El Pájaro

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Al día siguiente, corremos hasta los depósitos en los que Peeta encontró el Hilo de Ariadna. EL espacio es demasiado estrecho, pero nos las arreglamos para caber todos. Annabeth y Percy dan un paso al frente y lo estudian con atención, corroborando que se trate del indicado.

- Es este - murmura Percy, sin terminar de creérselo del todo -. Lo ha encontrado.

A este anuncio le siguen una serie de aplausos, agradecimientos y felicitaciones a Peeta, quien sonríe con timidez.

- Genial - exclama Thomas, claramente entusiasmado -. Cada vez estamos más cerca de la salida. Hoy acompañaré a los corredores por el Laberinto y prometo volver al Área en busca de los demás si tenemos la inmensa suerte de localizar el traslador.

Esto es absolutamente increíble. Mi cabeza no termina de aceptar que nuestro alocado plan es acertado.

- ¿Qué hay de los tributos que todavía no han salido del laberinto? - pregunta Tris.

Casi lo había olvidado. Tobias, Peter, Edward, Teresa y Clary todavía no han regresado. Probablemente se hallan demasiado perdidos en inmersos en el laberinto como para volver. Seguramente no se imaginan la gran alianza que encontrarán si regresan al claro. Solo espero que no les haya sucedido nada... Me estremezco de solo pensarlo. Ya han pasado una noche solos, en aquel laberinto plagado de quién sabe qué clase de criaturas.

- Proseguiremos nuestra búsqueda - anuncia Thomas, intentando disimular sin mucho éxito que no se había olvidado de ellos. No lo culpo; es lógico que esté tan entusiasmado con nuestro plan ahora que es casi seguro que funcione.

Tris lo mira con el ceño fruncido, pero luego revolea los ojos, irritada y se cruza de brazos. En cierto sentido, yo también me sentiría igual de frustrada si Peeta no estuviera conmigo. Debe de extrañar mucho a su novio.

Todos abandonamos el depósito y, unos minutos más tarde, los Corredores se encuentran listos para partir en busca del traslador. Les deseo suerte mentalmente mientras veo como sus figuras desaparecen tras doblar en una esquina.

Paciencia. Ya falta poco para regresar a casa. Cada vez más cerca.

***

Dado que, milagrosamente, nuestra única teoría sobre el laberinto ha dado resultado (o por lo menos viene bien hasta ahora), las Planeadoras contamos de un pequeño tiempo libre. Thomas nos dijo que colaboráramos con los demás para preparar todas las provisiones en caso de que debiéramos partir. No obstante, mi mente estaba dispersa y necesitaba concentrarme en otra cosa que fuera un poco más relajante.

Lógicamente, decidí internarme en el pequeño bosque del Área. No era nada comparado con el de las afueras del Distrito 12, pero la sensación que sentía al recorrerlo era prácticamente la misma. El silbido del viento, el olor a tierra y a humedad, la irregular superficie por la que camino. Todo me recuerda tanto a mi antiguo hogar que las ganas de regresar son cada vez más intensas.

Arribo al pequeño arroyo y me siento en la orilla a contemplar como el agua fluye lentamente.
Mi mente vaga por el vacío, mientras analizo el mágico ambiente que me rodea. Debería estar agradecida de que puedo tomarme un descanso durante estos Juegos. Nunca jamás me habría imaginado que todos los tributos pudieran aliarse de esta forma. Y lo más impresionante es que el trabajo en equipo está dando resultado. No paro de asombrarme.

Me recuesto suavemente y observo como las hojas son sacudidas por el viento. Permanezco allí tendida por minutos.

Oigo el sonido de unas pisadas contra las hojas a mis espaldas. Estoy a punto de cargar el arco y apuntar a quien se acerca cuando distingo que se trata de Percy y suelto el arma. Supongo que le debo mi reacción a mis agradables experiencias durante los antiguos Juegos.

- Hola - saluda el muchacho con una sonrisa encantadora que carga con una cubeta de madera.

Le devuelvo el saludo amablemente, aunque, en realidad, no estoy muy feliz con su aparición, dado que detesto cuando mi paz es interrumpida por alguien.

Observo como el muchacho se agacha junto al arroyo y llena su cubeta de agua. Luego se pone de pie y me dedica una sonrisa divertida al descubrir que lo miro con tanta persistencia. Acto seguido, cierra sus ojos y estira su mano en dirección al arroyo. Contemplo como una porción de agua se desprende del caudal y asciende en el aire, mientras cambia de forma constantemente. El fluido movimiento del líquido es hipnotizante.

- Asombroso - murmuro, completamente anonada.

De repente, oigo el canto de un ave y desvío la vista hacia arriba, en dirección a la copa del árbol del que proviene. Percy baja su brazo, la porción de agua desciende y cae al agua con un chapoteo. Ahora ambos miramos al pájaro atentamente, atraídos por la belleza del animal. No logro reconocer su especie.

Súbitamente, suena el conocido boom del cañón y el pájaro sale disparado a toda velocidad en dirección al cielo, aleteando frenéticamente. Vuelvo la mirada hacia Percy y descubro que el rostro del muchacho expresa la misma sensación de preocupación que yo estoy sintiendo en este momento.

Un cañonazo, una muerte. Inmediatamente, el rostro de Peeta aparece en mi mente y el miedo se apodera de mi cuerpo. Intento mantener la idea a raya pero se me hace inevitable. No podría continuar adelante sin él.

Me pongo de pie y juntos corremos hacia el Área.

Los Juegos LiterariosWhere stories live. Discover now