Aliados

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Cuando despierto, me siento mareada. Estoy tendida en el suelo y mi mente da mil vueltas. Al incorporarme, descubro que no estoy sola. Retrocedo instintivamente en busca de mi arco.

- Tranquila - me dice Hermione al ver mi reacción -. No tengo intenciones de hacerte daño.

La muchacha está sentada en el suelo, revisando las cosas en su mochila. Luce exhausta.

Honestamente, nunca pensé que iba a tener aliados durante estos Juegos, omitiendo a Peeta. Pero esta chica me ha salvado la vida; pudo haberme matado. Y, sin embargo, se ha quedado a cuidarme. Quizás no entiende que el propósito de todo este asunto es la muerte de un puñado de personajes literarios.

- ¿Qué era esa cosa? - pregunto.

- Un dementor - responde -. Succionan tu alma, se llevan la paz, la esperanza y la alegría. Jamás pensé que iba a encontrarme con uno de ellos aquí. Quién sabe qué otra criatura anda rondando en este laberinto... - levanta la cabeza, como si otro de esos monstruos estuviera acechando.

No quiero sonar desagradecida pero necesito preguntárselo:

- ¿Por qué me salvaste? ¿Por qué simplemente no me dejaste morir?

- Como dije, no tengo intenciones de hacerte daño - repite -. Mira, creo que no hay necesidad de andar matando a gente inocente a sangre fría por ahí.

- Pero ese es justamente el motivo por el cual nos han metido aquí - repongo.

- Si nadie mata a nadie, entonces no hay ningún ganador. Encontraremos la forma de sobrevivir, si permanecemos todos juntos.

Al principio, creo que esta chica está completamente perdida. Pero ahora que lo pienso mejor, tiene algo de razón.

- Igualmente, no todos piensan como tú - digo -. La audiencia quiere vernos morir. Además, si el resto de los tributos no nos mata, los dementores lo harán.

La muchacha suelta una risilla y no sé cómo tomármela.

- Sigo creyendo que es innecesario...

- ¿Entonces estás diciendo que si un tributo intenta matarte no te defenderás porque crees que su muerte es innecesaria?

- Estoy diciendo - contesta Hermione, con el ceño ligeramente fruncido -, que si tengo que salir de esta Arena de alguna forma, no lo haré asesinando personas.

Acto seguido, se pone de pie energéticamente y me mira desde arriba.

- ¿Vas a quedarte allí sentada esperando a que vengan a por ti o vas a acompañarme?
Me siento humillada por un segundo. Luego, cojo mi arco y comienzo a recorrer una vez más los extensos pasillos del Laberinto junto con mi nueva aliada.

***

- Tenemos que hallar una fuente de agua - comento, mientras caminamos. Estoy sudando y la caminata se está tornando muy densa -. Tengo algo en mi mochila pero no durará mucho.

- No creo que encontremos agua en el Laberinto - responde Hermione.

- Por lo que tenemos que regresar al claro - completo -. Realmente me parece una idea terrible. Estoy segura de que la mayoría de los tributos están allí. Además de que no tengo ni la menor idea de qué camino seguir para llegar...

Mi aliada rió.

- Pues que suerte que estoy contigo - dice -. Un encantamiento brújula será suficiente.

La muchacha busca su varita mientras dobla en un recodo, pero se interrumpe de golpe, clavando los talones en el suelo, y casi me la llevo puesta. La maga suelta la mochila y levanta su varita. Entonces, veo al tributo al final del pasillo.

Es Thomas. Distingo una pizca de sorpresa en su rostro al vernos, pero no hay miedo. Tiene una pistola. Me descuelgo el arco, dispuesta a atacar, por precaución.

- No te muevas - le advierte Hermione, con voz amenazante.

El chico levanta las manos y se agacha lentamente para depositar su arma en el suelo.

- No dispararé - dice.

¿No dispararé? Desde que habían empezado estos Juegos, me había encontrado con dos tributos y ninguno de ellos había presentado intenciones de matar. No creo que su actitud le agrade a la audiencia, sedienta de sangre y acción.

- Entonces entrega el arma y apártate - ordeno. No confío mucho en este muchacho.

- Esperen - dice -. Creo que puedo servirles de ayuda.

- ¿Y qué te hace creer que la necesitamos? - pregunta Hermione.

Thomas hace una pequeña pausa antes de responder.

- Ya he estado aquí. Ya he escapado de este laberinto.

Su declaración me sorprende. Si este chico está diciendo la verdad, necesito aliarme con él si quiero sobrevivir.

- ¿A qué te refieres? - vuelvo a preguntar.

- Creo que puedo encontrar una salida.

Las palabras resuenan y quedan suspendidas en el aire por un momento.

- Yo no estaría tan segura - dice Hermione, por fin -. No creo que los Vigilantes hayan construido una Arena con una salida conocida por los tributos.

- Quizás el chico tiene razón - comento, en voz muy baja -. Estamos en un laberinto. Los laberintos tienen una salida ¿no?

Hermione me dedica una mirada sospechosa pero, una vez que lo piensa, su expresión se suaviza.

- Si ya has estado aquí, entonces asumo que conoces el lugar - dice la hechicera -. Supongo que puedes conducirnos a una fuente de agua.

- No estoy seguro de que sea exactamente el mismo lugar - responde Thomas -. Pero puedo encontrar algo.

Otro aliado más en menos de un día. Me sorprendo a mí misma.

Súbitamente, un aullido estremecedor rasga el aire. Permanecemos en silencio, presos del pánico. Nos acercamos al chico para agruparnos, con las armas en alto.

- ¿Creen que deberíamos correr? - pregunto en un susurro.

- Espera, no aún - responde Hermione -. No hasta saber a qué nos enfrentamos.

El sonido de las pisadas se va intensificando y un escalofrío me recorre la espalda. Suena como si alguien fuerte, grandote y pesado se estuviera acercando. Una sombra se proyecta antes de que la criatura aparezca ante nosotros.

Se trata de un monstruo espeluznante, con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Es inmenso y, aunque me encuentro al otro lado del pasillo, alcanzo a percibir su olor repugnante. Al contemplar el tamaño de sus cuernos, tenso el arco automáticamente.

Conozco a esta criatura. Nunca pensé que iba a encontrarme con uno.

Delante de mí, se halla un Minotauro.

Los Juegos LiterariosWhere stories live. Discover now