Alguien levantó la mano con timidez y Ella le hizo una seña para que hablara.

—¿Cómo sabremos si pasamos de fase? ¿De qué se tratará la siguiente prueba?

—Una vez que terminen su entrevista, serán guiados al comedor donde podrán disfrutar de un agradable almuerzo, además, será una gran oportunidad para que se conozcan entre ustedes. —Nos sonrió como si todos fuéramos infantes—. Posteriormente, cuando se tenga la lista de las cien personas escogidas para...

—¡¿Cien?! —exclamó alguien.

Supervivencia era un juego donde participaban más de doscientas personas. ¿Por qué lo reducirían a la mitad?

—Algunos criterios han cambiado este año —respondió Ella, como si nada—. Cien personas serán movilizadas hasta el campamento donde descansarán esta noche. Mañana a primera hora recibirán sus armas y se dará inicio al primer juego: Supervivencia.

Tragué saliva con fuerza. Todos los juegos tenían reglas claras y estrictas, a excepción de Supervivencia, donde eliminaban al 75% de los participantes.

Llamaron a la primera persona al escenario, pero mi atención se concentró en Astra, quien se había llevado la mano al pecho y cerrado los ojos, como si intentara controlar su respiración. Cuando se tranquilizó y se dio cuenta de que la estaba mirando, procedió a explicarse.

—Mi padre y mi hermano participaron en Arcadis —susurró—. Mi papá resultó herido en Supervivencia, pudo haber muerto. Mi hermano pasó al segundo juego, pero luego perdió la pierna y lo descalificaron.

—Entonces, ¿qué haces aquí si se nota que no quieres estar?

Astra suspiró.

—No fue mi decisión, sino de...

No pudo terminar porque alguien nos hizo una seña para que nos calláramos. La primera persona en subir la escenario fue un hombre, mucho mayor que el resto, muy corpulento y con facciones intimidantes. Se llamaba Craix, y, aunque resultó introvertido y con carisma inexistente, se notaba que era el tipo de jugador con el que no querrías toparte.

Posteriormente, llamaron a un chico muy delgado y bastante alto. Todo en su expresión gritaba que no tenía muchas ganas de estar allí, pero en sus ojos reconocí un sentimiento que tal vez los dos compartíamos: resentimiento. Con bastante seriedad en sus facciones, respondió la pregunta principal: «¿quién eres, cuál crees que es tu mejor habilidad para los juegos y por qué estás aquí?»

—Mi nombre es Cassian Riker.

No pasé desapercibida la reacción de Astra: su espalda se tensó y sus manos se formaron como puños.

—Vengo del barrio de South Rednett —continuó—. Cuento con distintas habilidades que pueden ayudarme a pasar los distintos juegos, sin embargo, gracias a mi madrastra, soy bastante bueno con la química. Estoy aquí porque...

—¿Puedes contarnos un poco más sobre la relación con tu madrastra, y con tu familia? Ah, y por favor mira a la cámara, no a nosotros —pidió uno de los productores.

Cassian frunció un poco el ceño, incómodo. Aquello no se transmitía en vivo, era un material que le serviría al jurado para determinar quiénes tenían lo necesario para ir a los juegos. No era sorpresa que escogieran a los más bonitos, a los que tenían historias impactantes y sentimentales, a los que pudieran aportar un poco de drama...

Arcadis era un evento de juegos, sí. Pero por encima de eso, era un reality show.

—¿Es importante que lo haga?

—Nosotros determinaremos si es importante o no que salga en la televisión —respondió otro—. Toda la información que puedas darnos sobre ti es crucial para esta etapa. Además, la gente querrá conocer tu historia. Y a ti como jugador te conviene que lo hagan.

Arcadis: El juego ©Where stories live. Discover now