| LA COSA

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Pasaron las noches, una a una en vela como ya era costumbre, pues aquel extraño seguía apareciéndose a las doce en punto sin falta para contarle más cosas sobre el funesto lugar, eso sumado a los extraños ruidos que a veces retumbaban en el hospital, hacía que a Matt le fuera difícil dormir con normalidad, pues sus demonios, las voces... eso dentro de él parecía activarse con la noche como si el llamado de los gritos o los canticos extraños los despertaran, como si ya supieran que ese chico se haría presente en la habitación y tal vez así era, tal vez lo sabían...


Aquella noche no fue la excepción, esas voces parecieron arremolinarse en su interior con fervor, al mismo tiempo que aquellas súplicas se colaban quedamente en el cuarto, sonidos ahogados que por más que Matt los escuchara noche tras noche, seguían erizando su piel, seguían poniéndolo ansioso.

-Que buen chico eres Matty, tus demonios despertaron antes, ¿Listo para la historia de hoy?

-Nunca lo estoy.

- ¡Me alegro! Porque esta noche iremos de paseo.

-Estoy débil, ¿lo olvidas?

-Tu cuerpo lo está, pero tu alma no, tienes un alma fuerte Matt, puedes ir a dónde quieras si te lo propones, si realmente lo deseas.

Una mueca de confusión se instaló nuevamente en la cara de Matt, el extraño ya acostumbrado a la ignorancia del chico en aquellos tópicos tan turbios, se acercó sin inmutarse, llevó su pulgar a su boca y sus afilados dientes rompieron la piel haciéndola sangrar.

-Haremos un desprendimiento sencillo, en realidad yo lo haré, pero cuando estés preparado podrás hacerlo solo. - Explicó acercándose aún más a Matt, inclinándose sobre él.

- ¿Q-qué haces? Aléjate.

-Ya te expliqué lo que haré Matty, tienes que aprender a escuchar.

-No quiero que hagas nada, vete.

-Tienes que confiar, Matt, de eso va todo.

- Confiar en ti... ¡ni siquiera sé tu nombre!

-Oh Matty, Matty.... los demonios caen por su nombre, recuerda eso.

Sin más, acercó su dedo ensangrentado a la cara de Matt, pintando algunos símbolos sobre la frente del joven, mientras murmuraba ese rezo de antaño, aquellas palabras antiguas que ponían al chico en trance.

«Exeatis animam tuam, et animam tuam dimittere tuus meam relinquo vobis, et animam tuam dimittere.»

Repitió aquello hasta que el cuerpo translúcido de Matt, su alma, abandonaba su cuerpo físico, elevándose poco a poco hasta tocar el techo, dejando a la vista aquel hilo plateado tan conocido que unía alma y cuerpo.

«Free estis, et ad reditus: vacat vobis, liberum cutis ut reverterentur ad te. »

Matt tomó una bocanada de aire con dificultad, se sentía como si hubiera estado demasiado tiempo bajo el agua y después abrió sus ojos entrando en pánico, estaba flotando, él estaba flotando...

-Bien, eso era lo más difícil, ahora vamos, tengo que mostrarte algo.

- ¿Qué?

-La razón de tu insomnio.

-Pensé que tú eras el causante de ello.

-Oh no, yo soy tu salvación, no lo olvides.

El extraño tomó la mano de Matt y sin más aparecieron en el cuarto rojo, ese donde hacían las misas y los sacrificios, el joven se horrorizó a penas llegar, podía ver demasiados cuerpos amontonados, era una visión real del purgatorio en la Tierra.

-Bienvenido al infierno Matt. -dijo la voz de aquel extraño, burlón.

- ¿Me trajiste para ver esta mierda?

-Claramente eso hice, pero, sobre todo, te traje para que veas este cuarto.

- ¿Por qué? ¿Cuál era la necesidad?

-La necesidad es que veas la podredumbre del lugar, necesito que entiendas lo jodidos que estamos, ¡MÍRALO! ¡MIRA A LAS VICTIMAS DEL AQUELARRE! ¡MIRA EL DOLOR!


Y ahí estaba Matt entrando en una crisis porque nuevamente todo era demasiado, el asco sobreasándolo, el miedo dejándolo vulnerable, él volviendo de golpe a su cuerpo, los aparatos sonando estrepitosos, la enfermera movilizándose rápido para atender el paro en el que había caído, todo tan oscuro de repente. 

P a g a n oWhere stories live. Discover now