7. La Fiesta

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Después de cenar cada uno se fue por su lado. Keira cogió el anillo y saltó por la ventana de su habitación. Se dirigió al centro de la ciudad. Cerca del centro se encontró a un par de vampiros borrachos, el olor a alcohol que desprendían se podía oler a mucha distancia, hasta para los humanos. Le entró curiosidad y quiso saber de dónde venían. Siguió su olor hasta un edificio y, para su sorpresa, la misma M que había en el anillo de Klaus estaba en grande en la fachada. Una vampira, también borracha, salió del edificio con un adolescente humano medio muerto, al cual le sangraba el cuello. Se decidió a entrar y se hizo prometer a sí misma que no se comería a nadie, aunque no estaba demasiado convencida de poder lograrlo. Al entrar se encontró en medio de un patio-discoteca lleno hasta arriba de vampiros tan empachados que, algunos, ni siquiera se aguantaban de pie. También había un montón de humanos desangrándose o, directamente, muertos. La música sonaba extremadamente alta y ella pensó que sería para que no se escucharan los gritos de los desgraciados humanos que habían acabado allí dentro. El olor a sangre le llegó como una ola rompiendo contras las rocas. Vio que Klaus estaba en una especie de balcón que había más arriba del patio y al final de este unas escaleras que la llevarían hasta él. Empezó a cruzar el patio empujando a vampiros y humanos. El olor de sangre hacía que fuera a paso lento y que se balanceara. Una humana con el cuello ensangrentado se le cayó encima. Intentó resistir la tentación, pero no pudo. Le clavó los colmillos en el cuello y disfrutó mientras absorbía hasta la última gota de sangre de su cuello. La chica, bueno, su cadáver, cayó al suelo y Keira siguió avanzando. Su pequeño "aperitivo" le había dado fuerza y no le costó tanto cruzar el patio. Llegó al final y subió las escaleras. Recorrió el balcón lleno de mesas hasta llegar a la de su tío.

- ¿Ya sabe tu padre que vas a este tipo de fiestas?- Dijo Klaus con un tono burlón mientras Keira se acercaba a la mesa. Ella ignoró el comentario y se sentó a su lado. Él le ofreció un vaso rojo, igual que el que tenía en la mano. Keira apartó el vaso de un manotazo y un líquido que ella no pudo reconocer, ni por el olor, ni por el color, se expandió por el suelo. Klaus no movió ni un músculo, no le sorprendió la reacción de su sobrina. Keira se inclinó hacia delante y apoyó las palmas de las manos en la mesa. Klaus apoyó la espalda en el respaldo de su silla.

- Necesito tu ayuda.- Keira clavó sus ojos en los de Klaus.

- ¿Y por qué razón crees que voy a ayudarte?- Klaus le aguantó la mirada.

- Por ella.- Keira sacó el móvil e inició una videollamada, Klaus intentó ver a quien llamaba. La imagen de Caroline Forbes apareció en la pantalla del móvil. Klaus puso los ojos como platos:

- ¿Qué pinta ella en todo esto?

- Ayudala Klaus, por favor.- Dijo la voz robotizada, pero amable, de Caroline.

- ¿Por qué tendría que hacerlo?- Klaus se acercó a la pantalla de móvil.- ¿Sabes quien es?

- Por supuesto que se quien es, ¿tan ilusa crees que soy?- Caroline puso cara de ofendida. Ella sabía cómo hacer que los hombres hicieran lo que ella quería.- La cuide durante poco tiempo.

Kalus puso los ojos en blanco. No le gustaba que Caroline estuviera en su contra, pero admiraba la astucia de Keira, aunque no lo iba a admitir bajo ninguna circunstancia. No quería discutir con Caroline, pero tampoco quería darle a Keira la satisfacción de hacerle creer que había ganado. Esa niña le había causado un dilema entre su ego y los indefinidos sentimientos que sentía por Caroline. Al final llegó a la conclusión de que prefería contentar a Caroline.

- Esta bien.- Klaus dibujo un circulo con la cabeza.- ¿Que puedo hacer por ti?

- Así me gusta, Klaus.- Caroline le guiñó el ojo a Kalus y colgó la llamada.

- ¿No es increíble?- Dijo Keira refiriéndose a Caroline mientras le dedicaba una sonrisa burlona a Klaus.

- No lo sabes bien.- Klaus parecía soñar despierto. Parecía que estuviera inmerso en un dulce recuerdo. Keira examinó su mirada y al segundo le vino una arcada:

- ¡Qué asco!

- Bueno volviendo al tema. ¿qué quieres que haga? - Klaus parpadeo y salió de su fantasía.

- Primero vamos a poner unas cuantas normas.- Keira se estaba desesperando, al fin y al cabo no eran tan diferentes.- Primera norma: nada de pensamientos ni comentarios asquerosos...

- Eres igual de aburrida que tu padre.- Klaus puso los ojos en blanco.

- Segunda norma: nada de preguntas, ¿entendido? Haces lo que te diga y punto. Tercera norma:-Keira se acercó a Klaus.- vuelve a casa.

- ¿Para qué?

- Por que te echan de menos.- Keira lanzó una mirada de súplica a Klaus, aunque él se levantó, ignorando la súplica, y dijo:

- ¿A dónde vamos? Si quieres hacer algo esta noche más vale que nos espabilemos.

Keira miró el móvil para mirar la hora y encontró 7 llamadas perdidas de Elijah y 10 más de Kol.

- ¡Mierda!

- No sé dónde cae eso.- Klaus intentó hacerse el gracioso per a Keira no le hizo gracia.

- Hay que volver a casa y buscar alguna excusa.- Dijo Keria mientras le enseñaba la pantalla con todas las llamadas y mensajes que tenía. Klaus los leyó rápidamente.

- Se acabó la diversión por hoy.- Klaus empezó a caminar hacia las afueras de Nueva Orleans, donde se encontraba su casa.

¿Otra Mikaelson?Where stories live. Discover now