EMMA EN LA BRATVA

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El frío era abrumador, lo normal después de una ventisca. El clima de Alaska era previsible, pero nunca se estaba lo suficiente preparado para una tormenta de tal magnitud, la nieve había aumentado unos 7 cm de grosor.

Gran parte de la hermandad se encontraba entre tan heladas colinas, estaban de celebración. Ilenko Romanov fue declarado BOSS de la mafia rusa, su juventud no fue motivo de limitación porque en experiencia arrasaba con todos los demás. Una camioneta sobre la carretera a muy baja velocidad, el hombre que la conducía trataba de congraciarse con una bella mujer que caminaba al costado. Previamente habían tenido una discusión que hizo a la pelirroja bajarse con furia y seguir ella misma su camino, sin importarle siquiera el hundir sus botas en la fría nieve.

-Mujer por amor a Dios, detente. Ya estuvo bien todos tus berrinches, pero ahora súbete a la maldita camioneta para que nos larguemos de aquí.

-Pues lárgate tú, no me iré a ningún lado contigo ¡maldito imbécil! -el hombre sintió vergüenza, media 1.98, era fornido, de grandes manos, su porte era motivo de orgullo entre los de su casta. Era un dominante, un miembro digno de la bratva y aun así se sentía apesadumbrado por la fiereza de su mujer, quien no tenia ningún problema en gritar y sermonearlo frente a sus hombres, quienes de seguro venían riéndose de su desgracia, enserio era un dominado.

-Mujer súbete al maldito auto y larguémonos de aquí-le susurro un poco, la pelirroja iba a contestar cuando escucho algo, un sonido ligero en extremo bajo. Pero lo suficiente fuerte para una mujer como ella, una asesina fenomenal entrenada en la bratva. Se detuvo en seco y se quedo en absoluto silencio queriendo escucharlo otra vez.

-Mujer, no lo diré otra vez, camina. Se nos hace tarde, además...

- ¡Cállate idiota! Cierra tu maldito pico-Ante la ferocidad del grito, el hombre no tuvo más que detener la camioneta y quedarse callado a la espera de la locura que haría su mujer. Misma que de la nada empezó a correr hacia una zona deshabitada, un prado cubierto de nieve.

Miro con incógnita a los hombres que se quedaron atrás y también miraban con confusión los actos de su mujer, ahora creía que enserio se había vuelto malditamente loca y ese pensamiento se reforzó cuando la vio empezar a excavar en la nieve como una jodida desesperada. Resignado se acerco a acolitar la nueva locura de su mujer y lo que encontró lo dejo pasmado.

Había una caja de cartón alargada y con la mitad hundida, casi que sepultada en la nieve, misma que mojaba los bordes y el fondo. Pero lo sorpréndete no era encontrar una caja así a la mitad de la nada, su sorpresa se debía al contenido de dicha caja. En su interior había una bebe de cabello negro y de una piel increíblemente pálida seguro se debe principalmente al frio que esta haciendo, sus labios estaban coloreados de azul denotando la falta de calor y la presencia de hipotermia. Su pecho subía y bajaba lentamente, un movimiento casi imperceptible, pero que llenaba de esperanza.

La mujer no demoro en tomarla en brazos y darle un poco de calor con el gabán que previamente descansaba sobre sus hombros, se preguntaba que clase de persona tan inhumana seria capaz de dejar a una personita tan pura e inocente en un ambiente tan austero, sin importarle si quiera como iba a sobrevivir, no sería tan estúpida para pensar que la abandonaron en plena tormenta. Era evidente que fue horas antes de tal acontecimiento, por lo que la bebe a sobrevivido cerca de 12 horas sola, sin una manta que la mantuviera en calor y sin alimento alguno, su fortaleza la dejaba muda, la niña seguro no superaba la semana de nacida y aun así sobrevivió a un ambiente tan horrible.

-Lo he decidido, nos la quedaremos

- ¿Qué? ¿Cómo que nos la quedaremos? No sabemos nada de esta bebe, ni de donde viene. No es lógico quedarse con ella, eso no esta en nuestra cultura, no hace parte de nuestras reglas. No acepto esto.

FANFIC ILEMMA [EDITANDO]Where stories live. Discover now