CUMPLEAÑOS

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Recostado en la comodidad de su mullida cama, cubriendo su semi desnudo cuerpo con las delicadas sábanas de seda, Izuku observaba con aburrimiento el blanco techo sobre su cabeza pesando en todo y pensando en nada. El reloj recientemente había marcado las siete de la mañana, pero el peliverde seguía sin estar del todo despierto, no tenía la suficiente energía como para levantarse de su calurosa cama para empezar con lo que sería un claramente agotador día, era su cumpleaños número 22 y definitivamente sería un desastre. "Al demonio, es mi cumpleaños da igual que duerma hasta el mediodía" pensó con cansancio cubriéndose con las sábanas hasta el cuello.

Ignorando el rechinar de la puerta, un pelinegro escurridizo caminaba de puntillas quitándose silenciosamente su par de zapatos negros sosteniendo con una sola mano una caja con un moño rojo sobre ella. Al estar lo suficientemente cerca de la cama, Dabi salto sin cuidado alguno sobre el cuerpo cubierto de su jefe sacando de golpe todo el aire de sus pulmones.

-Buenos días Izuku~. - Canturreo con alegría el pelinegro recostando su cabeza en el pecho del contrario.

-Te voy a matar bastardo... - Mencionó con poca fuerza el peliverde dándole un golpe a la molesta cabeza de su empleado quien simplemente soltó una pequeña risa divertida ante su rudo tacto. Sus planes por dormir se habían arruinado. Manteniéndose en la misma posición por varios minutos el par de amigos no emitía sonido alguno dejando que fuese la respiración del otro quien los arrullara en su constante silencio. Dejando así que fuesen sus recuerdos de la infancia los que dieran inicio a una nostálgica conversación.

- ¿Recuerdas el regalo que te di en tu séptimo cumpleaños?

- ¿El día que me regalaste un lobo creyendo que era un perro cachorro? ¿Realmente crees que lo olvidaría?

- ¡Jajaja! Cualquiera cómete un error.

-Pues tu puto error le costó la pierna a un guardaespaldas. - Comenzando a reír estruendosamente, Dabi abrazaba con mayor fuerza el aplastado cuerpo de su jefe sintiendo aquella tranquilidad que solamente podía sentir cuando estaba a su lado, una tranquilidad que no creyó poder sentir alguna vez en su desafortunada vida. Levantándose lentamente y separándose del contrario, el pelinegro se sentó en el borde de la cama dedicándole una sonrisa llena de cariño al ceño fruncido de su jefe mientras revolvía con delicadeza los alborotados rizos de este. Izuku realmente había sido su ángel.

-Feliz cumpleaños al jefe más jodidamente caliente del mundo. - Dijo colocando encima del rostro del contrario la caja de color verde. Sentándose lentamente sobre las almohadas, Izuku tomo dicho objeto agitándola al lado de su oreja y dándole vueltas en todas las direcciones para finalmente empezar a rasgar con lentitud el papel dejando al descubierto un estuche gris la cual contenía dentro de ella un pequeño revolver 500 S&W Magnum. Uno de los revolver más potentes del mundo.

-Esta increíble... Gracias Dabi. - Quedando realmente asombrado por la liviandad y sencillez del arma, el peliverde observaba con detenimiento cada detalle de ella apuntando a distintos objetos dentro de la habitación con ella, había sido un éxito su regalo y aquello le alegraba, pero no era todo lo que le quería dar. La seguridad que siempre caracterizaba al osado pelinegro había abandonado su cuerpo y ahora los nervios no dejaban pensar correctamente al oji azul. Comenzando a temblar y sintiendo sus manos humedecerse, Dabi miraba de forma nervioso las desordenadas sábanas para luego mirar el bolsillo de su abrigo y lo que esté contenía. - ¿Ocurre algo? - preguntó el cumpleañero al notar el extraño comportamiento de su empleado sin apartar su mirada del arma.

-... - Si que ocurría algo, pero no sabía cómo decirlo. Ante la silenciosa respuesta del pelinegro, Izuku guardo su nueva arma para ahora centrar toda su atención en su colega distraído.

~Domesticando al mafioso~ [KatsuDeku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora