XIII.

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Especial I: Chenle.

Lamentables los actos indignos del hombre, un caballero no golpea a una mujer, aún si es beta, alfa u Omega.

Vivimos en una sociedad donde las mujeres están en una cajita de cristal, cuando en realidad las desechan como muñecas.

Indigno alguien que no cumple con su propia palabra, tal como lo era él.

Su padre que la golpeaba, aún cuando siempre le decía: No maltrates a un inocente.

Chenle yacía escondido en una parte de la sala de aquella gran mansión.

—Déjala —Susurró con temor—. Está enferma.

—Yo no le ordené que se enfermara, mírala, ¿Crees que merece ser la alfa?

Te aprovechas de ella. —Le dijo Chenle a MinHo.

—¿Yo? ¿Me aprovecho? No sabes de lo que estás hablando. Vete.

Chenle negó y fue a su madre.

Mami, no dejes que papi te pegue. Yo me pongo triste cuando tú me pegas.

La alfa le gruñó al otro alfa con fuerza y tomó a su hijo entre sus brazos.

Se alejó frunciendo el entrecejo.

—No permitiré que ninguno de mis hijos vea cómo me tratas, MinHo.

Eres una malagradecida, Jiah. Todo lo que tienes es gracias a mí, tus padres estarían hundidos en la pobreza si no fuera porqué hicieron un trato con mi familia.

Jiah frunció los labios.

—Más que dinero, se trata de orgullo, Taeil. Tú no me mantienes, hicimos lo que nuestras familias querían: Una descendencia. —Decía Jiah con democracia.

—¿Qué insinuas?

Jiah tosió y se recostó en el sillón, aún cubriendo a su hijo de lo que haría el otro alfa.

—Quiero el divorcio.

Las fosas nasales del aludido se agrandaron y su entrecejo fruncido persistió.

—No vamos a divorciarnos, eso no era parte del trato.

—Romperemos el trato, no quiero nada que ver con tu familia ni contigo —Mencionó con asco.

—No puedes hacerlo, puedo denunciarte y quitarte la custodia de los niños.

—No lo harás. —Dijo con autoridad, sin sonar amenazante.

Tomó la mano de Chenle y fue a la habitación de Kunhang.

—Ve a tu habitación y recoge tu ropa. —Dijo para cerrar la puerta de la habitación de su hermano mayor en su cara.

Chenle fue a su habitación pero su papá agarró su bracito, firme.

—No te vayas, LeLe. Te trataré mejor que ella, te compraré todos los juguetes y la ropa de marca que quieras. Sé que eres amante de Louis Vuitton.

Un sollozo roto salió sin su consentimiento, miró a los ojos de MinHo.

—¿Me quieres y no me harás lo mismo que le haces a mami?

A Sweet Omega | JiChenWhere stories live. Discover now