La Ciudad

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Cuando recupero la conciencia, me encuentro recostada sobre una cama. Me incorporo lentamente, haciendo grandes esfuerzos para no marearme.

Levanto la cabeza y recorro el lugar con la mirada. Aunque lo intento, no logro reconocer dónde estoy. ¿Debería eso ser normal? Quizás el viaje me afectó demasiado y ahora no puedo distinguir mi propio hogar.

La poca iluminación me dificulta la visión. Me hallo dentro de una habitación ocupada por una cama, una mesita y un armario. No hay decoraciones ni adorno alguno; se trata de un cuarto sumamente simple y modesto. Me pongo de pie y salgo al pasillo.

Me encuentro con dos habitaciones más, idénticas a la otra. Enfilo hacia la escalera y, cuando llego al piso de abajo, descubro que el resto de la casa mantiene el mismo estilo extremadamente humilde, con muebles básicos y artefactos sencillos.

El estado de la casita no es el mejor. Hay varias capas de polvo cubriendo los objetos y distingo varias manchas negras distribuidas irregularmente por las paredes. Me da la sensación de que ha sido abandonada a causa de un ataque o algún suceso parecido.

Me topo con la puerta de entrada y salgo afuera, entrecerrando los ojos para que la luz del sol no me encandile. Hay decenas de casitas que rodean a la mía, todas exactamente iguales. Se trata de un conjunto de viviendas con forma cuadrada y pintadas de un gris apagado.

Absolutamente desconcertada, exploro el lugar en busca de ayuda y me encuentro con Tris, Harry y Thomas, que lucen igual de perdidos que yo. Todos menos Tris, cuyo rostro expresa una mueca de enojo mezclado con preocupación.

- ¿Acaso ustedes también despertaron en una cama dentro de esas casas cuadradas? - pregunto, señalando el lugar del que había emergido.

Los muchachos asienten con la cabeza, con expresión afligida.

- Vamos, tenemos que encontrar y reunir a los demás tributos - dice Tris, que aun sostiene su amenazante pistola -. Seguramente aun duermen en las demás casas. Regístrenlas y, una vez que nos encontremos todos juntos, partiremos en dirección a otra parte de la ciudad. Esto no luce seguro...

- Espera, ¿qué dijiste? - inquiere Thomas, que la mira confundido -. Suenas como si pudieras ubicarte en este lugar.

Tris inspira profundamente antes de responder.

- Estamos en Chicago. Mi ciudad natal.

***

Justo como Tris lo había previsto, el resto de los tributos se hallan dentro de las casas, en el mismísimo lugar en el que yo había despertado. Tobias, el novio de Tris que también es originario de Chicago, luce exhausto al igual que el resto del grupo, pero distingo cierta determinación en su rostro, como si estuviera dispuesto a retomar el liderazgo y buscar la forma de sacarnos una nuevamente de ésta.

Una vez que nos hallamos todos reunidos, el muchacho se posiciona para hablar, con Tris a su lado.

- Muy bien, como podrán ver, los Juegos no terminan aún... - comienza a decir, pero una aguda alarma comienza a sonar, interrumpiendo su discurso.

Todos permanecemos en silencio, buscando el origen del sonido. Súbitamente, un conjunto de hologramas se encienden sobre la pared de uno de los imponentes edificios que se alzan en dirección al cielo, como si fuera un cartel muy luminoso. Los hologramas proyectan una imagen que es cada vez más nítida: la de los autores de nuestras sagas reunidos.

Reconozco el rostro de una de las mujeres y su ligeramente familiar voz resuena cuando habla.

- Bienvenidos nuevamente, tributos - saluda Suzanne, la autora de mi saga -. Estamos orgullosos de anunciar que la mayoría de ustedes han logrado superar con éxito la primer parte de estos nuevos Juegos. La forma en la que dejaron sus diferencias de lado para aliarse y trabajar en conjunto ha sido admirable. Felicitaciones a todos y cada uno de ustedes.

Los Juegos LiterariosWhere stories live. Discover now