Capítulo 58: Invasores.

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CHRISTOPHER

El pulgar de Isabella acaricia la piel de mi mano con delicadeza, nuestros dedos están entrelazados sobre su regazo mientras yo manejo de vuelta a la manada.

Hemos demorado alrededor de dos horas en volver, ya que paramos a comer algo en el camino. Puedo sentir que ya estamos cerca de nuestras fronteras, esa sensación de hogar, de mis tierras.

Volteo mi rostro hacia la chica sentada al lado mío que esta atenta al paisaje que pasa por la ventana y creo que nunca podre agradecerle lo suficiente por habernos dado otra oportunidad, por haber dejado de lado todo aquello que sucedió en el pasado, por quedarse a mi lado.

Sus rizos rojizos caen por sus hombros sobre sus pechos, sus mejillas están levemente sonrojadas debido al sol que llega en ellas resaltando esas hermosas pecas que adornan sobre su nariz, sus largas pestañas están ligeramente curvas dándole un toque mas femenino a sus bellos ojos verdes.

En pocos segundos su mirada conecta con la mía regalándome una hermosa sonrisa que llena de calidez mi pecho, aquella sensación que constantemente se encuentra en mi cuerpo cuando estoy al lado de ella.

Vuelvo mi vista al frente sintiendo a Zeus ronronear en mi pecho por las caricias de nuestra hermosa chica.

– Son tan lindas. – ronronea mi lobo.

– Lo son. – concuerdo con él.

– ¿Cuándo tendremos cachorritos?

– Cuando matemos a Liam.

– ¿Y eso cuando será? Quiero un cachorrito y ágata también quiere uno.

– ¿Sí? ¿Ella te lo dijo? – pregunto con curiosidad.

– Sí, yo le dije. – escucho la voz de ella.

Sonrío, – Hola hermosa ¿Cómo estás?

– ¿A quién le dices hermosa? – gruñe Zeus.

– No seas celoso lobito mío, – le ronronea ágata. – soy solo tuya.

Suelto una risa llamando la atención de la pelirroja a mi lado que me mira con curiosidad.

– ¿De qué te ríes? – pregunta volteándose ligeramente en el asiento en mi dirección.

– De Zeus... se puso celoso porque dije que ágata era hermosa.

Ahora ella ríe, – ¿Enserio?

Asiento mientras la miro, – Sí.

– Bueno si le sirve de consuelo, – habla acariciando los mechones de mi nuca con su mano. – yo también lo encuentro muy hermoso.

– ¿Escuchaste? Dijo que soy más hermoso que tú, – menciona con orgullo Zeus.

– Ella no dijo eso, – le reprendo.

– Sí, yo la escuche.

– Okey.

El resto del viaje fue en silencio, con música proveniente de la radio de fondo, con las caricias de mi chica sobre mi piel, ya sea en mis manos, brazos o en la nuca. Nunca dejo de tocarme y nada me hace mas feliz de vernos así.

Pocos minutos después los limites de nuestras fronteras aparecen frente a nosotros, puedo distinguir la pequeña caseta donde se marca la entrada a nuestra manada, pero llama mi atención el que no haya nadie rondándola.

Algo sucede.

Mi cuerpo comienza a tensarse cuando llego junto a la caseta y detengo el auto. Claramente no hay nadie. Ni siquiera un guardia.

RechazadaWhere stories live. Discover now