CELOS

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Caminando con paso pesado y desanimado, el rubio domesticador llegaba a la lujosa mansión dueña de uno de sus jefes a los cuales más despreciaba para llevar acabó aquella diaria rutina que debía llevar para entrar a dicha propiedad en el portón del lugar. Al ser admitido en la mansión, deteniéndose por un momento antes de entrar, Bakugou observó por unos segundos aquel lugar en donde había visto a su jefe besar de forma apasionada los labios de aquel hombre, apretando fuertemente sus manos y queriendo borrar el desagradable recuerdo del peliverde, Bakugou entro apurado a la mansión ignorando por completo el amable saludo de una de las mucamas.

- ¿Despertamos de mal humor rubia? - Pregunto burlón el pelinegro apagando su cigarrillo en uno de los ceniceros de la sala, manteniéndose en silencio y dedicándole una mirada fulminante el rubio ignoro de igual forma las provocaciones del contrario caminando directamente hasta el patio trasero. - Como quieras... - Dijo sin darle mayor importancia al asunto, ahora tenía una misión mucho más importante e interesante. Observando desde la lejanía como aquella melena verde se encontraba en el patio trasero junto al destructor canino, Bakugou suspiro con pesadez maldiciendo a su suerte y al constante recuerdo que no dejaba de oprimir su pecho.

-Buenos días Kacchan. - Menciono el pecoso de forma animada dedicándole una amplia sonrisa que solo irritaba aún más al oji rubí, maldita sonrisa y maldito efecto que esta causaba en él.

-Buenos días, Señor Midoriya. - "¿Señor Midoriya...?" pensó confundido el peliverde acercándose a su empleado.

- ¿Ocurre algo Ka...?

- ¿Listo para empezar con el entrenamiento de hoy? - Sin permitirle al contrario terminar su pregunta, Bakugou arrojo su mochila al piso luego de sacar un paquete de galletas acercándose de forma amenazante al realmente confundido peliverde. -La correa. - Dijo demandante sin atreverse a mirar directamente a los jades mentirosos del mafioso. Dudando por varios segundos, Izuku simplemente miraba con un gesto confundido el semblante de su empleado sin entender el motivo de aquella actitud tan divergente del común comportamiento del rubio, podía ser osado, atrevido y malhumorado con aquel carácter fuerte, pero nunca cortante como lo estaba siendo en ese momento. Al no ver movimiento alguno en la mano de su jefe, irritado y queriendo irse de ese lugar Bakugou tomo la correa de la mano del contrario arrebatándosela sin cuidado alguno llevando a otro lugar al canino igual de confundido que su dueño.

Luego de alejarse varios metros del peliverde, el domesticador se detuvo en medio del inmenso pasto tirando la correa al suelo para retenerla con su pie mientras sacaba algunos premios de la bolsa. Arrodillándose delante del animal, Bakugou le enseño la galleta a Aki ordenándole con voz firme que se sentara, obedeciendo instantáneamente el canino se sentó sobre sus patas traseras manteniendo fija su mirada en aquella jugosa galleta. Sin emitir sonido alguno, Izuku quien había sido abandonado minutos atras se había acercado de forma sigilosa a su empleado observándolo parsimoniosamente mientras este hacia su trabajo.

- ¿Necesitas ayuda?

-No.

-De acuerdo... - Entregándole la galleta al canino y sacando otra, manteniéndose en la misma posición Bakugou tomo las patas delanteras de Aki haciendo que este recostara su cuerpo en el césped entregándole así otra galleta más.

- ¿Que truco le vas a enseñar hoy?

-Arrastrarse. - Sosteniendo la galleta frente al hocico de Aki y comenzando a retroceder lentamente, el rubio observaba con indiferencia como a medida que retrocedía el canino se movía lentamente tratando de alcanzarlo a él y a la sabrosa galleta que sujetaba. Mientras tanto Izuku observaba con detenimiento el infantil y tierno truco que su empleado estaba haciendo hoy, pese al pequeño odio que le tenía al canino por todos los daños que causo y sigue causando, ver aquella escena donde se arrastraba lentamente le daba tanta ternura y diversión al tiempo haciendo que una pequeña risa divertida saliera de su boca logrando distraer lo suficiente al rubio para hacerlo enredar con la correa que seguía tirada en el suelo perdiendo así el equilibrio y la galleta que tenía en su mano. - ¡Maldito pulgoso quien dijo que te la podías comer!

~Domesticando al mafioso~ [KatsuDeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora