XVI.

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Especial II: Jisung.

Est Revenu. R.

Era 5 de diciembre, el aniversario de sus madres. Jisung jugaba en el patio trasero con una ramita, lanzando hechizos mágicos, deseando que la hoja en el suelo se moviera.

—¡Jisung! —Exclamó una voz desde la interior de la casa.

El aludido soltó su “varita mágica” y se adentró a la casa, viendo primeramente a sus madres vestidas formalmente, atrás de ellas estaba aquella persona de sonrisa tan amable y ojos con un brillo extraño en ellos, como solía decirle, él.

Su mamá Irene se acercó a Jisung con una sonrisa.

Mamá Seulgi y yo saldremos por nuestro aniversario, pero él te va a cuidar. —Dejó un casto beso en su frente, claramente estaba emocionada por su cita con su otra madre.

—¡Diviértanse! —Les dijo Seulgi en modo de despedida.

—Compórtate Sungie, te amo bebé.

—Hasta luego —Dijo él.

Jisung se sonrojó y bajó la mirada, luego murmuró un tímido “adiós”.

—Estás sucio. ¿Por qué pasas tanto tiempo en el patio? Debes comportarte con un alfa recto, no como un cerdo.

—Estaba jugando —Contestó Jisung.

—Tienes once años, ejercitate.

—Mamás nunca me dicen que lo haga, nunca me dicen nada de esas cosas. A mí me gusta ver Harry Potter con palomitas recién hechas —Dijo con una sonrisa.

—De esta manera jamás le ganarás a un alfa.

—No me importa, no me gustan las peleas, son feas. Puedo ofenderlos con palabras. Nadie querría dañar mi carita, mamás dicen que soy lindo.

Debes trabajar por ser el mejor, los alfa deben ser respetado e intimidantes. Sería una ofensa ser comparado con los omegas, débiles y pequeños. Fallas del mundo, supongo.

—No me importa tener músculos y amenazar personas —Dijo Jisung sin querer sonar grosero.

—Dicen que serás un alfa, compórtate como tal.

—No está confirmado, puedo ser un beta.

—Serías una vergüenza, ya es suficiente con que tu madre tenga una maldita Omega como pareja.

Jisung gruñó molesto.

—¡No le digas así a mamá Irene! —Exclamó ofendido.

—Los omegas son inútiles, me dan lástima.

—¡Los omegas... —Se calló pensando en algún beneficio de ser Omega, sus madres nunca decían algo respecto al tema.

—¿Por qué necesitaríamos omegas? Los alfas lo tenemos todo.

—¡Los omegas son útiles! ¡Tú eres el malo! ¡Los omegas son buenos!

Comenzó a reír, enfureciendo al peuqeño Jisung.

—Vete a dormir, Seulgi no me pagará cuando si estás trasnochado.

—No, si no te pagarán entonces me quedaré aquí. No mereces nada de mis madres, ellas se esfuerzan mucho como para que te den de su dinero.

—No hablo de Irene, ella a penas y puede sustentarse con su trabajo. Si no fuera por Seulgi, estarías en un horfanato.

Jisung sin aguantar las palabras hirientes de él que hablaba de manera retrospectiva de su mamá Irene, metió un puñetazo a su mejilla, a penas y rozándolo, sin embargo, tanta fue la irritación del contrario que un solo golpe a su estómago lo envió a la pared más cercana.

Jisung intentó tomar aire, en vano.

Él era fuerte, y era inútil intentar defenderse.

—No intentes hacer algo en mi contra, soy tu superior. Eres lo que eres gracias a mí, malagradecido.

Lo cargó como un saco de papas y lo llevó a su habitación, acostándolo en la cama.

Jisung al presenciar que sería dejado en completa oscuridad entró en pánico.

—Perdón —Murmuró antes de que él cerrara la puerta.

—Debes aprender una lección.

Cerró la puerta, provocando el llanto de Jisung.

Le temía en demasía a la oscuridad, y él se llevó su pequeña luz de noche.

M-mi luz —Murmuró Jisung tocando la puerta—. Se llevó mi luz. Y-ya no estoy llorando —Su garganta dolía e intentando no quebrarse, procedió—, me comportaré. Devuelváme mi luz.

Espero una respuesta del mayor, sin embargo no hubo ninguna.

—¿H-hola?

Cuando creyó que su llanto terminaría, otro sollozo rompió su garganta.

—N-no me dejes, tengo miedo.

La puerta se abrió y cayó al suelo, llorando a mares.

Unos brazos lo recogieron y peinaron su cabello.

Lentos y suaves “Shh” adormecían sus oídos.

—No era mi intención hacerte llorar, lo siento mucho, Jisung.

Era extraña aquella sensación. El abrazo era seco y frío pero cómodo y cálido al mismo tiempo, daba dos sensaciones parecidas y lejanas.

La mente de un niño es tan olvidadiza cuando le temen a algo, Jisung no recuerda nada de esa noche, más que el recuerdo de brazos arrullándolo y haciéndolo sentir en casa.

La mente es un mundo complicado, saber lo que hará para defenderse de algún daño o de algún trauma.

Todo en algún punto es tan lejano, y luego volvemos a la realidad... Como si nada hubiera pasado.

Lo quiere tanto, le lastima verlo.

¿Está bien sentir esto?

Decir que es afecto cuando en realidad es lástima es una de las peores cosas que Jisung pudo cometer.

Debe sobrevivir a estas situaciones, ser fuerte.

Y si algún día él se va, será el día en el que realmente sabrá lo que siente. Por ahora, está ahí, y es confuso.

A Sweet Omega | JiChenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora