11.

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MAGGIE

• Jessica Allen •

Mis ojos seguían entrecerrados, muriendo de sueño y bostezando cada dos por tres.

Lentamente acerque mi dedo al archivo adjunto que me había llegado hace exactamente diez segundos.

Cuando pulsé y vi el mensaje dejé de respirar.
Sin decir más empecé a gritar como una loca obsesa de los gritos, acompañada de unos graciosos ladridos.

Thor me miraba, sus pequeñas orejas estaban de punta y su cabecita de lado. Era tan hermoso y adorable...

—¡Sí pequeñín!—lo cogí en brazos y salté en mi cama hasta que sonó algo raro y sin dudarlo me baje de ella, dejando a Thor en el suelo y besando su frente.

Lo había extrañado mucho.

Salí de mi habitación y fuimos una por una para dar la noticia, Thor siguiéndome a escasos centímetros.

—¡Chicos! ¡Ey! ¡DESPIERTEN!—removí los cuerpos inertes de la parejita feliz.

—Ugh...—masculló Paul.

—Pero Jessica...—fue la respuesta de la rubia.

—¡PASÉ LA PRUEBA!

Y como si esas hubieran sido las palabras mágicas, ¡Bom! Alison salió de su cama, olvidándose del sueño y de la hora, para empezar a saltar en su cama acompañada de mi.

—¡Lo lograste!—sus manos estaban sujetadas de las mias.

—¡Lo logré!—empezamos a dar vueltas, pisando las piernas de Paul.

—¡Joder! paren ya.—dijo con voz ronca, combinando los gritos nuestros y los ladridos de Thor.

Eso es Thor, apoyando a tu madre.

Nada. Nosotras seguimos hasta que su cama crujió, y ahí vimos que ya era suficiente lo de saltar.

El siguiente era Marc. Él estaba debajo de su manta, con una mano colgando fuera de su cama y su pelo negro revuelto.

—¡Marc, me han aceptado para la siguiente prueba!—chille en un susurro, con él debía ser más benevolente.

Thor lo miraba desde la puerta, sin entusiasmos. No se llevaban muy bien.

—¿Mhm...? ¿En serio?

—¿Lo dudabas?—dije indignada.

—No, es que...—suelta un bostezo—Claro que no, estoy orgulloso de ti, Cerebrito.

Lo abrace como pude y salí de su habitación dando saltos y sonriendo ampliamente.

Y así como si nada, estaba abrazando a Thomas.

Oh sí, ese Thomas. Sus brazos envolvían mi cintura y mi cara sonriente estaba escondida en su cuello.

—Joder, claro que ibas a lograrlo.

—¿Tan seguro estabas?—cuestione, a sentimientos de su cara.

TÚ Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora