49. Llegada sorpresa

33 5 0
                                    

Si tuviera que elegir entre mis virtudes una que me encante, escogería sin dudar la capacidad de aceptación y resiliencia que desde niña mis padres me han enseñado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Si tuviera que elegir entre mis virtudes una que me encante, escogería sin dudar la capacidad de aceptación y resiliencia que desde niña mis padres me han enseñado. Aunque ignoro si cuenta como una.

He adorado toda mi vida sentir en extremo lo que implica ser humana: sonreír, escuchar, palpar, saborear, aprender, la dicha de dejar volar mis sentimientos; y también llorar, equivocarme, temer caer y hacerlo, quebrarme, desbaratarme, pero sabiendo que siempre puedo levantarme, recomponerme y crecer gracias a ello. Me encanta estar hecha de trozos, que cada fragmento de mí sea una historia inconclusa, y aún más el saberme incompleta. Sin embargo, asimismo he detestado sentirme perdida, frágil e insegura. Y es que pese a que adoro tomar riesgos y caminar hacia adelante sin plan alguno, con la espontaneidad como mi única guía, jamás sentí perder mi rumbo.

Esta vez me siento desorientada, y ni con la imaginación esforzándose cada segundo encuentro qué hacer para seguir otro camino. Hoy odio no sentirme fuerte, detesto como nunca lo hice ser sensible y apegada, y me encantaría ser menos emocional si eso significa que puedo encontrarme menos rota. Desearía que nada me importe, si eso apaciguara el dolor silente de mi corazón que ahora semeja estar en pausa; pues sé que cuando siga su curso va a doler.

Hoy aborrezco ser una débil humana, y me da miedo pensar en el momento en el que la tristeza despierte.

El rechazo de Lucas me dolió menos de lo que había imaginado, supongo que estaba preparada para recibirlo y por tal razón no me afectó demasiado, pero aún así, siento que me quebré en pedacitos y que sostengo cada uno de ellos en mis manos, como recordatorio, aunque realmente la debilidad no me permite sentir un dolor tan intenso. Cada una de mis ilusiones está hecha trizas, y lo mismo sucede con mis fortalezas. Hoy soy solo debilidades y pesadumbre; me encuentro tan nimia que olvidé incluso cómo llorar, como si se hubieran apagado mis sentidos, como si me encontrara sumergida en un eterno estupor flotando en otro universo vacío.

Todos estos días pensé que si me declaraba a Lucas y él me rechazaba estaría inconsolable, que me dolería muchísimo y que esa dolencia, como el mantener ocultos los sentimientos, no me dejaría dormir; creí que me decepcionaría, que lloraría hasta la inconsciencia, pero me reconforta darme cuenta de que por el momento no es así. Y sí estoy decepcionada, bastante, pero me alegra que no sea de mí misma, y sobre todo saber que jamás viviré arrepentida preguntándome qué hubiera sido si no obedecía a mi sentir. Creo que el haberme liberado de ese peso confesándole lo que sentía y sin tener nada que perder me regaló la calma que había perdido, y ahora que ya no tengo nada pendiente, es momento de mi sosiego, de que todos mis sentidos se tomen ese tan ansiado descanso que no tuvieron durante mucho tiempo hasta que el dolor vuelva, porque sé que va a volver.

Solo espero que no retornen con energías renovadas.

No he liberado una mísera lágrima, ni una sola, y es extraño que sintiéndome cargada en consecuencia, porque todavía hay algo que no debe estar dentro de mí, me invada una intensa sensación de ligereza tan enorme que solo me ha hecho dormir las últimas horas sin mediar en tiempo. O tal vez solo sea el cansancio, el no haber asimilado aún lo que pasó. El punto es que no pienso, no recuerdo. Únicamente duermo.

Tametzona ©Where stories live. Discover now