Capítulo LIX

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Al final de las clases de esa tarde, los efectos del Filtro de Paz se habían disipado, dejando a Harry con una sensación de temor que lo invadía. Apenas podía enfrentarse a la cena, sintiendo una permanente y miserable rudeza en sus mejillas. La cabeza le latía con fuerza y no podía mirar a nadie a los ojos. Todos deben saberlo ya, pensó. Todos deben despreciarlo. La mano de Draco en su muslo por debajo de la mesa le hizo dar un respingo y tensarse. Malfoy apartó la mano ante su reacción y eso, de alguna manera, hizo que Harry se sintiera aún peor.

-Tengo que... -se cortó, incapaz de idear una mentira convincente. Se bajó del banco y se alejó, solo.

Se encontró de pie en la gran entrada. El equipo de Quidditch de Hufflepuff irrumpió por las puertas del castillo, haciendo que Harry diera un salto.

Algunos le saludaron con gritos amistosos de "¡Hola, Harry!" y "¡Buenas noches, Potter!". Él les dedicó lo que esperaba que fuera una sonrisa mientras pisaban con sus botas nevadas el suelo y se dirigían a su dormitorio. Los pies de Harry lo llevaron hasta el lugar donde había estado parado en su sueño. Miró el pasillo vacío. Nada más que las cálidas paredes de piedra y el parpadeo de las antorchas en los seguros apliques de metal. Sus ojos se posaron en el suelo, donde yacía el cuerpo de Lavender, desgarrado y devorado. Por un momento, le pareció ver su sangre rezumando entre las losas.

Sacudió la cabeza. No, eso era sólo donde ella había estado en su sueño. Sus ojos se desviaron hacia el otro lado de la escalera de mármol. Allí. Ella había muerto allí. Un escalofrío febril le recorrió la columna vertebral y Harry se apoyó en la pared, sintiéndose mareado. Lo único que podía oír eran los gruñidos y los gritos de la batalla, el golpe de los cuerpos arrojados descuidadamente sobre la barandilla. Y a Draco. Huesos rotos. Asfixiándose al ser cortado ese nervio vital. Pero no, eso tampoco había sido esa noche. Eso no había sucedido en absoluto. O sí. En parte. Harry no podía recordar, no podía rastrear qué era real y qué era sólo un sueño, porque mucho de lo que era real había sido una pesadilla.

- ¿Harry? -abrió los ojos y giró la cabeza al oír la voz de Hermione. Ella estaba de pie entre Ron y Draco en la entrada que llevaba hacia el gran salón- ¿Qué estás haciendo aquí?

Los dos chicos tenían expresiones gemelas de preocupación.

-Estás vivo -le dijo Harry a Draco- ¿Verdad que sí?

El rubio asintió con cuidado, siempre se veía tan hermoso a la luz de las antorchas. Podría haber sido un ángel, pensó Harry, tal vez lo era.

-Sí, amor -respondió Draco tímidamente-, estoy vivo, ¿recuerdas? Sólo fue un sueño.

Harry asintió y volvió a cerrar los ojos, pero no recordaba. Sólo recordaba la muerte. Lavender y algún otro estudiante cuyo nombre ni siquiera conocía, arrojados sobre esas piedras, y Draco.

-Ron, ve a buscar a McGonagall y a Madame Pomfrey -dijo Hermione, con su voz todavía agradable y tranquila-. Harry se encuentra mal.

Harry se sintió como si estuviera ahora donde Lavender había yacido moribunda, observándose a sí mismo desde el exterior como una escena de una obra de teatro. Draco y Hermione se acercaban, tímidamente, como si pudiera asustarse como un cervatillo manchado. ¿No sabían que no podían alcanzarlo? Estaba hasta aquí, y eso era sólo su cuerpo. El toque vacilante de Draco hizo que Harry volviera a su sitio con un violento jadeo. El otro chico dio un salto hacia atrás, sorprendido.

-Lo siento, Harry, lo siento, no quería asustarte -dijo Draco rápidamente-, ¿estás bien? -su expresión era de dolor.

-No estaba allí -intentó explicar Harry-. Tú me trajiste de vuelta.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora