Capítulo 12. Confesiones nuevas.

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Me aparto de él lentamente, mi corazón late con gran fuerza y no sé cómo reaccionar, me cuesta mirarlo a los ojos, sin embargo, siento su mirada fija en mí.

—Esto... esto no debería de suceder.

Consigo decir y Oliver suelta un gruñido, sigue muy cerca de mí.

—Yo...

¿Qué voy a decirle? ¿Qué no quería besarle? Es evidente que quería hacerlo, porque de lo contrario, no hubiese aceptado el beso y mucho menos habría tomado la iniciativa de dar un segundo beso. Retractarme sería patético.

—No necesitas decir algo, Emilie.

Asegura y tomo una respiración profunda cuando por fin lo miro. Tal vez tenga razón, no debo de preocuparme por tener un comentario para todo por mucho que quiera hacerlo, pues me proporciona un poco de seguridad tener algo qué decir.

—Oliver... yo... —vamos, Emilie, piensa en algo. Me digo pero no consigo pensar en qué podría decir. Lo cierto es que en el fondo, realmente disfruté el beso y la familiaridad que me hizo sentir—. Creo que deberíamos volver, ¿no?

Comienzo a sentirme incómoda al sentir que no tengo el control de la situación, Oliver me conoce tan bien que prefiere no tocar el tema para no incomodarme más de lo que ya estoy.

—Bien, regresemos de nuevo.

Puedo ver un poco de incertidumbre en él al subir al auto, un silencio incómodo se forma de un instante a otro y suelto un suspiro.

¿Ahora cómo lidio con esto? Pienso.

Vuelvo a pensar en el beso, en la manera en que sus labios estaban sobre los míos y lo bien que se sintió, siento de pronto una extraña y a la vez agradable sensación en mi estómago y contengo las ganas de sonreír de tan solo pensar que me ha gustado volverlo a besar.

Dios, debo lucir como un tomate por culpa de lo roja que me he puesto. Oliver se aclara la garganta para llamar mi atención, volteo a verlo y me percato de que ha estado mirándome fijamente por un tiempo con una mirada que me es difícil descifrar, su entrecejo se frunce un poco, de nuevo se aclara la garganta y se lleva una mano a la nuca donde se rasca.

—¿Quieres volver a casa? —Pregunta dudoso.

—¿Pensabas ir a otro lugar? —Pregunto con curiosidad, él parece dudar en si decir que sí o no.

—Tal vez.

Decide responder al final. Es imposible que no se forme un silencio nuevo dentro del auto mientras no agrego nada importante a su respuesta.

¿Qué debo hacer? Pienso por un instante.

La idea de volver a casa debe ser la más razonable para ambos después de lo que ha sucedido pero una parte de mí siente curiosidad por saber a dónde podríamos ir. Después de considerarmelo por unos largos segundos que se sienten eternos, trago con fuerza el nudo en mi garganta y hablo, no sin antes humedecerme los labios con la lengua porque tengo la boca seca.

—¿Qué dices si vamos a dónde sea que tengas pensado?

Sugiero y me siento nerviosa por la repentina propuesta, en especial cuando Oliver no dice nada por un minuto.

—Bien.

Es su respuesta antes de encender el motor y comenzar a conducir.

***

—Así que esté es el lugar que tenías en mente, ¿eh? —Me atrevo a preguntarle antes de darle un sorbo a mi bebida. No sé por qué mi cabeza imaginó otros lugares en mente menos el de venir a Burgerlandia, el lugar favorito de Milo desde que mamá lo trajo.

Todo lo que quiero eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora