Quattro

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Las fotografías de la futura pareja saliendo de una cafetería después del anuncio de su matrimonio, le dio una veracidad absoluta al precipitado compromiso.

Que el tercer príncipe de la república coreana se casara tan espontáneamente era sin duda, un tema caliente para las redes sociales y las señoras de los mercados, que no dejaban de hablar sobre la alta posibilidad de que la futura esposa, estuviera embarazada, ya que era la última tendencia de los matrimonios jóvenes.

Muchos internautas se encargaron de buscar de cerca evidencia sobre el supuesto romance que habían sostenido por años en secreto y hallaron bastantes coincidencias en tiempo y espacio, lo que no sabían es que la mayoría de las evidencias habían sido fabricadas por, probablemente, el mejor hacker del mundo, es decir Jimin, el hermano adoptivo de las Park.

Todo había sido fríamente calculado y aunque el anuncio se volvió la comidilla en cada hogar coreano, también Rosella Park adquirió más popularidad, no solo por ser la futura consorte, si no por lo joven y poderosa que era a tan joven edad.

Una mujer dedicada y centrada.

Decían los titulares de las noticias, algunos internautas incluso opinaban que el tercer príncipe era afortunado, su reputación nunca había sido tan buena como la de Joon Gi o Soo Hyang, incluso Yoon Ho tenía mejor reputación que él, su país lo tenía el concepto de malcriado, estrafalario y despilfarrador, el príncipe se la pasaba viajando, en reuniones escandalosas y era criticado por su gusto por la ropa exclusiva de diseñador que usaba.

Rosella caía como una salvación para su reputación en su país, pero no para el vacío que crecía en su pecho.

Villa di successo, Seúl, Corea, Miércoles 18 de noviembre 2020

7:40pm

D-3 antes de la boda.

Apollonia terminó de colocar perfume en su cuello.

Usualmente prefería cenar con un atuendo relajado, algo que no implicara maquillarse o usar algún vestido, a diferencia de Rosella que podía usar vestidos todos los dias, la menor prefería los pantalones y en algunas ocasiones los shorts. Sus pants eran en definitiva sus favoritos, pero solo podía disfrutar de ellos en fines de semana o en algún día libre de la universidad.

Era una mujer sencilla, no tan complicada como la rubia.

—No tenías que arreglarte tanto.

Rosella la miraba desde el lumbral de la puerta, sin duda eran opuestos, mientras ella había optado por un vestido lila de manga larga en corte A que le llegaba a la rodilla, su hermana había optado por un vestido negro entallado, con unos finísimos tirantes y que le llegaba a la mitad del muslo. La rubia se adentró en la habitación para mirarse en el espejo junto con ella.

—¿En serio? ¿Negro otra vez? —le cuestiono Apollonia.

—¿Que tiene? Me queda bien. —la rubia se miraba con vanidad y satisfacción, le gustaba como se veía.

—Necesitas más color en tu vida, no puedes solo alimentar tu apodo del ángel de la muerte—dijo seriamente, reprochándole su elección, Rosella soltó una carcajada.

—Tu querida hermana necesitas algo de sexo y no te estoy criticando por eso —dijo con cinismo

—¡Rosella! —gritó escandalizada.

—¿Qué? No dije ninguna mentira, además no eres una santa, ¿Crees que no sé qué hay en tu buro en el segundo cajón? — Apollonia sintió el rubor desde su cuello hasta sus mejillas. —los juguetes son buenos, a veces incluso mejores que los hombres, pero deberías probar algo de verdad y no de baterías, o a este paso seré testigo de tus sábanas sangrientas.

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