Capítulo XIII

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—Hola —susurró Harry al subirse a la cama de Malfoy aquella noche. Se sentía exponencialmente más incómodo que la noche anterior, ahora que estaba en la etapa de "después de besar a Draco Malfoy". Lanzó un rápido locus secretum una vez que hubo cerrado las cortinas tras él.

Malfoy levantó la vista del libro que estaba leyendo.

—Buenas noches.

—No seas raro. —gruñó Harry.

— ¿Estoy siendo raro? —replicó Malfoy, poco convencido, metiendo su libro en un bolsillo adosado al cabecero de la cama para tales fines.

—"Buenas noches" —imitó Harry— ¿qué es esto, un cóctel?

—Hemos asistido a muchos cócteles, ¿verdad, Potter?

—Cállate. —refunfuñó Harry, poniéndose a trabajar en la rodilla de Malfoy.

—Podrías obligarme. —ofreció Malfoy con una sonrisa invitadora.

—Dame un minuto —dijo Harry, moviendo diligentemente la pierna de Draco. Parecía estar mejorando—. Si empiezo a besuquearte ahora, no estoy seguro de cuándo pararé, y probablemente no llegaré a tu rodilla, y entonces nunca volverás a caminar correctamente, y algo me dice que puedes guardar rencor.

Sorprendentemente, por un breve momento, eso pareció callar a Malfoy.

Harry sintió un ligero toque en su flequillo. Levantó la vista. Malfoy le llevó el flequillo a un lado, manteniéndolo así mientras pasaba la yema del pulgar por la cicatriz de la frente de Harry. Harry apenas había pensado en su cicatriz en meses. No sabía qué hacer con la mirada fija de Malfoy.

— ¿Qué? —preguntó, sintiendo ese calor tímido subir por su cuello; ¿acaso Malfoy pensaba que era feo? Harry no sabía mucho sobre cómo los chicos lo veían, especialmente chicos como Draco que eran todo líneas finas y ángulos atractivos, belleza practicada como si hubieran sido esculpidos por un arquitecto. Harry estaba... bien, decente, suponía. Muy lejos de la obra de arte que se presentaba ante él, claro. Se sentía tan cohibido como en la escuela primaria, escuálido y nadando entre las manos de Dudley. Pero Malfoy parecía gustar de él, se recordó Harry. Pensó en las palabras del otro chico, "la primera vez que te vi en esa maldita escoba..." Harry sintió que ahora también le ardían las mejillas.

—Bésame. —exigió Draco.

—Todavía faltan diez repeticiones. —insistió Harry.

—Diez repeticiones no harán o romperán el estúpido proceso de curación, Potter. —gruñó Malfoy.

—Lo sé, pero si no las hago sólo estaré pensando en ellas todo el tiempo. Cuando te bese, quiero pensar en besarte.

—No estoy seguro de si eso es un insulto o un cumplido. —comentó Malfoy.

—Es sólo una afirmación de hecho. Merlín, a veces eres imposible.

— ¿Acaso no lo soy? —Malfoy sonrió con soberbia— Es parte de mi encanto enigmático.

Harry resopló y sacudió la cabeza.

—Ya está, son diez.

De repente, Harry fue brutalmente consciente de la presión de sus cuerpos y del espacio reducido. En el vestíbulo, también había sido lo mismo, pero habían estado de pie. No habían tenido las rodillas de Malfoy entre ellos, y ahora... ahora quería empujar su propia rodilla junto al cuerpo de Draco, presionarlo, contenerlo, pero no sabía qué le estaba permitido.

— ¿Y ahora qué, Potter? —dijo Malfoy, exasperado— Pareces un neandertal intentando resolver un problema de matemáticas.

—No quiero aplastarte. —murmuró Harry, vagamente humillado.

Un Camino A Seguir [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora