Capítulo XXIV

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—Lección número uno Hipo —Dijo Estoico pasándole un hacha a Hipo para que se la entregara a uno de los aldeanos que estaban en la fila para buscar sus armas o herramientas—. Como líder, ¿Que es lo más importante para tí?

Me encontraba con mi padre y con Bocón en la herrería, trabajando en la fragua.

—Supongo que Chimuelo y los dragones —Respondí enfriando una espada recién forjada con un barril de agua. Había dejado a Chimuelo bajo el cuidado de Leina ya que mi madre me había dicho que hiciera eso mientras me quedaba con mi padre.

—Error... Para un líder la prioridad es su pueblo —Dijo mi padre—. Tu madre me contó que tú dragón, Chimuelo, es el Alfa de los dragones, su pueblo son los dragones, el tuyo son las personas que viven en tu isla.

A decir verdad esas palabras me cayeron como agua fría.

Desde que conocí a Chimuelo y me hice su amigo nunca pensé en la idea de que nos pudiéramos separar. Si no lo hubiera conocido creo que aún seguiría siendo el pescado parlanchín que no podía ni siquiera cargar una espada. Gracias a él soy quien soy ahora. Sin él no sería nada.

—Pero, tu y ese dragón actúan como uno solo —Continuó hablando mi padre—. Deben proteger a su pueblo, Humanos y Dragones, por igual. Todos ellos son igual de importantes para un líder y...

Y fue interrumpido por un aldeano que, al igual que todos los que estaban allí, quería alguna herramienta o arma nueva forjada con el hierro de Gronckle.

—Quiero una nueva maza y un par de aretes —Dijo el vikingo muy emocionado.

Bocón y yo estábamos trabajando como locos;  fundiendo el hierro, calentando el horno, forjando armas y herramientas, afilando espadas, hachas...

...Bueno, teníamos mucho trabajo.

¿Como pasó todo eso?

Bueno, unos días antes me di cuenta que Bocón estaba muy atareado. Él estaba trabajando sin parar en la herrería afilando las herramientas y creando otras nuevas para los aldeanos que reparaban la aldea. Supongo que el desgaste que sus herramientas presentaban era debido a lo rápido que trabajaban.

Así que, me acerque a mi antiguo mentor, y comencé a ayudarlo. Cuando finalizó el día nos reunimos con mi padre y les conté sobre el hierro de Gronkle. Ambos ya lo conocían, lo habían visto cuando estaban en la isla Dragon, así que fue fácil convencerlos para utilizar ese hierro.

Al día siguiente fui con Patapez para buscar al Gronkle que le había entregado antes, y al cual llamo Albóndiga, y lo utilice para hacer hierro de Gronkle. Gracias al horno podíamos mantener el hierro fundido así que hicimos suficiente para trabajar sin la necesidad de tener a Albóndiga con nosotros todo el tiempo.

O eso fue lo que pensé...

Cuando los aldeanos vieron la calidad de las nuevas herramientas de hierro de Gronckle comenzaron a amontonar en la herrería para pedir nuevas armas, cascos, herramientas y algunos hasta pedían accesorios.

Sabía la fórmula de memoria así que no necesitábamos a Albóndiga para hacer el hierro, pero aún así, no podía negar que tener a un Gronkle o dos hubiera sido de mucha ayuda.

Y así es como llegamos a la situación de ahora, en donde teníamos una larga fila de personas esperando para hacer su pedido.

—¡¿Alguien pidió una espada?! —Exclamo mi padre mientras recibía una espada de mi aporte y otra de Bocón.

Sin darnos cuenta ambos habíamos trabajado en el mismo pedido.

—Entonces Hipo... ¿Que has aprendido hoy? —Me preguntó entregando la Espada a un aldeano que se había adelantado en la fila, es decir, que nadie de los que estaba adelante quería una espada nueva.

Como entrenar a tu Dragón: Cambiando la Historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora