XXVI.

445 45 2
                                    

Llevó años pensándolo, resolver ese asunto del que tanto huye. Enfrentar su miedo de salir herido en un intento de ser libre. No hay valentía, pero esta sería la última vez, al serlo está el deseo de escuchar su voz aún que sea por una última vez. Debía decir tanto con tan poco tiempo y sin un inicio, quería liberarse de él para estar con Chenle. Al pensarlo siente el peso de las lágrimas y en su pecho, le quita el aire, es imposible para él imaginarlo y estaba a punto de hacerlo.

Siente su llanto, el rastro de sus lágrimas invisibles para los demás. No hay nada ante ellos.

—Estás distraído últimamente. ¿Qué te pasa?

«Una persona importante para mí está pasando por un mal momento. Siempre sé que hacer pero ahora no. Por tí, tú en mi mente eres como una enfermedad que no sé curar, no sé si hay tratamiento. Sanarlo contigo ahí lo lastimaría más. Tus palabras y acciones quedan rondando por mi mente. ¿Cómo llegaste a arruinarme?»

—Tú has estado ausente.

No hizo ningún comentario, sus labios se fruncieron.

—Por trabajo.

—Dudo que el trabajo te deje sin tiempo de enviarme un mensaje.

—Así es, no tengo tiempo.

Un nudo se formó en su estómago.

—No, nunca tienes tiempo.

—Llego tarde a mi casa y tengo que recobrar energías para el día siguiente.

—Cuando era un niño no eras así. Nos visitabas con más frecuencia y me traías juguetes, me costaba aceptarlos... Ahora Desapareces por meses y de repente vienes a buscarme. Respóndeme, ¿Te importo? ¿Aún que sea me quieres?

—Jisung, tú no eres mi prioridad.

Hubo silencio por varios segundos.

Y de alguna manera, siempre lloraba porqué no le importaba —lo suficiente—. Sus madres estarían decepcionadas de él, no debería hablar con alguien que lo haga sentir así de confundido y aturdido, sigue insistiendo y aferrándose a lo que siente, lo que ha perdido.

—Lo sé.

Como un suspiro agotado, un bostezo ante la falta de sueño. Aquellas palabras fueron dichas sin energía, pesadas, amargas.

—Tú tienes una prioridad ahora, que es ese omega.

—Sí.

—Su hermano murió. Salió en las noticias, ¿Lo has consolado? ¿O es muy difícil? —Dijo con cierta burla.

Probablemente él no sepa lo que su burla provoca en Jisung, no sabrá cuanto lo hace ver como un inútil para sí mismo. Ya que si lo tomara enserio, no se burlaría. Lo aconsejaría.

—No quiero hablar de eso.

—Entonces estás lo haciendo mal —Respondió con una sonrisa—. Ahora entiendes porqué no quería que pasaras por todo esto innecesariamente. ¿Y ahora? ¿Qué harás con ese pobre chico deprimido por la muerte de su hermano?

—Lo haré sentir amado.

Comenzó a reír como si hubiera escuchado el mejor chiste en meses, años.

—Te engañas a tí mismo. Eso no existe. Eres un alfa, un hombre adulto. Deberías saberlo.

—Lo sé.

La razón por la que se hace débil es sumisión y respeto, pensar en contestar algo malo o negativo le eriza los vellos en su piel. No quiere cometer un error y alejarlo, quiere que esté ahí para él siempre.

«¿Por qué piensa eso? Se lastima, se supone que esta era una despedida» ¿Cuántas veces ha dicho eso a sí mismo en el pasado? Una vez lo intentó, terminó llorando en sus brazos.

Necesita un terapeuta.

No pareciera.

Jisung no sabía explicarlo. Un repentino miedo se instaló en él.

Quería un consuelo, un abrazo y permitirse a sí mismo un descanso. No podía esperar eso de él, jamás lo conseguiría porqué no está. Le hace daño y no se atreve a dejarlo.

«No pienses tanto» se regañó, otra parte le pedía a gritos: «quiero escuchar tu voz. No te vayas de nuevo, ¿Lo harás? Eres así. Me dejarás, no quiero que me dejes»

En Chenle lo vió reflejado a él, el amor surgió tal como la necesidad que es. Si él se va, no puede caer en los brazos de Chenle cuando el Omega es quien lo necesita.

El amor es enfermo, una necesidad hambrienta, exige más y más. No se detiene.

—De hecho, tengo una pregunta.

—Adelante.

—¿Por qué haces esto? Hacerme sentir inútil para luego abrazarme y pedir perdón por ser malo.

—Hago muchas cosas que no debería hacer, pero aún así me ves aquí.

Masajeó sus sienes. Dijo con rota voz:

Disculpe las molestias.

—Piensa en como actúas. Estudias psicología, según yo sé. Así que no vengas con esas ridiculeces depresivas. Eres un adulto y debes actuar como tal.

—No estudio psicología.

—Entonces me confundí. —Dijo como si no lo creyera.

Él estaba aconstumbrado a tener la razón, no aceptaba sus errores. Ni los más pequeños. Estaba tan seguro de sus palabras que hacía a Jisung dudar.

—¿Y si no sé cómo?

—No es mi problema, yo no tengo a quién llorarle en brazos cuando recuerdo que uno de mis hijos murió.

—Tienes a mamá y a mi madre. Irene y Seulgi están ahí para tí —Decía entre dientes— ¡Siempre estuvieron ahí!

—No, estoy solo, Jisung. Jamás le contaría mis problemas a un Omega inútil como tú madre Irene, solo sirve para manipular a Seulgi. Me quitó a mi propia hermana. Es tan débil como en resto de los omegas, qué inútil, me dan lástima.

—Los omega no son inútiles, tienen tantas habilidades como un alfa podría. Es diferente cuando no se molestan en darles una oportunidad para demostrarlas.

—No decías eso cuando eras pequeño.

Frunció los labios, él seguía sonriendo con suficiencia.

—Tenía once años, ahora soy un adulto.

No dijo nada, en vez de mostrar sus cejas fruncidas como lo hacía antes, ahora solo sonríe.

Las personas malas sonríen y aún pueden hacer daño, aún más que antes. ¿Cuán perturbado debes estar para llegar a ese punto? Tener un corazón tan frío e infeliz incluso asesinando a alguien, no sentirías nada. Ves un cadáver, y se siente normal. Presencias muertes, entonces es como el día a día. No hay nada.

Son sonrisas falsas y amargas las que están en su rostro.

Jisung no lo sabe aún.

Y aquello lo hace sonreír más.

Esa noche Jisung volvió a casa, Chenle estaba ahí...

A Sweet Omega | JiChenWhere stories live. Discover now