Capítulo 25: Un Mortífago En La Noble Casa De Los Black

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Como si Harry hubiese hecho una profecía, el día veinticinco de Diciembre despertó de pronto, pasadas las seis de la madrugada, sudando copiosamente tras una horrible pesadilla, y con un fuerte dolor en el antebrazo. No queriendo despertar a Ron se cambió silenciosamente de ropa, poniéndose una túnica algo más abrigada, y rebuscó en su baúl hasta encontrar la túnica del colegio, de la que sacó apresurado la varita para guardarla en la que llevaba puesta, y la moneda de cincuenta céntimos, que se introdujo en el calcetín.

Estaba por salir del cuarto cuando escuchó claramente su nombre. Ya había ocurrido antes, por lo que se apresuró a rebuscar entre sus cosas hasta encontrar el pequeño espejo, en el que apareció al instante la cara de Malfoy. De fondo se podía apreciar un corredor de piedra que no le dio muy buena espina.
Le hizo un gesto de silencio colocándose el dedo índice sobre los labios, y salió de la habitación. Bajó las escaleras intentando no hacer ruido y rezó para que la madre de Sirius no le sintiese. Finalmente llegó a la cocina y, entornando la puerta y encendiendo algunas velas, se dejó caer en una de las sillas.

-¿Dónde diablos estás?

-No te lo puedo decir -ante la mirada reprobatoria del rubio hizo una mueca que pretendió ser una sonrisa cínica-. No puedo, físicamente. No hay ninguna posibilidad de que pueda decirlo. No soy el guardián secreto. Lo siento, Malfoy.

-Ayer por la noche se dio cuenta de que no te habías quedado en el colegio. Ha estado fuera, recogiendo algo, y por eso no lo había notado hasta ayer -tomó aire-. No te extrañe que mañana empiece a requerir tus servicios, porque estamos ya en la Fortaleza.

Harry se mantuvo en silencio, y como intentando dar realismo a las palabras de Malfoy, el quemazón que sentía en la marca se incrementó de golpe durante unos segundos.

-Creo que ya ha empezado a requerirlos -murmuró.

-Potter... no hagas ninguna locura y ven aquí. No sabes de lo que es capaz esa calavera.

-Ni tú tampoco -le espetó. El rubio asintió con la cabeza y le miró intensamente.

-No creo que desees descubrirlo, ¿me equivoco?

Harry no contestó, pero sabia que Malfoy tenía razón. Ahogó una exclamación al sentir un nuevo pinchazo en el antebrazo, y le dirigió una mirada penetrante al espejo antes de guardárselo en el bolsillo, ignorando la mirada apremiante de Draco.

Entonces sintió un escalofrío al recordar lo que le había pasado en el colegio cuando había decidido no hacer caso a su llamado. ¿Qué pasaría si no acudía en horas o incluso días? Se estremeció de sólo pensarlo. Empezó a sentirse enjaulado. Se aflojó el cuello de la túnica al sentir una especie de asfixia. Acabó por empezar a pasearse por la cocina, no pudiendo permanecer quieto de puro nerviosismo. Relájate Harry. No vas a ponerte más nervioso en el Cuartel de la Orden que en la Fortaleza del Lord. Pero lo cierto era que los nervios estaban empezando a vencerle. ¿Podría llegar a matarle por medio de la Marca si no le hacía caso? No quería averiguarlo.

Estaba empezando a marearse por la cantidad de vueltas que había dado alrededor de la mesa cuando se le ocurrió algo.
Subió apresurado las escaleras sin preocuparse por no hacer ruido y entró como una exhalación en su habitación. Ron solía tener el sueño muy pesado, y esa noche no parecía ser la excepción, pues no pareció notar su brusca entrada. Sus ronquidos esa noche eran casi tan ruidosos como los de tío Vernon.
Sin detenerse siquiera a cerrar la puerta, Harry se dirigió al escritorio, donde rebuscó a oscuras, moviendo las manos por toda la superficie de madera. Finalmente palpó lo que le pareció la esquina de un pergamino. Fue entonces cuando notó que el dolor, de forma repentina, se había extendido hasta la parte baja del codo. No era algo como la maldición Cruciatus, pues era fácilmente soportable, pero el hecho de saber lo que el Lord era capaz de hacerle a través de ella era lo que estaba pudiendo con el autocontrol del chico.

Secuestrado [TERMINADA]Where stories live. Discover now