Estabas de camino a la corte, con las manos agarrando el volante mientras te preparabas mentalmente para el caso que tenías por delante.
Era el caso de divorcio habitual: una pareja rica, mucho dinero en juego y una esposa muy enfadada que descubrió que su marido la engañaba con su secretaria. Casi querías vomitar por lo poco original y aburrido que era este caso, pero te encargaste de defender a la mujer, por el bien de la solidaridad de las mujeres. Sin embargo, hubo un detalle que hizo que este caso fuera muy interesante e hizo hervir la sangre de ira y emoción al mismo tiempo: el abogado defensor del esposo no era otro que Jeon Wonwoo.
De todos los abogados a los que te has enfrentado antes, él es el único que iguala tu ingenio y tus habilidades, lo que lo convierte en tu mayor oponente en el campo de la ley, y el único que ha logrado romper tu racha de casos ganados. Y lo despreciaste absolutamente por eso.
O tal vez era solo su aura suave pero poderosa, combinada con su sonrisa elegante y rasgos afilados, su figura alta y fuerte siempre acentuada por los trajes que vestía. Cada vez que entra a la cancha, tiene la mentalidad de ganador, una sonrisa de confianza en sus labios cada vez que te tiene como oponente. Siempre tiene su forma de hacer que las cabezas se vuelvan en su dirección, incluso si no estaba presumiendo en primer lugar.
En pocas palabras, odias a Jeon Wonwoo por quién es, porque tiene todo lo que buscas en un hombre.
Consultas la hora en el panel de control de tu coche y decides hacer una parada para tomar un café, teniendo al menos una hora por delante hasta la asamblea del juzgado. Estacionas tu auto al lado de un Mercedes negro pulido, que te resulta terriblemente familiar, pero te encoges de hombros. Entras en la tienda, con la chaqueta del traje sobre los brazos. “Un macchiato de caramelo, por favor”, “Enseguida, señorita. Serán cuatro dólares”, responde el cajero y buscas tu billetera para pagar tu café.
“Yo pago el café”, escuchas una voz a tu lado y ves el brazo de un hombre deslizando la tarjeta de crédito sobre la máquina POS. “Oh, gracias, no tenías que-”, vuelves tu atención hacia él y tu rostro cae una vez que te das cuenta de que quien pagó tu café fue el mismo Wonwoo. “¿Qué haces aquí?”, le preguntas con un tono pasivo-agresivo. “Solo bebiendo una taza de café, como tú, cariño”, sonríe, tomando un sorbo de lo que parece ser un espresso de tueste oscuro. “¿Un macchiato de caramelo? No te tenía para el tipo dulce”, “Tengo que compensar la amargura del campo y los que están en él”, respondes con ironía.
“Es realmente una vergüenza, T/N. Una mujer tan hermosa y capaz como tú, actuando como una perra venenosa, tsk tsk...", comenta Wonwoo con un tono degradante y tú te hurgas la mejilla con la lengua molesto. "Ves, Jeon... Algunas de nosotras somos perras venenosas porque tenemos que lidiar con imbéciles egocéntricos que piensan que son los dueños del mundo, ¿sabes lo que digo?", respondes y sonríes una vez que ves al hombre. deja caer su sonrisa y aprieta la mandíbula.
“Sígueme”, agarra tu muñeca y te jala hacia los baños, todo mientras protestas. Abre la puerta de golpe y comprueba si están vacíos, pateando la puerta para cerrarla detrás de él y empujándote contra la pared, atrapándote entre sus brazos. "¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?!", Aprietas los dientes, los ojos hirviendo de rabia. “Tienes algo de valor, llamándome gilipollas egocéntrico, todo mientras caminas con tus malditos tacones YSL, mirando a todos cada vez que entras a la cancha”, te gruñe en la cara, mientras se quita el traje. se afloja la corbata y se desabrocha los tres primeros botones de la camisa, sus tonificados pectorales asoman por debajo. “¿Y sabes qué es lo peor de todo?”
"Me excita hasta el punto de que quiero joderte los sesos bonitos", admite con un tono pesado y sientes una oleada de humedad en tus bragas de encaje. “¿Cuál es el punto de decirlo si no lo harás?”, te burlas de él con una sonrisa. Pero te sale el tiro por la culata, ya que él te quita bruscamente los pantalones cortos del traje, los tira al suelo con agresividad y empuja tus bragas a un lado, desabotonándose apresuradamente sus propios pantalones para revelar su impresionante corpulencia, y se te hace agua la boca al verlo.
"Te arrepentirás de haber dicho eso, cariño", dice con un poderoso empujón, sacándote el aire de los pulmones. "Y creo que ya lo haces", se ríe mientras agarra tu muslo y engancha su brazo debajo, inclinando sus caderas para golpearte más profundo. Él echa un vistazo rápido a tus talones, pasando su mano por tu pierna, la piel de gallina estalla en tu piel. Él te mira y comienza a follarte con avidez, su polla taladrándote el coño a un ritmo brutal.
"Maldita sea, cariño, estás tan apretado alrededor de mi polla", gime y tú gimes, tus manos agarrando su pecho, las uñas clavándose en su piel. "Joder, eres tan condenadamente grande", siseas y Wonwoo se ríe sombríamente, sus labios dejando un rastro de besos húmedos en tu mandíbula. "Eres mucho más bonita cuando tomas mi polla, bebé", comenta y baja tu pierna, su mano encuentra tu clítoris y lo frota en círculos rápidos.
"Mierda, me correré si sigues haciendo eso", te quejas débilmente y Wonwoo embiste su polla aún más rápido en tu coño empapado, su mano libre sube para envolver tu cuello. "¿Quieres correrte, cariño? Bien, porque -ugh- yo también me estoy corriendo", su gemido profundo hace eco en tu cabeza, "Voy a llenar tu apretado y cachondo coño con mi semen", agrega y te aprietas alrededor de él en su palabras sucias.
"¿Oh? Te encantaría eso, ¿no? Ser cogido por el hombre que más odias y dejar que te críe como una perra en celo, ¿eh?", "¡Joder, solo lléname, bastardo!" , gritas y él se queda quieto dentro de ti, derramando generosamente su semilla caliente, desencadenando también tu propio orgasmo. Sientes que tu cuerpo se relaja contra la pared, pero Wonwoo evita que te caigas con sus brazos, su polla aún está envainada dentro de ti.
"Joder...", Wonwoo gime de satisfacción cuando finalmente sale de ti, su semen se desliza por la parte interna de tu muslo. "Maldito-", gruñes, pero él te interrumpe besándote sin sentido, su lengua devorando con avidez tu boca. Se aparta instantáneamente, sonriendo ante tu estado sonrojado y despeinado. No pueden evitar devolverle la sonrisa, sintiéndose satisfechos con la forma en que han arruinado la imagen prístina del otro.
Este caso acaba de dar otro giro.
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