarto para asegurarse que no se hubiera suicidado y más importante aún, para asegurarse de que no hubiera matado a nadie durante la noche, así que, mientras mandaba a Matt al baño para asearse, la enfermera se encargaba de revisar todo el cuarto, desde el armario hasta debajo de la cama y cada cajón del buro, Matt lo sabía, su TOC* no pasaba por alto cada pequeño detalle que a la enfermera se le había olvidado arreglar, sabía que lo tenían vigilado y también sabía que había mil razones de por medio para ello, así que no ponía ni pero ni objeción respecto a ello.

Después la chica lo guiaba hacía el gimnasio del hospital y normalmente Matt no hacía nada, nunca tenía ganas de hacer nada, así que se quedaban horas y horas sentados, mientras Matt miraba a la nada y la enfermera le decía otro de sus típicos discursos motivacionales, después el estómago de ambos gruñía y la enfermera se levantaba derrotada y lo llevaba a su cuarto con resignación, mientras ella se dirigía al comedor. Porque claro que Matt no comía, hace mucho que no lo hacía, ni él ni sus voces lo necesitaban, pero de igual forma, el personal insistía en que él tenía que mantenerse fuerte y estable, así que cada mañana después de ese estúpido y aburrido rato en el gimnasio, su enfermera esperaba a que él se recostara en su cama para conectar aquellas agujas a sus brazos, y Matt pasaba casi todo el día así, con cables y agujas en su cuerpo, que lo llenaban de vitaminas, carbohidratos y otras cosas que podría adquirir comiendo, pero él no comía, no merecía comer.

Aquellas voces se lo habían dicho y él les creía, siempre les creía.


Después la misma enfermera volvía y le quitaba todas esas cosas para que pudiera ir al área de recreación y hacer algo, lo que significaba ver a Matt pasar el resto del día pintando lienzos azules sin ningún orden o sentido en específico, pero aquel día alguien interrumpió su rutina, pues habían colocado otro taburete al lado del suyo, con un lienzo igual de pulcro como el de él y por un momento su TOC se activó y esa ansiedad que no había sentido hacía semanas, regresó, consumiéndolo de golpe. Tan descompuesto se veía su rostro que la enfermera se acercó a él rápidamente.

-Tranquilo Matt, no pasa nada, está bien ¿de acuerdo? Está todo bien, respira.

Y Matt lo hizo, respiró porque ya estaba acostumbrado a hacer todo mecánicamente, a seguir ordenes cual muñeco. Cuando la enfermera lo vio mejor, le dio su espacio para que acomodara sus cosas como él gustara.



A los minutos de que Matt empezara a teñir su lienzo de azul, el otro paciente que había solicitado el taburete, llegó y los vellos en la nuca de Matt se erizaron con su presencia.

-Dime, ¿quieres tu memoria de vuelta, Matt?

La voz de aquel extraño resonó en sus oídos y por un momento todo su cuerpo se congeló, aquel chico no había movido sus labios y, aun así, él lo había escuchado hablar.

-Sigue pintando, no pueden saber que me has escuchado, no pueden vernos hablar, está prohibido.

Esta vez estaba seguro de que lo había escuchado claramente, no podía estarlo imaginando.

-Matt, si quieres saber todo eso que no recuerdas, mancha de azul tu pincel.

Y Matt no sabía lo que estaba sucediendo, estaba muy confundido e internamente aterrado, la ansiedad acumulándose en su estómago... pero hizo lo indicado y accedió, porque la curiosidad podía con su miedo.

Un instante después Matt cayó de rodillas, en medio del peor ataque que había tenido en su vida, no sabía si era de ansiedad o de pánico, simplemente se desconectó y su cabeza dolió siendo invadida por todas esas cosas que antes le hacían falta y ahora recordaba.

Él recordaba y ardía en culpa por el peso de sus muertes, se rompía en culpa por la imaginen del rostro desencajado de Saturno al descubrir sus muñecos, porque, oh Dios, habían descubierto sus muñecos...


*TOC: Trastorno Obsesivo Compulsivo 

P a g a n oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora