8. Reencuentro

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El sol empezaba a salir por el horizonte y proyectaba la sombra de la mansión Mikaelson, justo cuando Klaus y Keira llegaban delante de la puerta. Keira escuchó a cuatro personas dentro de la casa y supo que estaban todos allí. Noto la preocupación de su padre, su tío y la de Hayley, en cambio Rebekah estaba bastante tranquila "¿Por qué no me sorprende?" pensó Keira. Abrió la puerta, empujó a Klaus hacia dentro y chilló:

- ¡Sorpresa!

- ¿Me echabais de menos?- Dijo Klaus abriendo los brazos

Todos se giraron y se sorprendieron al ver a esos dos juntos. Rebekah se acercó a Klaus y le abrazó:

- ¡Nik! ¿Se puede saber donde estabas?- Le susurró al oído.

- He ido de fiesta.- Contestó él con sarcasmo.

Ese dia no pasaron demasiadas cosas interesantes: todos fueron a almorzar a la supuesta cafetería en la que Keira había estado unos días antes y descubrió que no le gustaban en absoluto las tortitas. Tuvo que fingir que le gustaban para no destapar su coartada, aunque la nata no estaba mal, así que se las llenaba de nata para hacerlo más soportable. Llegó a la conclusión de que la sangre era mil veces mejor que la comida humana. Elijah hacía experimentos para poder comer las tortitas con un montón de sirope y no mancharse el traje. Klaus se comía las tortitas de tres en tres. Rebekah se limitó a tomarse un café y Hayley se hincho a chocolate, los demás supusieron que era por el embarazo o algo hormonal. Durante la tarde Klaus estuvo contando lo que había hecho los días que estuvo ausente. A Rebekah se le encendían los ojos cada vez que mencionaba a Marcel y Hayley se horrorizaba al pensar que su bebé podría cometer las mismas atrocidades que su padre, le daba igual si era niño o niña, morena o rubia, alta o baja, solo quería que no fueran tan salvaje como su padre.

¿Otra Mikaelson?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora