#06 No se habla de Bruno

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¿Quién diría cuanto miedo sentiría al hallarse encerrada en esta trampa mortal? La arena. Morir en la idea de hundirse entre toda esa cantidad de arena la aterraba al punto de no notar una escapatoria. No lloro. Ni nada de ello. En efecto (t/n) no solto ni un solo sonido cuando veía a Mirabel esforzarse en empujar esta única salida con su propio cuerpo, aunque está no parecía ceder en lo absoluto, llevando a (t/n) a una sola solución: Proteger a Mirabel. 

Arriesgándose a si misma al retroceder con miedo en su interior con manos temblorosas al elevarlos en lo alto sobre la cabeza de Mirabel. Evitando que la arena cayese sobre la adolescente, aunque esto le estaba costando caro a (t/n), sintiéndose desaparecer entre toda esta cantidad de arena a nada de ahogarla. 

& sin soltar una sola última frase se mantuvo estática luchando en no caer o tambalearse. Toda su vida se desvanecería de forma horrible. Aterradora. Pero entre el caos, cuando creían todo en vano, Mirabel hallo la perilla aguardando a ser abierta para guiarlas a su libertad, (t/n) sentía la arena en su barbilla a este punto. 

En un solo instante la entrada se abrió liberándolas entre la marea de arena que solo las arrastro hasta el borde de este sitio. Respirando agitadamente. No estaban muertas. Al contrario, eran libres, respiraban profundamente, manteniéndose recostadas en el suelo, (t/n) tuvo los parpados cerrados, aunque el silencio la mantuvo alerta cuando se sentó, estudiando todo el exterior, alarmándose al grito agudo en Mirabel cuando retrocedió desordenadamente al ver que estaba demasiado cerca de haber caído a una muerte segura.  

—Ah... dame un descanso — musito (t/n) recostándose nuevamente en el suelo con una mano sobre su corazón. Aún sentía los granitos de arena en su cuerpo, en menos cantidades, era bueno saber que finalmente esta odisea se terminaba aunque dejaba otras interrogantes... pero ya no podía serle de más ayuda a Mirabel.

Hasta aquí acababa su odisea de entender que pasaba con el milagro.

—Yo... ah, gracias... — hablo Mirabel deteniéndose frente a (t/n) con su mano extendiéndose a la mujer que ahora se tomo la libertad de abrir los parpados cuando su corazón latía a un ritmo normal —. Creo que han sido demasiadas emociones para un solo día. 

—La palabra demasiadas se queda corto — suspiro (t/n) aceptando está ayuda a volver a encontrarse de pie. Sin dudas ahora entendía que no deseaba volver a estar en el cuarto de Bruno, no, nunca más, ni siquiera en sus sueños, demasiadas aventuras de muerte, demasiado miedo, su tarea se cumplió. 

Ahora tocaba volver a casa a conversar con cuadros inanimados como si fuese lo más divertido. Ambas se enfocaron en regresar con mucha más calma al descender los escalones, (t/n) sacudió la falda de su vestido para apartar los rastros de arena tal como su cabello (c/c), en silencio, tocaba volver a ocultarse... a mantenerse en silencio con otros, a ser esa mujer que todos se sentían curiosos de conocer.

Estaba a nada de soltar un incomodo adiós hasta el último escalón cuando Mirabel dio media vuelta sobre sus talones creando una inesperada frenada en (t/n) quien se tambaleo, casi cayendo por los últimos escalones. 

Mirando a la adolescencia con verdadera confusión.

—¿Sucede algo...? — consulto incómodamente sin entender nada —. ¿Por qué me miras de esa forma, Mirabel? 

—Estaba pensando... — comenzó a decir Mirabel con una sonrisa mientras se balanceaba adelante y hacia atrás —. ¿Cómo es que estás sola si eres tan agradable? Eres protectora, realmente gentil... no logro entender porque no tienes a una persona a tu lado.

—Oh, eso fue directo al grano...

—¿Puedo tener una historia sobre eso, tiene que ver con mi abuela? 

Dos Oruguitas {Bruno Madrigal & Lectora} Encanto - FinalizadaWhere stories live. Discover now