Capítulo VII

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Harry se despertó poco después cuando Ron le sacudió el hombro.

—Déjame. —intentó Harry, antes de poder entender lo que estaba pasando.

—Tenemos que mostrarte algo —siseó Ron—, levántate.

La seriedad de la voz de Ron hizo que Harry se espabilara.

— ¿Qué cosa? —preguntó, balanceando las piernas sobre el lado de la cama.

—Sólo ven. —fue la única respuesta que obtuvo.

***

Hermione los esperaba en la sala común.

—Así que, hasta ahora, nuestro plan no está funcionando —explicó mientras los guiaba a paso ligero por el pasillo—. Volvía tarde de la biblioteca y vi esto.

Doblaron la esquina en el gran salón, y el "esto" del que hablaba fue instantáneamente aparente. Había una gran sábana blanca colgada sobre la mesa de Slytherin, con letras negras que decían "MUERTE AL ESCUDO SLYTHERIN".

Harry se pasó las manos por la cara.

—Bueno, no hay puntos por la originalidad. —suspiró.

— ¿Y en qué demonios estaban pensando? Un profesor probablemente vería esto mucho antes de que bajara algún alumno. —regañó Hermione, casi como si los ofendidos estuvieran presentes.

—Creo que Malfoy puede tener razón —reflexionó Harry—. Se trata de los alumnos más jóvenes. Todo esto es un poco inmaduro, un poco chapucero.

—Hm —Hermione tarareó su acuerdo— Bueno, sólo quería que lo vieras antes de deshacernos de él.

—Bueno, espera —dijo Ron—, ¿no deberíamos, ya sabes, buscar pistas?

Harry y Hermione giraron la cabeza hacia él casi a la vez.

—Creo que has estado leyendo demasiadas novelas de Bruce Briar: Inspector Auror, Ron —suspiró Hermione, cansada—. ¿Qué esperas encontrar? ¿Una huella perfecta en las migas de pan tostado de la mesa del comedor?

Ron se sonrojó.

—Podría ser. O que falte una sábana.

—En realidad, no es una idea terrible —murmuró Harry—. Podríamos preguntar a los elfos domésticos la próxima vez que cambien las sábanas, a ver si pueden echar un ojo.

—Y también deberíamos comentárselo a McGonagall —señaló Hermione—, supongo que no le gustaría que jugáramos a ser detectives sin que ella lo supiera.

—De acuerdo —aceptó Harry, bajando la sábana con magia—. Ustedes dos llévenle esto y yo iré a las cocinas a charlar con Winky, a ver si puede ayudarnos.

Hermione asintió.

—Ten cuidado, Harry.

—Bueno, no creo que nadie me persiga, particularmente. —sonrió tranquilizadoramente.

Hermione no le devolvió la sonrisa.

—Lo sé, pero sabes que me preocupa.

—Tendré cuidado —prometió Harry—, te veré por la mañana.

***

Harry le hizo cosquillas a la pera y abrió las puertas de la cocina. A pesar de lo avanzado de la hora, la cocina seguía bullendo, y el olor a pan recién horneado invadía el lugar.

Un elfo que no reconoció se precipitó hacia delante, con una serie de paños de cocina convertidos en una toga improvisada que le rodeaba el cuerpo.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora