Capítulo 1:

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Jinsoul vestía un traje azul que no dejaba de mirar en el reflejo del espejo de su enorme habitación.

En una esquina del cuarto, estaban su chupa de cuero, sus pantalones negros y sus botas. Le chocaba verse en el espejo, pues aunque el traje añil le pareciera bonito, no era con lo que más cómoda se sentía.

Jinsoul amaba los coches. Amaba conducir, correr y sentir adrenalina. Pero Yang Jinsoul, la hija del presidente de Corea del Sur, tenía que dar otra imagen: Tenía que saber siete idiomas, tenía que ir siempre bien peinada y lucir con orgullo las joyas de su difunta madre aunque aquel par de pendientes le dejara las orejas echas polvo. ¡Ella nunca usaba pendientes!

Desde que había perdido a su madre se había dedicado a cubrir su hueco en los asuntos oficiales de estado, siempre junto a su padre; el presidente Yang. Estaba cansada de tener que acompañarle a viajes, a conferencias aburridas sobre los recortes en educación y la privatización de los medios y a actos de inauguración.

Vio las llaves de su coche sobre el tocador y se las echó en el bolso antes de abandonar el dormitorio. Su casa era enorme, pero siempre estaba vacía y odiaba esa sensación.

Tampoco contaba con amistades lo suficientemente importantes como para invitar a casa y llenar el silencio de aquellas paredes y su padre siempre estaba en el gabinete, pasaba poco por ahí.

Conocía a montones de gente por meras cuestiones del falso e hipócrita ambiente del gobierno. Hijos e hijas de ministros, embajadores y montones de altos cargos empresariales. Pero le daban totalmente igual.

Tampoco podía invitar a Sungchan, ni aunque fuera para acostarse con él de tanto en tanto. Si su padre o alguien del servicio se llegaba a enterar que se codeaba por las noches con gente de tal fama, probablemente les provocaría un infarto.

Jinsoul no se encontró con su padre hasta tomar el coche blindado del presidente que los conduciría a la inauguración de algo que Jinsoul desconocía por completo.

—Hola papá. —Saludó al sentarse en el asiento trasero. El coche de oficio de su padre era bastante normal y mundano, no despertaba muchas pasiones en Jinsoul pero no lo consideraba un pésimo vehículo.

—¿Sabes de qué es la inauguración de hoy? —Preguntó el hombre. La pelirroja negó. —Te he pedido que vengas expresamente, porque quería que estuvieras conmigo en este día y... Sé que te va a encantar.

—¿Qué es? —El coche se había puesto ya en marcha, y sabía que su destino no estaba muy lejos. —¿Un orfanato? ¿Alguna universidad nueva?

—Nada de eso. Es un nuevo circuito. En Incheon.

—Me... Estás... ¿Jodiendo?

—Sh, Jinsoul, menos palabrotas. —Reprendió.

—Perdón, perdón, pero... ¿El circuito de fórmula uno de Incheon? —Volvió a preguntar emocionada.

—El mismo. No iba a inaugurarse hasta dentro de dos meses en principio, —Explicó el presidente. —pero las obras han ido mejor de lo que se esperaba y se puede disfrutar de él hoy mismo. Será una inauguración especial.

—¿Cómo que especial? —Preguntó de nuevo. —¿No cortarás el lacito y nos daremos un paseo para después comer con los de tu partido como siempre? —Su padre negó.

—No, no, cariño. La inauguración es también un evento. Por eso te pedí que no hicieras ni un solo plan hoy.

—¿Qué tipo de evento? ¿Se hará una carrera? —Su padre comenzó a esbozar una sonrisa. —¡La madre que...! ¡Qué pasada! —El señor rio al ver a su hija emocionada y al poco tiempo, el chofer anunció su llegada.

Lemonade [Jung Jaehyun; NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora