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Doble actualización
(2/2)

RESIGNACIÓN

• Jessica Allen •

Cuando la vi, pensé: ¡¿Esta es la chica que vi la otra noche?! Porque ¡Joder! ¡Es guapísima!

A lo mejor iba demasiado borracha esa noche como para fíjame en eso el día de la fiesta, porque personalmente no recuerdo especialmente eso... solo su brazo muy bien agarrado al de Thomas.

Esa noche la vi y mi mente dijo:
Chica irrelevante.
Y yo pase de largo, claro. Aunque, solo recuerdo que me cae mal sin motivo alguno.

Bueno, motivos habían...

Moví mis ojos lentamente hacia arriba, con el motivo de encontrar los de Thomas, él también me estaba mirando a mi.

Sus ojos reflejan curiosidad y a la vez algo de intriga tras mi perspectiva de verla. Mierda, es que si nos comparamos yo soy una del montón, una chica, y ella... la chica.

Mierda, que poca autoestima.

—Vamos.—Thomas tensa la mandíbula al verme con cierta expresión y sujeta mi mano con suavidad.

Cuanto tiempo...

Ese gesto me hizo un estrago de sentimientos por dentro. Se sintió como la primera vez y hasta mejor.

Caminamos y nos plantamos los dos delante de Keyla. Yo los mire a ambos con curiosidad, pensando cincuenta formas de prepararme mentalmente para lo que fuera a pasar.

—¡Thom!—alza la mirada y lo ve, pero me ignora completamente para abrazarlo muuuuy cariñosa, al tiempo que nuestras manos se despegan por tal acto.

Gracias, eh.

—Hola—habla serio. Ella solo sonríe, con los ojos completamente puestos en Thomas.

Y, no sé. Pero ahí, en ese momento me doy cuenta de ese brillo que sobresale de sus ojos negros. ¿yo me veo así cuando lo miro a él...? Ella... Será que ella siente...

Me aclaro la garganta y sustituyo mis pensamientos.

—Hola.—fuerzo una sonrisa en mis labios cerrados.

—Oh—dice ella cambiando de expresión—No te había visto.

Vale, sí su mirada fuera el odio en personificación yo ya estaría en la lista negra de satanás.
No dije más. Nadie dijo nada y nos dedicamos a seguir a Thomas a un despacho que había en el mismo hotel.

Cuando entramos, ellos ya parecían conocer el lugar porque ocuparon al parecer sus lugares habituales, para encender sus ordenadores.

Vale...

Yo, mientras tanto, entré un poco—mucho, mejor dicho—incómoda por el ambiente que se sentía aquí dentro.

Pero solo bastó una mirada de esos ojos marrones y verdes para dejar de pensar en ello y concentrarme en observar distraídamente el despacho.

Era antiguo, eso seguro. Habían dos mesas discretamente juntas de color madera y sillas con rueditas. En una estantería habían un montón de libro llenos de polvo—casi me da un infarto al verlos—pero luego me tranquilice al ver que eran viejos libros sobre derecho.

En la cima de la última repisa, había una cámara bastante antigua y llenas de telarañas ¿No suelen limpiar aquí? Me puse de puntillas y la cogí entre mis dedos. Era un modelo antiguo pero tirando a lo moderno.

TÚ Y YOWhere stories live. Discover now