Capítulo 11

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—¿Quieres que te acompañe a casa? — insinuó Noah agarrando la mano de Azúl.

—Claro que no... Puedes acompañarme hasta la parada de autobús — Contestó haciendo pucheros.

Ambos agarrando sus cálidas manos, en una noche fría de otoño, caminaban por los andenes de la ciudad iluminadas por las luces de los postes de luz, muchas personas los observaban, eran la pareja perfecta,la confianza entre estos dos corazones llenos de amor se iban fortaleciendo cada vez más.

Algunas chicas murmuraban sobre Noah, era el hombre perfecto para cualquier chica, Azúl incomoda soltó su mano pero Noah la agarró de inmediato.

—Ignora lo que digan las otras chicas de mí, lo que importa es que tú eres la chica que me gusta — Sonrió decidido a hacer lo que fuera por ella.

Azúl asintió con la cabeza, ambos siguieron juntos caminando hasta la parada de autobús más cercana, muchas chicas seguían murmurando cosas de Noah, pero cada vez que lo hacían Noah agarraba con más fuerza la mano de Azúl y le sonreía para que estuviera más tranquila.

Comenzó a llover levemente, en la parada de autobús ambos estaban en silencio era un momento incómodo, era más que claro que ninguno se quería separar del otro.

—¿Dónde estás viviendo? — preguntó Azúl para romper el silencio.

—En un apartamento cerca del centro — fijó su mirada en ella.

—Ya

Eran casi las ocho de la noche, en las calles habían muchas personas volviendo a casa después de salir del trabajo, pasaban con paraguas, el viento soplaba con fuerza y las hojas rojizas de otoño caían en abundancia.

—Siempre traigo un paraguas conmigo, pero esta vez se me quedó en casa — confesó Noah.

—Ya — contestó Azúl apretando sus labios inferiores, con los brazos cruzados y mirando si el bus se acercaba.

—¿Tienes frío? — se rió

—Odio el frío, solo deseo llegar a casa para tomar una taza café caliente — sus manos temblaban, Noah se reía en el fondo de lo graciosa que se veía.

—Pareces un chihuahua temblando.

—¡Atrevido!

Ambos soltaron una carcajada al mismo tiempo.

—Espera aquí, en la esquina hay una cafetería — salió corriendo sin preocuparse de la lluvia.

—¡Espera! no seas estúpido — gritó lo más fuerte que pudo, pero Noah no le hizo caso.

Luego de unos minutos volvió Noah con una vaso lleno de café comprado en Starbucks.

—Ten — estaba todo empapado por la lluvia, su cabello desordenado, sus labios temblaban de frío, pero el seguía sonriendo. Después de tanto tiempo Noah volvía a sonreír y dejaba su rostro inexpresivo o cara de piedra como le decía Lían a un lado.

—La próxima no hagas ese tipo de cosas, te puedes resfriar — frunciendo el ceño, recibió el vaso de café y tomó un sorbo — Te daría un poco pero no te gusta el café — se burló.

El autobus se acercaba, Azúl se levantó rápidamente.

—¿Cómo irás a casa con esta lluvía? — preguntó preocupada.

—Tranquila, esperaré y tomaré el siguiente autobus que va al centro — le sonrió.

El autobus llegó y abrió sus puertas ya se tenían que despedir pero antes de que Azúl se subiera; Noah le agarró su mano y la atrajo hacia él, Azúl confundida se miraron el uno al otro estaban muy cerca, frente a frente, cara a cara.

—Solo quiero despedirme de la mejor manera contigo — Noah con su mano acarició sus mejilla y la beso de repente, Azúl se sintió intimidada pero lo alejó suavemente empujándolo con ambas manos, lo miró y le dijo:

—Solo dame un tiempo para pensarlo— le demostró una pequeña sonrisa, Noah le sonrió y asistió con la cabeza.

Noah siguió esperando por el otro autobús que lo llevaba al centro, Azúl sentada mirando por la ventanilla sonreía emocionada. Con la mano en su pecho podía sentir como su corazón latía cada vez más rápido.

—¡Acaso eres idiota para pasarte el semáforo en rojo!

Renata seguía enojada con Dylan, en el momento que el carro se acercaba a Dylan a toda velocidad, logró pedalear mucho más rápido, frenando con sus zapatos en el suelo al otro lado de la calle.

—¡Imbecil! No te das cuenta que el semáforo está en rojo — le gritó un señor que estaba furioso.

—Lo siento señor, la próxima me fijaré mejor — Dylan se disculpó.

La lluvia los cogío a mitad de la calle así que tuvo que ir a la casa de Renata esperando a que cesará mientras escuchaba los regaños de Renata.

—¡Enserio! Que susto me diste, creí que te iban a hacer puré — Lo regañaba desde la cocina.

—Lo siento, pero mirá el lado bueno no me pasó nada — le sonrió girando la cabeza en el mueble, Renata lo fulminó con la plena mirada.

—Por cierto, ¿por qué ibas tan de prisa en la bicicleta? — preguntó lavando los platos.

—Tuve un mal presentimiento sobre Noah, creí que le había pasado algo — Se levantó del mueble con una mirada sería.

—¿Solo por eso? Lo hubieras llamado por el teléfono celular — torció lo ojos.

—Ja! Quería verlo por mi mismo — sonrió.

—Yo lo vi con una chica era muy hermosa iban al cine, lo sé porqué los seguí — soltó una carcajada.

—Entonces debe de estar bien... — Aseguró Dylan con entusiasmo.

—Si... O puede ser que la chica sea una psicópata asesina que busca hombres ricos y los tortura quitándole sus miembros después del acto sexua l— se burló mirando a Dylan.

—¡Eso no es gracioso! Que asco — Le gritó asqueado.

—Tranquilo, la chica se veía que era muy inocente y simpática seguro que  Noah podría ser un buen violador — se rió mucho más fuerte, Dylan frunció el ceño y suspiró.

—Solo quiero que no le pase nada malo, desde que estaba pequeño lo he defendido en todo — cruzó las piernas y luego coloco ambas manos en su cabeza.

—Lo sé, Noah debe ser muy afortunado de tenerte como amigo, además tienes un buen corazón — confesó Renata.

—Gracias lo tomaré como un cumplido — sonrió Dylan.

—¿Qué? Era sarcasmo tonto — Se burló Renata.

—Como sea, solo espero que con la chica con la que esté saliendo sea la mejor para él, como su amigo no quisiera ver que le destrocen el corazón y todo por lo que ha pasado no ha sido muy bueno, por eso lo apoyo todos los días — Declaró mirando su teléfono celular.

—Yo sigo preocupada por Lían, ¿Qué crees que deberíamos hacer? — se acercó a Dylan.

—Mañana tenemos que hablar con Lían — levantándose y cogiendo los panes de queso.

—Bueno

—Ya dejó de llover, nos vemos mañana — dijo sacudiendo la mano.

—Bye — también sacudió su mano de un lado para el otro.

Un nuevo día, miércoles en la mañana soleado pero frío, Azúl se alistaba para ir a visitar a su madre al hospital.





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