4. Desayuno

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Los primeros rayos de sol entraron por la ventana quemándole la piel y Keira cogió rápidamente el anillo de dia que tenía en la mesita de noche. Se sentó de nuevo en la cama y observó la habitación. En el centro de la habitación, empotrada a la pared estaba la cama de madera marrón y sábanas rojas, con una mesita de noche a cada lado. A la izquierda de la cama había un tocador con un taburete. En la pared de delante de la cama había un gran armario de madera. A la derecha de la cama había una gran ventana que daba a un balcón y entre el armario y la ventana había una butaca roja con una bolsa negra, donde habian todas sus cosas. Se levantó de la cama y se decidió a ordenar las cosas de la bolsa en la habitación. Se acercó a la bolsa y sacó una foto de Katherine en un marco de oro y la puso en la mesita de noche.

-Buenos días madre.- Susurro, mientras acariciaba la foto.

Luego volvió hacia la bolsa y sacó toda su ropa que consistía en; cuatro camisetas negras, una con brillantes, otra con una calavera, otra con marcas de garras y otra lisa, y un par de tejanos, tambien negros. Lo puso todo en unos estantes de dentro del armario y luego colgó un par de chaquetas de cuero y un abrigo. De un bolsillo de la bolsa sacó un pintauñas negro y un cepillo de pelo y los puso encima del tocador. A continuación, sacó unas bambas deportivas y las puso debajo de la cama. Y por último, sacó una cajita de madera embarnizada y la escondió entre las sábanas. Se vistió con la misma ropa del dia anterior, se peinó y se dispuso a ir a interrogar a Hayley sobre la conversación que no acabaron el dia anterior. Salió de la habitación y recordó que Hayley tenía sangre humana, así que decidió primero ir a almorzar y luego a interrogarla. Keira se puso su colgante-candado y saltó por la ventana de detrás de la casa, ya que sabía de la política vegetariana de los Mikaelson y ella iba a ignorarla por completo. Era fin de semana, así que, las calles y los bares estaban llenas de gente. El olor a sangre invadió a Keira. El hambre le invadió. Iba caminando de lado a lado, como si estuviera borracha, cuando de repente se chocó con un chico: era rubio de ojos azules, llevaba una camiseta de tirantes verdes y unos tejanos cortos, el chico la ayudó a levantarse y, seguidamente, se presentó.

- Soy David.- Dijo mientras le acercaba la mano.

- Keira.- Ella le encajo la mano.

-Hace mucho calor. ¿Quieres agua?- Le ofreció una botella de agua.- Pareces afectada por el calor.

- Sangre.- Keira deliraba.

David la miró preocupado, pensó que la calor había trastocado a aquella pobre chica, aunque, en realidad, de pobre no tenía nada

- Ven.- David le ofreció la mano.- Te llevaré a la sombra.

Keira cogió su mano y él la llevó a un callejón. Una vez allí los ojos vampíricos de Keira brillaron siniestramente:

- Me has sido de gran ayuda, David. No grites.- Le sonrió y le mordió en la yugular mientras el chico moría en silencio, tal y como ella le había ordenado.

Dejó el cadáver dentro de un contenedor que había en el callejón y, sin que nadie se diera cuenta, cogió a una chica que desafortunadamente pasaba por delante del callejón, la atrajo a las sombras y le mordió en el cuello. Mató a cinco personas más en ese mismo sitio y cuando estuvo satisfecha, metió todos los cadáveres en el contenedor, se quitó la sangre de la cara y se dirigió a casa.

Iba caminando para casa cuando vió a Elijah en la otra acera. Se giró para meterse por otra calle cuando escucho la voz de su padre:

- ¿¡Keira!?- Elijah se le acercó.

"Mierda" pensó Keira "El contenedor de mi almuerzo está muy cerca, me va a pillar". Se giró y sonrió:

-Hola Padre.- Hizo ver que no le había visto.

-¿Qué estás haciendo aquí?- A Elijah le extrañó mucho ver a su hija por la ciudad y no en casa.

- He venido a almorzar.- Keira habló sin pensar, pero lo intentó arreglar.- Me han dicho que las cafeterías humanas no están mal.

- ¿Con qué has pagado la comida?- Elijah no se lo acababa de creer.

-Llevo dinero encima.-Contestó ella tocándose el bolsillo, aunque no llevaba ni un triste bi

- A ver.- Elijah seguía sin creérselo.

- Me lo he gastado todo, me he pegado un buen atracón y he descubierto que me encantan...- Keira miró un letrero que había en la otra acera.- las tortitas.- Hizo una sonrisa a ver si colaba.

- Ya...- Elijah levantó una ceja

- ¿No me crees?- Keira se hizo la ofendida.- ¿Tengo que llevarte a la cafetería o enseñarte el ticket para que me creas?

- No, no, te creo,- Elijah no quería que su hija pensara que se desconfiaba de ella, no quería que tuvieran una mala relación.

- Bien.- Keira le dio un beso en la mejilla.- Voy para casa.

Ella se alejó pensando "Menos mal". Elijah la observó mientras se alejaba con cara de padre orgulloso. Y luego siguió su camino.

¿Otra Mikaelson?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora