¿Y si la realidad va más allá de lo que vemos?
Maia Marlow no lo sabe, pero es de las pocas personas capaz de viajar entre realidades alternativas. Un día cualquiera, unos agentes del servicio de inteligencia la encontrarán y le asignarán una misión...
La llegada fue rápida o, mejor dicho, el aterrizaje lo fue.
Maia se golpeó con fuerza contra un frío suelo de baldosas grisáceas. Estaba tan desorientada que le costó darse cuenta de los rasguños de las rodillas, más del hilo de sangre que le nacía en la frente. No sabía dónde se encontraba, así que se levantó con cuidado. Se sostuvo sobre los pies desnudos y empapados. Solo cuando dio un paso al frente, dejando una huella mojada, empezó a recordar lo que había ocurrido. Asustada y con el corazón acelerado, se palpó el cuerpo y deslizó las manos por todo el neopreno, con el que se había sumergido en el tanque de agua salada. La sangre empezó a pintar las baldosas, gota a gota.
—¿Qué ―balbuceó una voz― qué está ocurriendo? ¿Se encuentra bien?
Maia alzó la mirada. Una mujer con algo de sobrepeso y embutida en un vestido de estampado floral muy fuera de moda se quedó quieta, atenta a cualquier movimiento de la joven. No la había visto entrar, tampoco comprendía porqué estaba empapada y vestía de esa forma.
Maia entró en pánico. Miró en derredor. Solo había ropa por todas partes. Las pocas clientas que había en la tienda murmuraban entre ellos al tiempo que lanzaban miradas incomprendidas con tintes de miedo y preocupación. Una de ellas buscó, con manos temblorosas, el teléfono móvil en el bolso e, instantes después, pronunció:
―La policía está de camino.
Maia se giró, quizá en busca de una salida. Lo cierto es que le latía tan rápido el corazón que no sabía lo que estaba haciendo, o qué debería hacer. Se olvidó de todas las clases de la agente Fisher; de todos los consejos de Max.
Las gotas de sangre dibujaron un círculo a su alrededor. Cuando pensó que se desmayaría en ese mismo lugar, mareada y con la garganta a punto de estallarle en lágrimas, cerró los ojos.
En un pestañeo Maia regresó.
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