#01 Dos oruguitas

6.7K 565 303
                                    

¿Los días continúan cambiando tortuosamente? La calma no es eterna: & el atardecer arribaba con dulzura con sus últimos rayos dorados recayendo en una nerviosa adolescente deambulando de un lado a otro en su habitación con su falda colorida en celeste, su cabello ordenado con más de una flor acomodada en este. ¿Estaba lista? No, nunca lo estaría, mucho menos cuando la familia Madrigal estaba esperando a estrechar lazos con ellos, esto no sucedió solo a un hecho de obligaciones sino al contrario de miradas robadas entre ambos, esto debía de ocurrir.

& ocurriría tarde o temprano. 

El siete de diciembre no sería solo el día de las velitas sino al contrario se convertiría en el día uno de Bruno & (t/n). Pero ella temblaba ante las ideas de comportarse tontamente, que solo se avergonzaría frente al chico de cabellos oscuros ondulados cayendo amablemente a los costados de sus mejillas. 

Acompañándole una sonrisa amable. 

—Estás temblando, oruguita — hablo su padre al reír ante el estado nerviosa de su querida hija usualmente calmada en la vida —. Se nos está haciendo tarde y te vez encantadora. 

Ella no contesto a esto solo bañándose en más dudas rondando en su corazón al temblar un tanto más. Sus manos moviéndose sin final e incluso sacudiendo su cabello de un lado a otro, no encontraba formas de calmarse a si misma. 

—¿Oruguita? — su madre le llamo en está ocasión vestida de forma linda a estar lista para salir a las calles donde se reunirían con el resto.

—Sigue preocupándole la propuesta de los Madrigal. 

—¿Eso? Ha — contesto con una pequeña risa divertida al soltar un sonido agudo mientras se encogía de hombros —. (t/n), la familia Madrigal no es tan diferente como todas las otras familias, tienen dones, sí, pero ellos siguen siendo humanos, como nosotros, como tú, ¿No crees que ya has hecho esperar mucho a Bruno? Él está esperando conocerte. ¿Crees que será buena idea dejar pasar la oportunidad, no te arrepentirás en el nuevo amanecer? 

—¿Y si... no les termino agrando? — comento, finalmente deteniendo su caminar a la idea de perderse la oportunidad de hablar con él chico que llamo su atención desde un mes atrás, tenía miedo, estaba nerviosa... pero oír sobre perder está oportunidad se oía como caer en un abismo sin salida. 

—Debes construir tu futuro — añadió su padre sonriente —, con sueños & hacer lo necesario en el mundo que está cambiando, hay que crecer (t/n). 

La idea de abandonar esta única chance de conocer al chico termino convenciéndola lo suficiente al detenerse. Asintiendo, ella escucho a sus padres cuando abandonaron su casa, el viento refrescante la hizo continuar con su caminar, sosteniendo una vela que acepto con una sonrisa, su otro brazo enredado al de su madre que estaba sonriente. 

Y las voces animadas resonaban en el ambiente, (t/n) avanzo, su mirar cayendo en todas las direcciones antes de detenerse en el rostro conocido, todos los sonidos desvaneciéndose en cuanto sus ojos lo capturaron con una sonrisa tímida, como un escenario ficticio, no existía nadie más, Bruno sostenía una vela entre sus dedos, aunque no aparto su mirar, ni siquiera escucharía las palabras de su madre que pronto se marcho del sitio, acompañando a sus dos hijas en cambio. 

Ambos se guiaron al otro como si un hilo dorado los uniera. La sensación de un milagro ocurriendo entre ambos. Sus velitas iluminándose con la misma calidad instalándose en sus corazones que caminaron a su lado sin atreverse a sostener las manos del otro, uniéndose en una conversación apacible antes de reunirse al circulo entre todos, robando miradas, sus mejillas tornándose coloradas. Una noche casi eterna antes de escabullirse entre el resto, en busca de la calma, encontrando unos escalones vacíos en la distancia donde pudieron tomar asiento.

Dos Oruguitas {Bruno Madrigal & Lectora} Encanto - FinalizadaWhere stories live. Discover now