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MIRABEL AÚN NO APARECÍA

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MIRABEL AÚN NO APARECÍA. Vicky seguía buscando a su amiga como si no hubiera un mañana. Estaba tan preocupada que no pudo explicarle bien a su familia lo que había sucedido por los sollozos. Mira era su amiga hacía años, y ahora saber que tenía este peso sobre sus hombros, además lo sufría sola... No quería abandonarla en este momento.

—¡Mirabel!— gritaba por un valle. En un minuto se había separado de Luisa para ampliar la búsqueda, ahí se encontró con un hombre que no conocía, parecía desorientado—. Hola, disculpe... ¿Ha visto a una chica con gafas verdes y una falda colorida? Es un poco más baja que yo y su cabello es rizado y corto.

—¿Me hablas a mi? Lo siento, no la he visto.

Ambos se quedaron en silencio un momento bastante incómodo, por lo menos hasta que un caballo pasó cabalgando por ahí.
—¿Está perdi——?

—Bye.

Él se había ido. Y ella había quedado plantada ahí. Suspiró bajando los hombros en señal de cansancio y siguió con su búsqueda.

—¡Mirabel!— volvió a gritar sintiendo dolor en su garganta y cómo raspaba. Llevaba mucho tiempo exclamando el nombre de su amiga a los cuatro vientos. Lo peor era que le faltaba por lo menos la mitad del valle para volver al pueblo.

Mucho camino después, había llegado a la tienda de sus padres. Se detuvo para tomar algo por su garganta. Ahora no podía pedirle un guiso a Julieta... Por lo que en esta parada pudo descansar un poco.

—Hijita, ¿no crees que debes parar un momento? Estoy seguro que Mirabel aparecerá— le dijo con preocupación su madre.

—Mami, no puedo. Mira es la amiga más cercana que tengo. Y su familia está devastada, es la única forma en la que puedo ayudar...

—Sólo digo que deberías tranquilizarte. A penas puedes hablar de tantos gritos, cariño.

—Se me pasará, sólo necesito un agüita de manzanilla— minimizó el problema la chica—. Y luego de eso, volveré a salir.

Mientras se preparaba el bebestible, cerró los ojos con cansancio. No había dormido en absoluto y ahora que se detuvo sentía las consecuencias. No supo en qué momento Santiago le había robado su colación y ahora debía hacerlo todo nuevamente.

—¿Vicky? ¿Estás bien?— preguntó Lucía mientras salía de la bodega.

—Sí, sí... Todo bien.

—¿Segura? ¿Necesitas ayuda? Le estás agregando sal al té...

En ese momento la chica bufó. Debía hacer todo de nuevo. Botó el agua y lavó su tazón mientras bostezaba.

—Déjame, lo haré yo— sonrió Luci.

—Gracias Lu.

—Te has esforzado mucho, casi ni entendí lo que dijiste. Estás sin voz, Vicky...

BONHOMÍA   ::   camilo madrigalWhere stories live. Discover now