~Domesticando al mafioso~ [KatsuDeku]

LLAMADA

Arrepentido, así es como el se sentía, cansado, adolorido, irritado, pero sobre todo, arrepentido. Puede que hubiese exagerado un poco en su forma de reaccionar, no, en definitiva había exagerado, lo único que Izuku había querido hacer era ayudarlo con sus problemas financieros y el lo había menospreciado en todos los sentidos. Sentado en la capilla donde horas atrás su jefe había estado, Bakugou trataba de pensar en la mejor forma de disculparse, al modo Bakugou claro esta. Con cada minuto que pasaba los pensamientos en la cabeza del rubio variaban entre buscar al peliverde y disculparse o simplemente marcharse. Si, Izuku había querido ayudarle, pero el no había pedido su ayuda y lo único que había logrado con aquello era hacerle sentir como alguien inferior que ni siquiera podía resolver sus propios problemas. Pero a la vez, dentro de el Bakugou sabia que las palabras de su jefe eran verdaderas, solamente quería ayudar

Quería regresar a su casa y dejar de pensar en la absurda discusión que habían tenido, pero sabia que si se iba sin arreglar aquel problema las cosas entre ellos dos serian bastante incomodas. Normalmente aquello no le habría importado en lo mas mínimo al rubio, pero el remordimiento carcomía su ser y no le dejaría sentirse tranquilo hasta que hablara con el peliverde, por mas irritantes y molestas que fueron sus palabras, todo lo que Izuku le había dicho era verdad. En ningún momento el peliverde había presumido de su dinero frente a el y el rubio era el único que realmente comparaba cada detalle de su vida con la de Izuku. Nuevamente estaba juzgándolo sin conocerlo, nuevamente estaba haciendo aquello que tanto le molestaba que hicieran las personas con el.

Cansado de pensar la misma cosa una y otra vez, Bakugou revolvía con irritación su cabellera rubia suspirando pesadamente por el estúpido problema que había creado el mismo, sin ser consiente de que a unos pasos de el, el viejo jardinero le veía con genuina preocupación sabiendo que el rubio no era del todo consciente que horas atrás estuvo apunto de perder la vida, dejando de lado sus frondosos arbustos, el jardinero se sentó al lado del rubio quien sin prestarle mucha atención seguía revolviendo su cabello.

-Dime, ¿Qué es lo que tanto te preocupa? -Deteniendo el movimiento de sus manos para ahora apoyarlas en sus rodillas, Bakugou trataba de pensar que era aquello que tanto le preocupaba realmente.  ¿Perder su empleo? ¿Arruinar su relación con su jefe? ¿Tener que perder su orgullo para disculparse?

-No lo se. -Dijo con sinceridad el rubio, fijando sus rubís vacíos en el cachorro que daba pequeños saltos en el césped, quien veia de vez en cuando al deprimido entrenador. 

-¿Te lamentas de la pelea que tuvieron?

-Si... cuando venia para acá tenia fijo en mi cabeza reclamarle que se metiera en mis asuntos, pero ahora... no lo se. Creo... creo que tal vez exagere un poco. - "¿Solo un poco?" pensó internamente el anciano prefiriendo guardarse su comentario.

-Sabes, cuando recién empecé a trabajar para la familia Midoriya, recuerdo que lo primero que pensé cuando me dijeron que tenían un hijo de solo cinco años fue que tendría que soportar a otro niño mimado por mami y papi que se creía el centro del universo solo por tener dinero. -Guardando silencio por unos segundos, el viejo jardinero sonreía con diversión al recordar aquellos primeros días en su actual empleo, el cual únicamente pensaba abandonar cuando este dejara de respirar. -Que equivocado estaba. - Logrando captar la atención del rubio, el jardinero veía fijamente los rubís que al fin se habían dignado de ver sus cansados orbes, dedicándole un pequeña sonrisa al entrenador antes de seguir con su anécdota. -Cuando lo vi recuerdo que era un pequeño bastante tímido, siempre escondiéndose detrás de las piernas de sus padres ante la visita de personas desconocidas. Cuando su padre estaba en la casa nunca se despegaba de su lado, pero había veces en que el tenia algunas reuniones y claramente Izuku no le podía acompañar. Así que venia al jardín.